Alterando a la cosmovisión andina
"Si sólo nacían
varones o sólo hermanas mujeres, (la gente) estaban diciendo 'no estarán
bien las cosas (el mundo), será un tiempo de mucho sufrimiento'. Pero si nacen
varón y mujer, lo tomaban como señal de que sería para bien' [':Qaripura
yuriptinqa, pana warmipura yuriptinpas, 'manam allí pachachu kanqa; ancha
muchuy pacham kanqa~ ñispam ñiq karqan/eu. Cht!Jmanta qari warmi yuriptinmi
allipaq unancharqanku'
Aguas de Marzo
Águas de
Março
Es palo,
es piedra, es el fin del caminoÉ pau, é
pedra, é o fim do caminho
Es un pedazo de tronco, es estar un poco soloÉ um resto de toco, é um pouco sozinho
Es un trozo de vidrio, es la vida, es el SolÉ um caco de vidro, é a vida, é o Sol
Es la noche, es la muerte, es un lazo, es un anzueloÉ a noite, é a morte, é o laço, é o anzol
Es peroba
del campo, es el nudo en la maderaÉ peroba
do campo, é o nó da madeira
Caingá, candeia, es Matinta PereiraCaingá, candeia, é o Matita Pereira
Es madera al viento, caída en la barrancaÉ madeira de vento, tombo da ribanceira
Es el misterio profundo, lo quieras o noÉ o mistério profundo, é o queira ou não queira
Es el
viento que sopla, es el fin de la cuestaÉ o vento
ventando, é o fim da ladeira
Es la viga, el vacío, la cumbrera en la fiestaÉ a viga, é o vão, festa da cumeeira
Es la lluvia cayendo, es charla de ríoÉ a chuva chovendo, é conversa ribeira
Son las aguas de marzo, el fin de la esperaDas águas de março, é o fim da canseira
Es el
pie, es el suelo, es la marcha del caminoÉ o pé, é o chão, é a marcha estradeira
Pajarillo en mano, la piedra en la hondaPassarinho na mão, pedra de atiradeira
Es un pájaro en el cielo, es un pájaro en el sueloÉ uma ave no céu, é uma ave no chão
Es un arroyo, es una fuente, es un pedazo de panÉ um regato, é uma fonte, é um pedaço de pão
Es el
fondo del pozo, es el fin del caminoÉ o fundo
do poço, é o fim do caminho
En la cara, el disgusto, es un poco soloNo rosto, o desgosto, é um pouco sozinho
Es un palo, es un clavo, es una punta, es un puntoÉ um estrepe, é um prego, é uma ponta, é um ponto
Es una gota goteando, es una cuenta, es un cuentoÉ um pingo pingando, é uma conta, é um conto
Es un
pez, es un gesto, es una plata brillanteÉ um
peixe, é um gesto, é uma prata brilhando
Es la luz de la mañana, es el ladrillo que vieneÉ a luz da manhã, é o tijolo chegando
Es la leña, es el día, es el fin del aguijónÉ a lenha, é o dia, é o fim da picada
Es la botella de caña, la metralla en el caminoÉ a garrafa de cana, o estilhaço na estrada
Es el
proyecto de la casa, es un cuerpo en la camaÉ o projeto da casa, é o corpo na cama
Es el auto roto, es el barro, es el barroÉ o carro enguiçado, é a lama, é a lama
Es un paso, es un puente, es un sapo, es una ranaÉ um passo, é uma ponte, é um sapo, é uma rã
Es un remanente de arbusto, a la luz de la mañanaÉ um resto de mato, na luz da manhã
Son las
aguas de marzo cerrando el veranoSão as
águas de março fechando o verão
Es la promesa de vida en tu corazónÉ a promessa de vida no teu coração
Es una
serpiente, es un palo, es Juan, es JoséÉ uma
cobra, é um pau, é João, é José
Es una espina en la mano, es un corte en el pieÉ um espinho na mão, é um corte no pé
Son las
aguas de marzo cerrando el veranoSão as
águas de março fechando o verão
Es la promesa de vida en tu corazónÉ a promessa de vida no teu coração
Es palo,
es piedra, es el fin del caminoÉ pau, é
pedra, é o fim do caminho
Es un pedazo de tronco, es un poco soloÉ um resto de toco, é um pouco sozinho
Es un paso, es un puente, es un sapo, es una ranaÉ um passo, é uma ponte, é um sapo, é uma rã
Es un horizonte precioso, es una fiebre terribleÉ um belo horizonte, é uma febre terçã
Son las
aguas de marzo cerrando el veranoSão as
águas de março fechando o verão
Es la promesa de vida en tu corazónÉ a promessa de vida no teu coração
Palo,
edra, in, inoPau, edra, im, inho
Esto, onco, oco, inoEsto,
oco, ouco, inho
Ozo, idrio, ida, ol, oche, orte, azo, zueloAco, idro, ida, ol, oite, orte, aço, zol
Son las
aguas de marzo cerrando el veranoSão as
águas de março fechando o verão
Es la promesa de vida en tu corazónÉ a promessa de vida no teu coração
https://www.youtube.com/watch?v=E1tOV7y94DY
Mira mi amor estoy en la nada
Voy a la existencia caigo en la transestructura karmica
donde todo es
deuda y pecado
pero luego puede volver a la nada
y liberarme de toda transestructura karmica
destruyéndola
¡No te parece genial!
Mi amor-No, aún no has intuido la eternidad que hay en
la nada
Yo estoy en esta eternidad en ella el Señor me dona la
gracia
Voy al mundo, sin caer en la transestructura karmica
Y lo lleno todo de luz
La voluntad de salvar a
todos los seres sentientes puede ser considerada, provisionalmente, como el
aspecto de esa tarea dirigida al otro; y las promesas de extinguir las pasiones
mundanas inagotables, abarcar el inconmensurable Dharma y realizar los límites
infinitos del camino del Buda, como el aspecto dirigido al yo. Pero ambos
aspectos -la fórmula tradicional del «descender para salvar a los seres
sensibles» y «ascender para buscar la iluminación»- son esencialmente
interdependientes e inseparables. Más es en el descender retransferencial de la
voluntad es que nos iluminamos 10←1←0 y en el ascender transferencial que salvamos 1→0→10. Por
ello, en el campo del «depósito inagotable que no contiene nada», es decir, en
el campo de la simultaneidad, el Dasein es constituido en el interior de esa
interpenetración circumincesional con todos los pasados y futuros proyectados
(transferidos y reflejados) en él y, asimismo, él es proyectado en ellos. (Por
el contrario, en el concepto del «karma de las existencias previas» encontramos
una simultaneidad similar a aquélla de la noción de pecado original.) y así
como el «dejar caer el cuerpo-mente, cuerpo-mente caído» se consideraba la
práctica del zen como un «samadhi autorregocijante» y lúdico, aquí la seriedad
es un juego elemental y viceversa; y también aquí todo llega a ser observancia
religiosa, y como tal, completamente libre de obstáculos. Todo momento del tiempo
ilimitado sin principio ni fin es una «mónada de eternidad» que proyecta en el
presente la totalidad del tiempo infinito; y el Dasein que emerge a su naturaleza
como tal tiempo es sí mismo, se hace a sí mismo como sí mismo y llega a ser sí
mismo. Este Dasein en la práctica religiosa, libre de obstáculos carga sin fin
con las demás cosas que aparecen dentro del mundo-corno-nexo ilimitado. Éste es
un tiempo histórico, un tiempo del ser en el hacer histórico y causalmente
condicionado, que consiste en una novedad constante y en sucesos irrepetibles
y, con todo, es un tiempo histórico firmamente arraigado en el no-hacer
incondicionado. Mientras el Dasein tiene lugar como este samskrta (ser en-el
hacer) nuevo y elemental dentro de un tiempo y un mundo ilimitados, es al mismo
tiempo una trascendencia absoluta del tiempo y del mundo. De esta manera, se
halla en interpenetración mutua con todos los pasados y futuros y mantiene a
todas las cosas del mundo en dharani (sustentadas colectivamente) en el instante
presente. El Dasein como samskrta histórico emerge, así, en el presente a su naturaleza,
poseyendo una historicidad firmemente enraizada en lo transhistórico. Mientras
se pueda decir que en la vacuidad el Dasein es finito, es decir, en el interior
profundo de cada instante, puede decirse que también está completamente
enraizado en lo eterno y por ello es verdaderamente infinito. Los votos
ilimitados, tomados como respuesta a las realidades ilimitadas, manifiestan la
infinitud en el presente, que es la vida infinita del Dasein. En el budismo, se
puede decir que el llamado sendero del bodhisattva expresa un despertarse a la
vida en ese sentido. En el sendero del bodhisattva, donde cada momento del
tiempo histórico atraviesa el campo de la vacuidad, cada tiempo debe ser un
tiempo de solemnidad infinita. Los momentos más solemnes del cristianismo son
quizás el momento en que Dios creó el mundo, cuando pecó Adán, cuando nació
Cristo y cuando surgió de entre los muertos y ese momento del fin del mundo en
que las trompetas anunciarán la segunda venida de Cristo. También puede decirse
que el momento solemne por antonomasia, es cuando el yo experimenta la metánoia
a la fe. Desde el punto de vista del sendero del bodhisattva, la solemnidad de
esos momentos especiales que posee el cristianismo es la misma que posee cada
instante individual de tiempo sin fin. Podemos decir también que mientras se
reúnen esos tiempos en el fundamento del presente, el Dasein realiza la
solemnidad del presente como una mónada de eternidad, y por ello realiza todos
los tiempos en su verdadera solemnidad. ¿No podríamos decir que en todo esto
hay una única visión de la historia? Las tres Formas del Dasein y el tiempo ya
mencionadas -llamémoslas sus formas de ilusión, vacuidad y centralidad- aquí
también son un Dasein. Este Dasein, a pesar de estar dentro y fuera de esas
tres formas, puede, sin embargo, mostrar su propia totalidad en cada una de
ellas. Puede decirse que aquí el Dasein obtiene su libertad y su autosustento.
Y, por ello, cada una de las tres formas llega a ser algo que refleja a las
tres en una sola. Esta estructura de uno-en-tres, tres-en-uno del Dasein y del
tiempo es demasiado multifacética para ser estudiada aquí. Solo diremos que
este retorno a la eternidad en la nada es el Dasein retornando así el Dasein en
su retorno a lo eterno lo llamamos Resein siendo el Resein el fundamento real
del en sí, 10←1←0 El Dasein es el fundamento del para sí 10→1→01, y el Sinsein
el ser integrado sintransferencialmente 10←1→01 es el fundamento de la síntesis
del en si y del para si. El sendero del bodhisattva está esencialmente
vinculado a la pregunta por la denominada gran compasión o lo que se llama amor
religioso. y lo mismo sucede con los votos antes citados. Ya me he referido al
fondo en que tienen lugar. En lo que sigue, me gustaría dirigirme a esta
cuestión más concretamente.
Al haber discutido antes la fllosofía teorética de
Kant en relación con el problema del conocimiento, ahora me gustaría decir algo
sobre su filosofía práctica. Kant, como sabemos, pone el acento en que la
persona es un fin en sí misma y que nunca puede ser tratada como un simple
medio. Esta persona es el punto en el que la ley moral universal, que va más
allá de la voluntad arbitraria del individuo, y su verdadera libertad
individual se actualizan como una unidad; este punto es tanto el propio
individuo como sujeto original de la conducta, como el individuo en tanto que
telos original que se actualiza en esa conducta. De esta forma, la aprehensión
por parte del hombre del objeto para ser actualizado según los dictados de su
propia voluntad (esto es, como su propio modo de ser moral) tiene lugar,
invariablemente, en el yo como la expresión más profunda de la autoconciencia
subjetiva del hombre moderno, es decir, la revelación del verdadero significado
de la autonomía humana. La persona como un fin en sí misma y el concepto de
«reino de los fines» formado por una comunidad de personas, no sólo descubren
el fundamento más profundo de la moralidad, sino que al mismo tiempo conducen a
la persona al despertar de su humanidad en su sentido más elevado. El punto más
elevado que el hombre puede alcanzar en la moral sólo puede tener lugar a
partir de la conciencia subjetiva. Pero ¿se crea el sujeto del comportamiento a
través de un sujeto ético como tal? Desde luego, el sujeto sólo puede serlo
verdaderamente como algo que siempre tiene sus raíces en sí mismo, algo que es,
en su autonomía, autosuficiente. El modo de ser del sujeto no puede tener lugar
sin esta autonomía -o libertad de ser su propio señor-o Y el punto de vista de
la persona como fin en sí misma es la imagen suprema de la esencia de ese
sujeto. Lo que pretendo preguntar aquí, no obstante, es si este punto de vista
del sujeto autosuficiente que hunde sus raíces en sí mismo, reside o no en un
fondo aún más profundo. No cabe duda de que sólo desde la autonomía el punto de
vista del sujeto se manifiesta allí donde el yo encuentra la autosuficiencia.
Pero ¿reside, en efecto, en el sujeto mismo la posibilidad de que se manifieste
de esta manera, así como el fundamento para la posibilidad de su existencia?
Mientras que la autonomía está fuera de toda duda, ¿pertenece realmente la
esencia del sujeto sólo al punto de vista del sujeto? ¿Es completamente
inmanente al sujeto?
De hecho la naturaleza
del hombre es algo que éste tiene en sí mismo de forma esencial y consciente.
Pero ¿se agota dicha esencia -el hecho de ser hombre- cuando consideramos al
hombre únicamente desde el punto de vista del hombre mismo? La existencia
humana, que de este modo es consciente de su humanidad, ¿se manifiesta en un
campo más fundamental? En una palabra, la cuestión es si el hecho de que la
persona sea o no un fin en sí misma pone al descubierto la autoconciencia del
hombre en su ámbito más fundamental. Desde un punto de vista ético, decir que
es así sería sin duda la última palabra. Pero cuando llegamos a lo que la
religión llama amor (agapé) o compasión (karulJa), parece que algo ha
atravesado y derrumbado el punto de vista de la persona allí donde el fondo del
yo subjetivo se considera sólo como un fin en sí. El yo no es aquí en modo
alguno un fin en sí mismo. Más bien es la negación de cualquier modo de ser
así, incluso en el mejor de los sentidos. Por supuesto, el punto de vista de la
persona también presupone una enérgica autonegación. Necesita de la voluntad
para evitar ser arrastrada por las inclinaciones del deseo y seguir el
imperativo categórico de la razón práctica, de forma que el comportamiento del
hombre pueda estar de acuerdo con una ley moral. Esta autonegación, no
obstante, implica escoger una de las dos orientaciones reñidas entre sí dentro
del yo y determinarlo en esa dirección. La autodeterminación consiste en el
establecimiento de la persona. Y, sin embargo, el amor religioso consiste en la
autonegación absoluta, una completa renuncia del yo como tal. En este sentido,
es fundamentalmente distinto del punto de vista de la moral de la persona, que
es el del yo que aprehende el yo original. Aún desde el punto de vista de la
persona, es posible, en cierto sentido, hablar de amor. La persona como fin en
sí misma no puede tener lugar sin reconocer a los demás como fines en sí
mismos; sólo si se produce dentro del yo la apertura de un campo donde los
otros sean también reconocidos como personas, puede existir el yo como persona
en ese mismo campo. El punto de vista de la persona implica invariablemente una
reciprocidad, que sólo puede tener lugar en la formación de una comunidad de
personas: el «reino de los fines». En tanto que pone en evidencia un respeto
por la dignidad de la persona hacia uno mismo y hacia los demás, puede ser
interpretado como una especie de amor fraternal o «hermandad» en sentido
eminente. La relación entre personas puede ser considerada como un amor
religioso al prójimo (Amaras al prójimo como a ti mismo) transferido al dominio de la ética, desde el
punto de vista del hombre moderno secularizado. Es como si la libertad e
igualdad religiosas hubieran alcanzado su forma más elevada de secularización
en la libertad e igualdad de los sujetos morales del personalismo kantiano.
Pero, aunque podamos reconocer una clase de hermandad de estima y cariño entre
personas, es fundamentalmente distinta de la hermandad en el sentido religioso
de amor al prójimo. La afirmación de Kant de que la persona es siempre su
propio fin y nunca puede ser tratada como un mero medio, nos indica que nunca
podemos considerar a los demás como cosas. Cuando la voluntad del hombre es
movida por la pasión y la codicia, siempre actúa en él el principio del amor
propio: los demás son tratados como medios (obtención de felicidad, por
ejemplo), como si fueran cosas. La moral tiene lugar al negar y superar este
punto de vista. En relación a la epistemología de Kant hemos dicho que un
conocer sin conocer, que dispone el campo en donde se realiza la cosa tal como
es en sí misma, hace necesario que su revolución copernicana realice otro giro.
En relación a la pregunta sobre la praxis se hace igualmente necesaria una
conversión radical del anterior punto de vista de la persona; un giro completo
del punto de vista en el que el yo como persona es un fin en sí mismo, a aquél
en que es un medio para los demás. El yo que ha regresado al yo original (mientras
se afirma en la universalidad de la ley moral), y que encuentra su telos en el
yo mismo, debe atravesar también su punto de vista y regresar al yo que
encuentra su telos en todos los demás seres. Este punto de vista, donde el yo
regresa al fundamento de todos los demás seres y encuentra su destino final en
ellos, tiene que manifestarse como una negación completa del sujeto y de su
autonomía, en cualquier sentido, incluso en su sentido (ético) auténtico. AquÍ
el yo no puede ser un fin para sí mismo en ningún sentido vulgar del término.
Al contrario, el yo como persona, incluyendo a la razón y la voluntad, o sea,
el yo en su totalidad, tiene que llegar a ser una cosa para todos los demás
seres. y esto es posible en la vacuidad como un más acá absoluto. Como
destacamos antes, el yo como sujeto es el yo proyectado en sí mismo
(transferido y reflejado) en el campo de la razón. Esto es así para el sujeto
epistémico, pero lo es igualmente para el sujeto moral, en quien su
autoconciencia subjetiva llega a verse más profundamente. Cuando el yo en sí es transferido a la praxis en el campo de la
razón, esto es, cuando el sujeto es razón práctica, constituye la proyección
más Íntima e inmediata (transferencia y reflexión) del yo como es en sí.
También hemos observado que en el campo de la vacuidad el ser en sí del yo,
como un ser a la vez que la vacuidad, permanece en una posición subordinada y
hace a los demás sus señores, al constituirlos como lo que son y darles su ser.
(Por supuesto, esta relación implica un modo de ser totalmente no objetivo para
ambos, yo y otros.) Es más, se dijo que el yo en sí sólo se hallaba en su
propio fundamento y se convertía en señor al regresar al fundamento de todas
las cosas. En una relación circumincesional como ésta, la subordinación y la
autonomía absolutas tienen lugar al unísono. Lutero empezaba su ensayo La
libertad del cristiano con dos frases contradictorias: El cristiano es un
hombre libre, señor de todo y no sometido a nadie; el cristiano es un siervo,
al servicio de todo y a todos sometido• Por supuesto ambas frases vienen a ser
lo mismo. Sólo quien regresa a la fe en el fundamento de Dios y recibe la
libertad como señor sobre todas las cosas, puede convertirse en siervo de todas
ellas allí donde se niega el yo y su autonomia como sujeto. Y a la inversa:
sólo aquel que puede ser siervo de todas las cosas, y cuyo yo se haya negado,
puede ser en el fundamento de Dios, señor de todas las cosas y en ese sentido
sujeto de todas las cosas. AquÍ puede reconocerse la profunda relación
circumincesional entre el yo y todas las demás cosas. Para que una relación así
tenga lugar, el yo debe permanecer en un campo de superación mutua del sujeto
en el sentido moderno y del sustrato o subjectum (eso que se extiende por
debajo) de la filosofía antigua.
Un punto de vista como éste se revela a través de una negación absoluta que
hace del yo una nada cuando regresa al fundamento de Dios, y a través de una
afIrmación absoluta por la que recibe vida en el amor de Dios. Así es como son
formuladas estas cuestiones desde el cristianismo, y encontramos una situación
análoga con el punto de vista de Sünyatá. Del maestro del T'ang zen, Chao-chou
(pronunciado j6shü en japonés) se cuenta el siguiente relato:
Un monje dijo a Joshü:
«El puente de piedra de Joshü es ampliamente renombrado, pero al venir aquí
encuentro tan sólo una serie de escalones y no veo el puente de piedra». Joshü
dijo: «¿Ves sólo los escalones y no ves el puente?». El monje le preguntó: «¿Cuál
es el puente de piedra?». Joshü le contestó: «Permite cruzar a los burros y a
los caballos»". El maestro es como un puente que ayuda a los otros a
alcanzar la iluminación. Ésta es la actitud de servicio y sumisión a todas las
cosas del humilde bodhisattva Sadaparibhüta que aparece en la Sütra del Loto;
una actitud que alguien ha descrito como «la práctica de la vida cotidiana tras
las huellas de Sadaparibhüta, tan pequeño y modesto como un puente». Ahora
bien, el punto de vista en que se es capaz de permanecer bajo las pisadas del
burro, bajo el que pregunta y debajo de todas las cosas, no es distinto del
punto de vista donde se es señor de todas las cosas. La respuesta de Jóshü
surge de una óptica como ésta. En este aspecto, Hakuin se refiere a la «mente
señora» en estos términos: Debes decidir renunciar a ti mismo hoy, reducirte al
nivel de un siervo o un lacayo, y, sin embargo, llevar tu mente-señora a una
resolución firme y segura ... Cuando la mente-señora permanece firmemente
establecida, es como una gran roca inamovible ... como una cadena de montañas
elevadas, como un mar vasto y sin orillas• Esta autonomía, o «ser uno su propio
señor>, que tiene lugar cuando uno llega a ser una cosa o un medio para las
demás cosas, parece que sea una cuestión completamente distinta a la de la
autonomía del sujeto moral. La autonegación absoluta, que no ve al telos del yo
en sí mismo, sino en todas las cosas, y la autoafirmación absoluta, que ve la
mismidad original del yo en todas las cosas, son una. Esto es posible desde el
punto de vista de sünyata. y mirando atrás, desde este lugar privilegiado,
debemos decir lo siguiente: la constitución del sujeto moral autónomo y la
constitución de la persona que se relaciona, son posibles sólo en virtud de la
autonomía elemental del yo y de la relación circumincesional del yo y el otro.
Todo comportamiento se manifiesta en el fondo de un campo original como ése.
(Esto se mantiene, como señalamos antes, incluso en el caso de la praxis
social.)
En este contexto
decíamos que el yo es yo y al mismo tiempo no es yo; y resultaría inadecuado
decir que todas nuestras acciones, aunque sean consumadas por el yo, las cumple
el yo. Como ya no se trata de un yo, ya no cumple las acciones. Es decir, hacer
no es simplemente algo que se origina espontáneamente desde dentro del yo como sujeto
a causa de la libertad de la voluntad. Esto no quiere decir que necesariamente
deba ser originado desde fuera del yo, por ejemplo, desde alguna clase de
relación material. Lo que surge de la necesidad no puede ser descrito
adecuadamente como comportamiento del yo, o como algo hecho por el yo. En sus
sentidos habituales, ni el punto de vista de la libertad ni el de la necesidad
comprenden el comportamiento en su realidad. El comportamiento del hombre es
siempre el hacer del yo y, sin embargo, al mismo tiempo, nunca es el hacer del
yo. En su incapacidad para ser expresado, excepto a través de esa paradoja, es
la verdadera realidad. Por eso en la antigüedad se llamaba a esto la «acción
sin acción». Este «no-hacer», libre e incondicionado, es al que nos referimos
antes. En general, este es el punto de vista implícito en lo que ha venido a
denominarse amor religioso o compasión. En el cristianismo, el mandamiento de
amar a Dios ha ido acompañado del mandato de amar al prójimo como a uno mismo.
Me parece que aquí tenemos de forma implícita la relación circumincesional que
constituye la estructura de todo amor religioso. ¿Qué significa, al fin y al
cabo, este «como a ti mismo»? En primer lugar, amar al prójimo como a uno mismo
presupone que los hombres se aman a sí mismos más que a ninguna otra cosa. Pero
desde luego no estamos unidos a los demás con el mismo grado de fervor con el
que nos amamos a nosotros mismos. El amor a los demás es una negación del amor
propio. Es más, el amor propio del hombre, presupuesto en ese mandamiento, es
comprendido absolutamente como algo contradictorio con el amor del hombre a
Dios. Por tanto, amar a otros debe significar aquí la negación absoluta del
amor de sí mismo. No se trata de una comparación superficial y cuantitativa del
amor a los demás respecto al de uno mismo. Tiene que ver con la cualidad del
punto de vista del yo como tal; se trata de una conversión esencial del yo
hacia el lugar en donde la comparación con los demás llega a hacerse
irrelevante. Por eso el cristianismo sostiene que sólo se puede amar
verdaderamente al prójimo al amar a Dios. A propósito de la frase «como a ti
mismo», Kierkegaard señala, en sus Obras
de amor, que el mandato implica penetrar en el secreto más hondo del amor del
hombre por sí mismo y contiene la inmediatez de la severa negación
característica de lo eterno. Requiere la negación absoluta del amor de sí (y en
consecuencia, del yo). Esto quiere decir que hacer del yo una nada y hacer de
los demás un sujeto opuesto al yo -es decir, hacer del yo un siervo y de los
demás su señor- viene a significar que el otro sea amado tal como es y allí
donde se manifiesta como es en su propio fundamento. Significa amar al otro
justo como es: amarlo como pecador si es un pecador, como enemigo si es un
enemigo. Es el amor indiferenciador que hace que brille el sol tanto sobre
buenos como sobre malos. Kierkegaard dice que en su amor al prójimo, el hombre
se asemeja a Dios y se hace uno con él. Sin embargo, el punto de vista de este
amor indiferenciador debe ser el del subjectum o hypokeimenon (lo que se
extiende por debajo de todas las cosas del mundo)
antes mencionado. La
metafsica antigua, al analizar la naturaleza de la existencia de una cosa,
distinguía entre su forma eidética y la materia que recibe esa forma,
refiriéndose a la materia como sustrato (hypokeimenon). Pero aquí, por
supuesto, no estoy usando la palabra simplemente en el sentido de un momento
inmanente en la constitución de la naturaleza de la existencia de las cosas.
Más bien tomo hypokeimenon en el sentido antes explicado de un campo que hace
que se manifieste tal como es una cosa individual, con una totalidad más allá
de agotarse con el análisis. Este campo no es un momento inmanente a la
existencia sino que la trasciende. Es el campo del hypokeimenon absoluto que
aparece sólo a través de la conversión del yo en una nada. Abrir en el yo un
campo así es amar al prójimo como a uno mismo con el amor indiferenciador que
hace a uno «semejante a Dios». La naturaleza indiferenciadora del amor, y la igualdad
que contiene, consiste en que todos los demás, todos y cada uno sin excepción,
sean amados «como a uno mismo». Es más, «como a uno mismo» significa que uno se
convierte en una nada para regresar al campo en que las cosas se manifiestan
tal como son. Es aquí en realidad donde el amor a uno mismo deja de funcionar
incluso en su fondo más oculto. Pero también es aquí, y sólo aquí, donde todo
otro tiene su ser como otro, es decir, como es en su propio terruño; o, dicho
de otra forma, todas las cosas son recogidas en ese lugar como un mundo y en
una interpenetración circumincesional «como» «todas en una»
Al contrario, podemos decir que el campo del mundo
donde «Todo es Uno» es también el campo de la «apercepción trascendental» del
amor indiferenciador donde todos los demás son amados individualmente como a
uno mlsmo. Esta situación, en la que cada cosa se hace realmente manifiesta
como es en su respectivo modo de ser propio -en un mundo visto como un sistema
circumincesional donde Todo es Uno-, es, originalmente, lo que el budismo llama
tathata o verdadero ser tal cual es. Pero el campo donde este tathata verdadero
se manifiesta como tal siempre es sólo junto con el «como a uno mismo». Ésta es
la forma original por la que todas las cosas llegan a ser manifiestas justo
como son. Para recordar un ejemplo anterior, este tathata verdadero aparece
cuando «un pájaro vuela y es como un pájaro». El vuelo del pájaro y el
conocimiento de su tathata coinciden. En el mismo campo de la vacuidad, en la
negación absoluta del amor de sí, este «como)) ahora llega a ser también el
«como)) de «como a uno mismo)). Así es el ámbito donde el ser es trascendido.
Es el ámbito que sirve como fundamento de la posibilidad de la existencia de
las cosas como son en sí mismas, de la posibilidad del mundo. Y, como campo que
lleva a manifestarse a todas las existencias, es previo al ser (en un sentido
esencial, no temporal). La apertura de este campo en el yo supone que éste, en
la negación absoluta del amor de sí, llega a ser el subjectum que está por
debajo de todas las cosas a su servicio, al amar a cada cosa «como a uno
mismo)) en su propio terruño. Pero significa que, al mismo tiempo, el yo
regresa verdaderamente a su propio terruño, donde al haberse elevado sobre
todas las cosas, llega a ser verdaderamente el yo mismo. Esto significa que
cada cual llega a ser «el yo del yO)), su verdadero propio yo. Todos los seres
están aquí en su propio terruño, tal como son en sí mismos; y ahí también,
todos son uno. De aquí que el punto de vista en el que uno se ve a sí mismo en
los demás y ama al prójimo como a uno mismo implica que el yo está en el
fundamento del otro, en la nada del yo e
implica que el otro está en el fundamento del yo en esa misma nada. Sólo cuando
estos dos son uno -en una relación de interpenetración circumincesional- tiene
lugar este punto de vista. Si esto es lo que quiere decir el amor al prójimo
como a uno mismo, entonces el campo donde ese amor actúa no es simplemente el
de amor del prójimo, un amor entre los hombres; sino que debe ser un campo de
amor hacia todos los seres vivos, e incluso hacia todas las cosas. Nunca debe dejar de ser un campo donde el propio
hombre pueda permanecer. y, sin embargo, no es una esfera sólo para los humanos
o las relaciones humanas. Aquí el yo parte de la perspectiva de la persona como
un fin en sí misma y avanza hacia un punto en donde puede ver su telas en todos
los demás y se ve a sí mismo como un asunto (Sache) que es totalmente un medio
para todas las demás cosas. Cuando san Pablo se llamó a sí mismo «instrumento
de Dios» quizás no habló meramente de forma metafórica. Sus palabras expresan
un modo de ser que, en el fondo, está libre de lo meramente humano. Es el mismo
modo de ser al que me he referido como el punto de vista del sustrato
(subjectum o hypokeímenon) subyacente a todas las cosas. Cuando, en la
metaf1sica antigua, se llamaba a esto materia, esta concepción de la materia no
era la misma que encontramos en la ciencia moderna. Sin embargo, pueden tener
en común el carácter de ser sin forma, aún cuando constituyen los fundamentos
de las cosas que tienen forma. Así pues, la materia es lo que las cosas con
forma devuelven con la disolución o la muerte. A esto puede llamarse el límite
exterior de una existencia orientada hacia la muerte de las cosas. El
hypokeímenon al que me he estado refiriendo a propósito del amor religioso, no
obstante, tiene un significado completamente distinto del que emplea la
metafísica. Es el campo donde el yo es llevado hacia la nada oculta en un sentido
religioso, el campo de la negación absoluta o gran muerte del yo. Aquí, donde
«llegamos a ser muertos mientras vivimos», es el campo del hypokeímenon
absoluto. Si tomamos la materia o la materialidad, en sentido metafísico o
científico, entonces, el campo del hypokeímenon religioso es una trascendencia
de la existencia, una orientación a la gran muerte del yo. Aquí, el yo, con
cuerpo, conciencia, personalidad, etc., tal como es, tiene su lugar como cosa o
materia con la función de herramienta o instrumento. En otras palabras, sin
dejar de ser un ser humano, el yo viene a ser un modo de ser donde consigue
liberarse de lo humano. y ese modo de ser no es otro que la Existenz como
no-ego, la Existenz de la «no-dualidad del yo y el otro».
Dado que el amor al prójimo tiene lugar en tal campo,
ese campo no se limita sólo al amor al prójimo. El yo aquí está en el terruño
de todas las cosas. Es en sí un fundamento donde cada cosa se hace manifiesta
como lo que es, donde todas las cosas se reúnen en un mundo. Éste debe ser un
punto de vista donde el propio yo se vea en todas las cosas -en las cosas
vivas, en los ríos y colinas, pueblos y aldeas, tejas y piedras- y ame todas
esas cosas como a sí mismo. Y por tanto, apenas sería necesario mencionarlo, el
yo es un yo absolutamente transformado en una nada. Podría objetarse que no es
posible amar a algo que no es un ser humano como a uno mismo, puesto que el
amor en su sentido original no puede obtenerse de seres inferiores al hombre. y
en concreto es así en el amor religioso, que es posible sólo entre personas -un
Yo y un Tú-. La idea de amar todas las cosas como a uno mismo podría ser
interpretada como una especie de panteísmo. En el budismo, no obstante, la
compasión religiosa que se extiende a todas las criaturas vivas no es meramente
un sentimiento de filantropía o hermandad universal. Esto se deduce de la
esencia de la visión del budismo como religión. En la historia del
cristianismo, vemos algo parecido, por ejemplo en san Francisco de Asís, quien,
es sobradamente conocido, no se refería sólo a sus compañeros humanos sino a
todas las cosas como si fueran parientes suyos. Cuando san Francisco se dirigía
al sol, la luna, el agua, el fuego y el viento como a sus hermanos y hermanas
en su famoso Cántico al sol, no estaba adoptando meramente una figura poética
del discurso. Los veía así en realidad. Debía pensar que para él cada cosa era
realmente un hermano o una hermana, ya que habían sido creadas, como él mismo,
por Dios. Se abría un campo donde todo podía hallarse porque había radicalizado
el punto de vista según el cual se refería a los «pequeños» (minores), pues él
mismo se hacía «más pequeño que todo lo demás», por debajo de ellos. Esta
visión se abría en el extremo de su abnegación y dedicación a Dios. Seguramente
esto no es un panteísmo. El caso de san Francisco puede ser excepcional en el
cristianismo pero nos sirve al menos como un ejemplo de amor religioso que
sobrepasa las fronteras de lo humano para abarcar a todas las cosas. En el amor
religioso o en la compasión, aparece un punto de vista superior a cualquier
todo. Aristóteles, como sabemos, situaba el modo de perfección y felicidad más
elevado permitido al hombre en la vida contemplativa. Sostenía que la
autosuficiencia de esa vida es lo que lleva al hombre más cerca de Dios: es la
vida de la parte superior del alma humana, la parte más aun a Dios. En este
sentido, se trata de la actualización más elevada del carácter único del hombre
por naturaleza y, al mismo tiempo, de una vida superior a lo meramente humano.
Pero ¿éste es realmente el punto de vista más elevado posible?, ¿es esa
perfección y autosuficiencia, después de todo, verdadera perfección o
autosuficiencia? La ética de Aristóteles está basada en su metafísica. En esa
metafísica, Dios, como «pensamiento del pensamiento», existe en perfecta
autosuficiencia. Como «motor inmóvil» no es movido por algo fuera de sí mismo,
pero esencialmente toma las demás cosas del mundo en sí en la pura
contemplación. Por el contrario, todos los seres sensibles están orientados
esencialmente en su ser hacia Dios; se mueven mientras el ser es movido por su
eros hacia Dios. Dios es el «primer motOr> en un mundo teleológico. El
hombre participa de esta autosuficiencia de Dios en la vida contemplativa. La
forma de entender la realidad divina y su autosuficiencia en Aristóteles, no
obstante, parece ser una abstracción unidireccional que abarca sólo el aspecto
de la trascendencia. La autosuficiencia y la perfección no consisten
simplemente en ser uno mismo completo y suficiente (en identidad en sí
inmediata). La perfección debe incluir también el campo donde las cosas, aunque
inacabadas e imperfectas, e incluso las cosas que operan contra su perfección,
como el pecado y el karma, son llevadas al ser en toda su posibilidad y actualidad.
La verdadera perfección adviene en el momento en que la idea de perfección
aristotélica y su número infinito de contrarios y contradicciones son uno.
Igual sucede con la autosuficiencia. Cuando algo es autosuficiente meramente en
una autoidentidad inmediata, el yo de esa autosuficiencia, aunque sea el yo del
Dios único, que es uno en él mismo y contiene todas las cosas, todavía retiene
un resto de ego individual. La verdadera autosuficiencia no debe ser egoísta
sino más bien una autosuficiencia de lo que denominamos «el noego individual».
La verdadera autosuficiencia no significa otra cosa sino el yo que se vacía a
sí mismo y así permite ser a todo. Es evidente que el cambio del budismo
Hinayana al Mahayana implica este tipo de conversión de las ideas de perfección
y autosuficiencia. Desde luego, fue ahí donde apareció la concepción de la gran
compasión. Podría decirse lo mismo del giro que se produjo con amor, de lo que
los griegos denominaban eros a lo que los cristianos denominaban agapé. Ambos
indican una conversión a una visión completamente nueva de Dios o Buda, así
como del hombre. Pero ¿qué relación tienen estos puntos de vista de la
compasión y el amor con una visión del mundo?
La filosofía griega antigua establecía una distinción
entre la forma (eidos) y la materia de las cosas existentes y elaboro una
visión del mundo con esa forma como su centro. Esta filosofía concebia una
visión del mundo teleológica con un orden jerarquico del ser y con Dios como
primer motor. Anteriormente he hablado de la característica de noción de
materia, que es común a toda metafísica y a toda ciencia de la naturaleza moderna, como los limites extremos de una
existencia orientada a la disolución de las cosas con forma, es decir, a la
muerte de la cosas. Por el contrario en un mundo teleológico, que se oriente a
la forma eidética, la vida contemplativa incluido Dios como primer motor
“pensamiento del pensamiento” has ido concebida como el límite extremo de una
existencia dirigida a la auto conservación de las cosas es decir a la vida de
las cosas.
Sin embargo el punto de vista al que me he estado
refiriendo, el mundo no se considera ni en terminos de una orientación a la vida ni en términos de
una orientación a la muerte. Lo que aparece en este punto de vista es la orientación del ser mismo llevado a la
nada en la Existenz religiosa: la
orientación a la gran muerte. Es el punto de vista de la muerte y renacer
implícito en la frase ”En la gran muerte Cielo y tierra se renuevan”
El mundo que tenemos aquí tampoco es el mundo
mecanicista dela ciencia moderna ni el mundo teleológico dela metafísica
antigua. Es un mundo de la “otra orilla” más allá de todas las determinaciones un mundo del hecho primordial, en donde cada
hecho se manifiesta sin fundamento en su propio terruño separado de toda razón
o causa o fin, sin como ni porque ni para que: Un mundo en el cual todas las
cosas son como ellas mismas y se
encuentran como uno mismo en su tathata. El campo de la vacuidad en que un mundo así tiene lugar no es otro que el
del renacer del yo donde cielo y tierra se renuevan en la gran muerte. El yo en
ese campo es verdaderamente el yo de la expresión “Amar al prójimo como a uno
mismo”
Se cuenta la historia de que San Francisco de Asis,
cuando estaba apunto de resteñarse un ojo infectado, se volvió hacia el
cauterio y le dijo:
Fuego hermano mío tan noble y tan útil entre todas las
criaturas y yo te pido que te muestres
benigno conmigo en esta hora, pues ya sabes que antes te amé y te amare siempre por amor de aquel que te
creo. Pido además al criador, que nos sacó
de la nada, que modere de tal manera tu ardor, que pueda fácilmente
tolerarlo.
Y, dicho esto, hizo la señal de la cruz sobre el
hierro cauterizador. Parece ser una práctica habitual hacer la señal de cruz
ante una cosa, o para protegerse de alguna amenaza o para dar una bendición.
Pero, en general, ¿cómo ha llegado a significar la señal de la cruz, en primer
lugar, una bendición? ¿Qué relación esencial tiene con el hecho de que con
Jesús, la muerte en la cruz tomó el significado de un amor que expía el pecado
en favor de toda la humanidad? Si se me permite aventurar mi visión del asunto:
¿no podría ser que la señal de la cruz, transferida a la relación entre uno
mismo y los demás, señalara la apertura de un campo donde el yo y los demás
están unidos en el agapé divino, donde ambos se hacen una nada y se vacían, y
sea donde tiene lugar el encuentro con los demás? El signo de la cruz, ¿no
adquiere el significado de una bendición porque al amar a los demás «como a uno
mismo» en Cristo, todos los hombres se convierten en hermanos y hermanas? En
cualquier caso, para san Francisco la finalidad de hacer la señal de la cruz
era solicitar el amor de su querido hermano fuego. Este amor tuvo lugar allí
donde se vació a sí mismo y se hermanó con el fuego, y donde el fuego se vació
a sí mismo (dejó de ser fuego) y se asoció con él. Cuando san Francisco hizo la
señal de la cruz frente al hierro candente, este campo se abrió. Y, en efecto,
el fuego no le causó ningún sufrimiento. Cuando el doctor aplicó el cauterio,
llevándolo del lóbulo de la oreja a la ceja, san Francisco sonrió suavemente,
como un niño que siente la caricia de la mano de su madre. Y cuando los
hermanos que se habían marchado regresaron, les reprendió: «Oh cobardes, y
hombres de poca fe, ¿por qué huisteis? En verdad os digo que no he sentido
ningún dolor, ni el ardor del fuego». Recordemos aquÍ el dicho japonés: «Cuando
la muerte es aniquilada, incluso el fuego ardiente es frío». Por supuesto, el
fuego era ardiente, y sin duda san Francisco sintió dolor fisico. Pero el fuego
no era ardiente en el lugar en que era ardiente, y el dolor no era doloroso en
su ser doloroso. En el acto del arder mismo, el fuego no quemó: no era fuego.
En quien sentía el dolor, no había dolor: no era él mismo. San Francisco y el
fuego se asociaron en el punto en que el fuego no era fuego y él no era él
mismo. El fuego fue tenido, en efecto, como hermano. Esto en la cosmovisión
andina es el ahayu el alma colectiva que no es otra cosa que el logos
aperturado en el amor, es decir el espíritu integrado que integrado con
todo es el Espíritu Santo. En
este encuentro, el fuego estaba en el terruño
del fuego mismo, donde el «fuego no quema el fuego» y donde «el fuego no es
fuego, luego es fuego». y también allí, san Francisco estaba realmente en el
terruño de sí mismo, como un «yo que no es un yo». Cuando bendijo al fuego con
la señal de la cruz, cuando se dirigió no sólo al fuego sino al agua y al
viento, al sol , ya la luna, y todas las demás cosas como hermano y hermana,
¿no se encontraba en realidad en un campo como éste? En resumen, en la relación
circumincesional, puede abrirse un ámbito en el que puntos de vista contrarios
-donde el otro y el yo son considerados como telos, donde el yo sirve a los
otros y hace de sí mismo una nada, y donde el yo permanece para siempre como sí
mismo- se radicalicen precisamente en virtud de su ser totalmente uno. Es el
ámbito del «conocer sin conocer» al que nos referimos como algo no distinto del
ser de las cosas mismas. Es también el campo de la verdadera libertad. Con
libertad, queremos decir la verdadera libertad que no es simplemente asunto de
la libertad de la voluntad. Cuando la libertad es considerada' como lo que
reside en las operaciones de la voluntad de poder, de las que el hombre es
consciente dentro de sí, entonces ya es una libertad reflejada en el campo de
la autoconciencia y de ahí se transfiere fuera de la libertad misma. La
libertad subjetiva, que es la piedra de toque de lo que llamamos liberalismo,
no está, sin embargo, libre del modo de ser egocéntrico del hombre mismo. La
verdadera libertad es, como observamos antes, una autonomía absoluta en el
campo de la vacuidad, donde no hay nada en qué confiar. y esto no es distinto
del hacer de uno mismo una nada al servicio de todas las cosas; se aparta de la
libertad del existencialismo ateo expuesto por Sartre y otros. Lo mismo se
aplica a la igualdad. La verdadera igualdad no es sencillamente una cuestión de
igualdad de los derechos humanos y de posesión de la propiedad. Esa igualdad
concierne al hombre como sujeto de deseos y derechos y se reduce, en definitiva,
al modo de ser egocéntrico del hombre mismo. Debe apartarse fundamentalmente
del principio narcisista, pues ahí siempre se hallan las raíces de la discordia
y la disensión disimuladas. Por el contrario, la verdadera igualdad tiene lugar
en lo que podemos llamar un intercambio recíproco de desigualdad absoluta, de
modo que el yo y el otro permanezcan simultáneamente en la posición de señor y
siervo absolutos uno respecto de otro. Es una igualdad en el amor.
Todo esto sólo es posible en la vacuidad. A menos que
los pensamientos y las acciones del hombre, de todos y cada uno de ellos, se
sitúen en ella, los problemas que acosan a la humanidad carecerán de la menor
oportunidad de ser realmente solventados para siempre.
Así el Ahayu
watan el alma colectiva, el espíritu integrado, Santo solo es posible en este
amor que no es otra cosa que la apertura del logos, pero antes de alterar esta
apertura en la cosmovisión andina logrando la consciencia misma de esta en todo
el camino espiritual que la cultura andina no ha caminado, comprendamos esta
transferencia al ser metafísico trascendente y esta retransferencia al no ser
existencial inmanente como la sintransferencia que logra la comunión de
ambos, superando el síntoma que descubre
el psicoanálisis,
El síntoma es un modo de gozar del inconsciente.
Por Hernando Bernal
Sabemos del inconsciente por sus efectos en el sujeto que los padece, es
decir, por sus formaciones –olvidos, sueños, chistes, síntomas y actos
fallidos–. El sujeto es entonces sorprendido por un significante que irrumpe de
manera inesperada en lo que dice como hablanteser. De este modo, el lugar del
inconsciente no se parece en nada a algo profundo o escondido en algún lugar.
Lacan (1974) deshace la idea de que el inconsciente es algo sumergido y
profundo, sino que es algo más bien superficial. El inconsciente está en la
superficie, en la superficie del discurso del sujeto.
El síntoma es el efecto de la invasión de lo simbólico sobre lo real. Si
Lacan ubica al inconsciente en la superficie del discurso del sujeto, es para
mostrar que lo simbólico no puede absorber al inconsciente, pues este no se
reduce a él. Hay un real en juego en el síntoma, real que se manifiesta allí
donde el inconsciente es discontinuidad.
La interpretación analítica debe apuntar a ese real, debe apuntar a una
vía que es el reverso de nutrir el síntoma de sentido. En su seminario R.S.I.,
Lacan (1975) invoca el parentesco que hay entre el sentido y la buena forma,
esa buena forma que hace a la Gestalt, esa que tiende a completar la imagen.
Lacan indica como el sentido tiende a buscar la «buena forma», de tal manera
que, de sentido en sentido, el síntoma se alimenta, y este no es el camino que
propone Lacan para tratar el síntoma.
El síntoma, tratamiento de lo real por lo simbólico, sólo puede ceder en
y por el equívoco, cuando la intervención del analista consigue romper la
esperada y natural «buena forma» que se aloja en el sentido. El equívoco, en
lugar de inflar el sentido, hace ruptura. En la Conferencia La Tercera, Lacan
(1974) insiste en que la interpretación no es interpretación de sentido, sino
juego con el equívoco. El sentido es lo opuesto a lo real.
Es justamente en R.S.I. donde Lacan (1975) va a definir al síntoma como
«lo que no marcha en lo real». También aquí Lacan va a definir al síntoma «como
la manera en la que cada uno goza del inconsciente en tanto que el inconsciente
lo determina». Esta segunda definición nos señala el doble lazo que tiene el
síntoma con el goce y con el inconsciente. Lacan lo va a definir como una
función: f(x) escribe Lacan, donde «f» es la función de goce real del síntoma,
y «x» es, en sus propias palabras, «lo que del inconsciente puede traducirse
con una letra», es decir, un S1 aislado en el inconsciente que puede
representar al sujeto, pero que, aislado de todo S2, funciona sólo como «Uno»,
como función de goce del síntoma. Esto va a ser en Lacan solidario de una
redefinición del síntoma: es lo que él va a llamar «sinthome». El síntoma, a
partir de R.S.I. no es solamente un mensaje, sino un modo de satisfacerse, un
modo de gozar.
El síntoma para el
psicoanálisis es una de las formaciones del inconsciente cuya principal
característica es ser una formación transaccional o
de compromiso entre fuerzas opuestas en conflicto. Se trata de un acto nocivo o
inútil que el sujeto realiza contra su voluntad, experimentando sufrimiento y
que puede agotar su energía psíquica, llegando incluso a incapacitarlo para
realizar otras actividades. En psicoanálisis, todos los síntomas poseen un
sentido inconsciente. El síntoma es uno de los resultados posibles de un
proceso represivo.
En
la definición clásica de Freud los síntomas son
actos nocivos o inútiles que el sujeto realiza contra su voluntad,
experimentando displacer, sufrimiento y a veces incluso dolor, que agotan su
energía psíquica y algunas veces lo incapacitan para realizar otras
actividades. Todos los síntomas psicoanalíticos poseen un sentido inconsciente
aunque el sujeto lo ignore.
Síntoma
para el psicoanálisis no es lo mismo que síntoma para la psiquiatría. Por
ejemplo, los signos de la esquizofrenia no cumplen con los requisitos para ser
llamados síntomas desde el punto de vista psicoanalítico pero sí para la
psiquiatría. Sin embargo, la discrepancia principal no es clínica, sino
conceptual. Mientras que para la psiquiatría los síntomas son indicadores
subjetivos que apuntan hacia los signos objetivos de una enfermedad, para el
psicoanálisis el síntoma es la expresión subjetiva de un conflicto
inconsciente. Más precisamente, es aquella formación que posibilita la
expresión de lo que se ha reprimido y retorna, retorno que ocurre para
la realización del fantasma inconsciente. El síntoma se encamina a dar
cumplimiento a un deseo inconsciente, pero constituye a la vez una formación de
compromiso para que sea posible, puesto que la represión vuelve a actuar sobre
lo que retorna.[1]
Primera teoría del síntoma
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La
primera teoría psicoanalítica del síntoma aparece en 1895 cuando Josef
Breuer y Sigmund
Freud recién
estaban descubriendo el inconsciente. En ese momento notaron que cuando sus
pacientes histéricas llegaban a comprender el sentido del síntoma y su
significado accedía a la conciencia de la paciente, el síntoma desaparecía.
Este fue el primer método terapéutico ideado por Freud: hacer consciente lo inconsciente.
En
esa época Breuer y Freud pensaban que la génesis de los síntomas histéricos que
estaban tratando era un proceso anímico cargado con intenso afecto al cual se
le había impedido el acceso a la conciencia, y por lo tanto la abreacción, por lo cual el efecto
estrangulado había optado por una vía alternativa y en vez de llegar a la
conciencia había encontrado su desagote en una inervación corporal, es decir,
en una conversión.
Las
oportunidades en que se engendraron esas representaciones patógenas fueron
designadas traumas psíquicos. Era la época de la teoría de la seducción.
Freud
creía que cuando una nueva escena activaba el recuerdo de esas tempranas
escenas de seducción, el síntoma aparecía como sustituto de ese recuerdo: en
vez de recordar se producía un síntoma histérico. Por eso ellos utilizaban
el método catártico y la abreacción como
métodos terapéuticos para levantar los síntomas. Aún desconocían la etiología
sexual de los síntomas, el concepto de represión y el de transferencia.
Segunda teoría del síntoma
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Cuando
Freud descubre la represión, postula su segunda teoría del síntoma. En ella
sostiene que lo reprimido inconsciente puede procurarse una descarga dando
rodeos porque conceptualiza el retorno de lo reprimido. Entonces el síntoma pasa
a ser el resultado de una formación de compromiso entre el deseo y la defensa. La represión se produce porque la
satisfacción de esa pulsión provocaría un
displacer muy grande al Yo. El síntoma no es más que una satisfacción
sustitutiva del deseo reprimido pero desfigurado y desviado de su meta por
la resistencia del Yo. El síntoma es un
sustituto de una satisfacción pulsional interceptada resultado de un proceso
represivo.
Por
eso, para el psicoanálisis, a diferencia de la psiquiatría, las actuaciones,
las adicciones, los delirios, las alucinaciones, el fetichismo, voyeurismo,
sadismo, masoquismo no son síntomas cuando no cumplan con los requisitos de ser
formaciones transaccionales entre un deseo y una defensa. La angustia o la
inhibición tampoco son síntomas para el psicoanálisis, ni el fenómeno psicosomático.
La
impotencia sexual, la frigidez o la eyaculación precoz no son síntomas sino
inhibiciones de funciones sexuales. En ellas el Yo renuncia a funciones que le
competen para no tener que realizar una represión. La inhibición, a diferencia
del síntoma, es algo que sucede dentro del Yo.
La
angustia, en cambio, funciona como una señal de alerta, que le avisa al sujeto
de un peligro eminente por lo cual tampoco es un síntoma desde el punto de
vista psicoanalítico.
Teoría del síntoma en Lacan
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Esta
satisfacción sustitutiva a la que se refiere Freud el sujeto no la siente como
placentera sino como dolorosa y esto es lo que más tarde Lacan va a conceptualizar
como goce.
Para Jacques
Lacan el
síntoma no es más que su formulación, su puesta en palabras, un síntoma hablado
por el paciente. El síntoma es lo que el paciente cuenta de su síntoma a su
analista, quien lo escucha y lo interpreta. Para el psicoanálisis el síntoma no
es el afecto o la vivencia sino un hecho del discurso porque conocemos solo el
texto que el paciente relata en sesión.
El
síntoma es una de las formaciones del
Inconsciente.
Para
Lacan el síntoma es el significante de un significado reprimido de la
conciencia del sujeto, lo reprimido es el significado, y el síntoma que aparece
es su significante. El síntoma, como formación del Inconsciente debe ubicarse
en relación con el discurso del Amo porque el síntoma
incluye el discurso del Otro en el secreto de su desciframiento: el
Inconsciente es el discurso del Otro, es el discurso Amo.
Lo
propio del psicoanálisis es operar sobre el síntoma mediante la palabra, ya sea
la palabra del paciente en su relato, ya sea la palabra del analista en su
interpretación. El síntoma analítico es un síntoma que habla y se vuelve
hablante a partir del momento en que es desplegado en el análisis. El analista
levanta síntomas con su palabra y eso prueba que el síntoma está en la
estructura misma del lenguaje.
Para
Lacan los síntomas son efectos del lenguaje, no hay una esencia de la
enfermedad, los fenómenos psicopatológicos son efectos que la estructura
del significante produce en el sujeto.
Pero no son solamente lenguaje, el síntoma es una manera que encuentra el
sujeto de gozar. Gozar que no es placer, sino una satisfacción paradójica que
implica a las pulsiones parciales y conlleva a la vez sufrimiento.
¿Pero porque se produce el síntoma?
Porque lo espiritual trascendente
choca en una contratransferencia con la voluntad inmanente existencial.
1→0→1→←0←1←0
Más este choque realmente no trae
mayores problemas, tarde o temprano dará paso a una sintransferencia
complementaria
0←1←0←→1→0→1
Donde cada uno pasara al otro lado,
como si se pusieran en los zapatos del otro
y entonces el espíritu con todas sus ideas reconocerá como fundamento a
la voluntad en la apertura existencial del logos, si como la voluntad
reconocerá al espíritu como la realización de su deseo.
10(apertura existencial)←1(logos)←0(nada)←→1(ser)→0(deseo)→10(Espíritu integrado)
El verdadero problema está en la herida:
1/2←1→1/2←1←0
Hay como dos logos que luchan, el logos y nosotros, que asumimos que
somos logos en nuestro ego, pero que no logramos esa apertura a lo eterno en la
nada y entonces nuestro deseo no coincide con nuestro objeto de deseo.
1→0→1/2→ 0→1/3
Y es que quedamos rotos, se
interrumpe la transferencia nuestros símbolos, ideoelectos, conceptos, formulas
no llegan a revelar lo real, son reales simbólicos, reales artificiales, reales
conceptuales, reales formales que lo que realmente revelan es el síntoma.
1→0→1/2→ 0→1/3→←1/2←1→1/2←1←0
Que en el fondo lo que hay es un complejo, que no es otra cosa que un
conflicto entre el espíritu y la voluntad no resuelto, estructurando esta
tensión nuestra psiquis.
Si llevamos esta tensión a su límite, como le pasa a algunos niños en
una mala relación con sus padres y
madres, tenemos la desintegración total, donde nuestra muerte espiritual, que
es una muerte existencial se revela tal
y como es.
0 1→←1 0→←1→0 0←1
Por medio de la transferencia
podemos recrear la tensión y desintegrar el espíritu, en una metafísica de la
violencia que de paso a una guerra de imaginarios, pero podemos hacerlo porque
en el fondo es así como estamos desintegrados, muertos en vida.
Más desde el abismo clamamos a ti oh señor y el profundo mal da la
oportunidad de la humildad del clamor donde nuestro logos que no es más que ego
por fin se abre dejando de luchar contra
Dios y recibiendo la gracia.
Solo en esa gracia el síntoma es curado, el complejo es curado, el
trauma es curado al instante, solo que no somos plenamente consciencia de esta
gracia y entonces al volver al mundo se recrearan las traferencias de los
síntomas, de los complejos, de los traumas, por esto es necesario pasar del espíritu absoluto de la religión, al espíritu revelado del
arte, al espíritu subjetivo de la filosófica, al espíritu objetivo de la
ciencia, al anti espíritu donde el logos hace la apertura existencial logrando
el Dasein, el resein y el sinsein para luego integrar lo transferencial del
espíritu con lo retransferencial de la voluntad en una sintransferencia.
Este espíritu integrado esta´ ya en la cultura andina, solo que no en
plena consciencia, ni en su radicalidad gratuita.
Todo ocurre en la
cosmovisión andina como si la
organización dual remitiera a la aplicación
del esquema espacio-temporal con la mínima economía posible, o sea, con una dificultad
real mínima. Existe, en definitiva, un problema lógico: ¿Cómo
traducir lo continuo (la rotación Je/ tiempo) en lo discontinuo (los Iugares
sagrados)? ¿Cómo inscribir la duración
en el suelo? Un mismo modelo definido por binomios de oposición
(categorías del este y del oeste, del verano y el invierno, etc.)y de
principios numéricos (dualismo y partición en Cuatro) rige a la vez la
distribución del espacio, la representación del tiempo y la organización de la
sociedad, pero la heterogeneidad de los elementos a los que se aplica introduce
un juego de distorsiones, así como una
pluralidad Je perspectivas que se combinan, se complementan y se corrigen unas
a otras.
Empezamos con la
apertura del logos, la apertura del axis mundi, la apertura del chaupi del
koshi del mediador estableciendo el Tiqsi que es principio y final, materializando lo presente
eterno desde lo cual acontece la Pachaq que
es aquello desde lo que se abre o se constituye un ámbito de sentido o
un orden de vida siendo la pacha ese orden ya instituido donde el ser de devela
por la transferencia y retransferencia
del kama donde se crían el
espacio y el tiempo desde el afecto de una alma colectiva de un ahayu que ata y
desata Habiendo ciclos de apertura y cierre
pachakuti La vida se comprende desde el inicio como manifestación activa
de lo existente y la muerte básicamente como el retorno a su condición
potencial, germinal, todo este proceso consiste en recibir y dar el kAma que conlleva la significación de ánimo o
potencia que despliega y sostiene un orden vital. "lo que se da"
Pero ¿Qué es la apertura del logos? Es simplemente
atención pero ¿Qué es la atención? La pensadora
francesa Simone Weil, que hizo de esa pregunta el corazón de su filosofía,
responde: la atención es la capacidad de esperar. Una espera no resignada, sino
activa, intensa, alerta.
Simone Weil distingue atención y
concentración: la atención no es un esfuerzo trabajoso de voluntad, sino un
estado de apertura y disponibilidad. Al mundo, a los otros y a la situación que
habitamos. No requiere tanto de un trabajo o de una disciplina penosa, como de
una relación con el deseo y la alegría. Si hay deseo hay atención, ponemos
atención a lo que deseamos. No consiste tanto en “enfocar” o “centrarse”, sino
en vaciarse de prejuicios para ser capaces de acoger algo desconocido y no
previsto de antemano.
Es la cualidad, para Simone Weil, de
todo aprendizaje y de toda relación no instrumental con los otros.
Lo único que debe enseñarse en la
escuela, recomienda provocadoramente Weil, es justamente a prestar atención. Un
ejercicio de lógica o de filosofía, de matemáticas o de literatura, sólo son
diferentes modos de ejercitar la capacidad de atención. Primero, resistir a
todas las tentaciones de “querer saber demasiado deprisa”: el juicio inmediato,
la toma de posición automática, el uso de etiquetas y estereotipos para
orientarse. Después, elaborar un punto de vista singular y propio sobre lo que
sea que se nos presente o que nos afecte.
La facultad de la atención, como
pasividad o espera activa, nos desafía a experimentar una temporalidad no
inmediatista: no precipitarse o abalanzarse, no quedar llenos de manera
prematura, no tener ya una opinión sobre todo lo que pasa o saber siempre de
antemano cuál es la opción correcta, sino sostener el tiempo de elaboración de
una verdad propia. Un tiempo de proceso, ese “tiempo de ver, comprender y
decidir” del que hablaba también el psicoanalista Jacques Lacan.
El segundo sentido de la atención
para Weil es la atención al otro. La atención como base sensible de la relación
con el otro. ¿En qué sentido?
Weil lo explica a través de la
parábola del samaritano: lo fundamental en la relación de cuidado con el otro
es la pregunta “¿cuál es tu tormento?”. También a un paralítico, dice Weil, hay
que preguntarle cuál es su tormento. Es decir, no presuponer, hablar o pensar
por el otro, considerarlo según su apariencia o su origen, sino siempre
preguntar y escuchar. Atender a su diferencia, a su singularidad, a su carácter
de sujeto.
El cuidado es siempre singular y
cambiante. Solicita de nuestra parte una pregunta y un diálogo constante con el
otro. De otro modo puede ser también algo opresivo, alienante, asfixiante: ser
cuidado como objeto, unidad de una serie, parte de un rebaño. Lo que solemos
llamar el mal querer.
Por esto mismo se da la atención esta
apertura del logos en el amor y en tanto este amor sea pleno ágape, el
tiempo-espacio que se instituye es un tiempo espacio de luz eterna Illa tiqsi,
de gracia en compartir el kama, dirían los
orientales de nuestro chi, dirían los occidentales de nuestra energía de
nuestro trabajo, pero este trabajo está casi exento de obstáculos, de tensiones, es energía vital que
realmente fluye desplazándose y condensándose.
¿Pero es así de ideal la cosmovisión
andina, realmente es un transferir y retransferir de la luz eterna?
No, la cultura andina no logra esta
plena conciencia, pero en su apertura existencial y en su acción hay una
reciprocidad que constituye una pacha donde todo queda integrado en una
sola alma en un ahayu, estando mucho más cerca del cumplimiento de este amar al
otro como a uno mismo que toda la cultura occidental y oriental pero el
problema es que a diferencia de la cultura occidental y oriental esta cultura
mediadora en vez de profundizar la mediación a una mediación de la gracia, queda
totalmente rota sin posibilidad recíproca, recibiendo enfermedad y devolviendo
enfermedad, por esto la urgencia de un TAQUI ONQOY.
Veamos y escuchemos con atención este
dialogo https://www.youtube.com/watch?v=JIefU5aIu1U&t=35s
Aquí se discute la identidad andina, por un lado los que defiende un conservar
esta identidad y por el otro los que defiende una adaptación de la misma a los
tiempos globales, pero el problema es que el fondo de la discusión es antropológico
y como tal relativista y entonces plantear que es una cosmovisión andina se
hace imposible, al final todo queda reducido a ritos vacíos que han perdido su
sentido y que no pueden recupéralo, con lo cual no hay horizonte futuro, por
esto nosotros abordamos la cosmovisión desde un fondo ontoteológico creativo de
la liberación, en el cual lo múltiple se
despliega desde una unidad.
Pero demos un vistazo a un esquema
convencional de lo que se entiende como cosmovisión andina
EL ESPACIO EN LA COSMOVISIÓN ANDINA.
El universo para el hombre andino es la casa grande (pacha) y que
el hombre es parte esencial de ésta; esta visión es reflejada en el dibujo por
Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua de Collagua, quien en 1613 al
escribir su "Crónica de Relación de Antigüedades de este Reino del
Pirú" dibujó e insertó en ella, un grabado sobre la cosmovisión
andina, que se encontraba en el Altar Mayor del Templo del Coricancha en Cuzco,
el cual denominó Chakana.8 Esta representación gráfica del
universo es una casa que pertenece a una familia, la humanidad, fuera de la
casa no hay nada, dentro de ella todo está relacionado a través de ejes
especiales donde el hombre es el centro (una cruz, la chakana) de arriba/abajo
y derecha/izquierda (Fig.
3).
El espacio, por lo tanto, para el hombre andino está constituido
por tres niveles: 1) los de arriba Alax-pacha, 2) este mundo donde vive el
hombre aka-pacha y 3) los de abajo manqha-pacha.9(Fig.
4)
ALAX (HANAQ) PACHA: El mundo de arriba o celestial,
es el cielo astronómico y divino, está integrado por: Dios Creador (Sol Thunupa
-Wiracocha), La luna, El Rayo y los Achachilas.
Dios Creador (Sol - Thunupa - Wiracocha) es fuente de vida, padre
y protector de la humanidad y antecesor de la dinastía imperial, el sol fue el
principal divinidad de los pueblos andinos, es por eso que en casi todos los mitos
analizados figura como dios creador. Este dios creador también se le conoce en
el mundo andino con el nombre de Thunupa.
AKA (KAY) PACHA: Es el mundo o la tierra, pero
también es lo real, aquí y ahora en que vivimos los humanos, es la calidad
espacio-temporal directo y concreto. Es la "Pachamama" o sea la
"Madre tierra".
La Pachamama, es la diosa femenina de la tierra y la fertilidad;
una divinidad agrícola benigna, concebida como la madre que nutre, protege y
sustenta a los seres humanos. La Pachamama es tierra fértil que alimenta a los
hombres; la tierra domesticada por el trabajo y el ingenio humano, es decir el
espacio humano. La Pachamama vendría a ser pues la diosa de la agricultura
comunal, fundamento de toda civilización y los estados andinos.
El Aka-Pacha es el nivel intermedio entre el Alax-Pacha y el
Manqha-Pacha donde vive el hombre (jaque o runa). Allí las fuerzas
contrapuestas de arriba y abajo se encuentran y libran sus batallas o se
complementan en síntesis generadora. De esta manera, la mujer madre recibe las
acciones del Dios Creador y del Genio Maligno, y en su seno conjunciona a estos
principios opuestos para dar origen a la humanidad y a la civilización. Es por
ello que esta entidad mediadora constituye el núcleo o centro (Taypi) de la
creación.
MANQA (UKHU) PACHA: Es el mundo de abajo, desconocido
o lugar tenebroso donde habitan los espíritus malignos como el: genio maligno,
la serpiente, supaya y wari.
El genio maligno, es un personaje subterráneo y arcaico asociado
con la oscuridad que se encuentra representado con seres que habitan en la
profundidad de la tierra. Es en si una divinidad que se encuentra representada
por las serpientes y pachacamac.
La serpiente, llamada Katari por los Aimaras, es un ser monstruoso
y maligno, investido de poderes sobre naturales. Katari es, por tanto, una
enorme serpiente subterránea que arroja fuego y que ocasiona movimientos
sísmicos, catástrofes y muertes; es una divinidad crónica temible que encarna
las fuerzas naturales que el ser humano es incapaz de controlar. Los
terremotos, pestes y catástrofes con que se asocia a la serpiente son amenazas
de la naturaleza salvaje contra el orden civilizado, y asimismo señales de
pachakuti o cataclismo transformador que conmueve desde su base a la organización
social.
EL TIEMPO EN LA COSMOVISIÓN ANDINA.
En la Visión Andina el tiempo es circular, mejor dicho es un
vórtice ascendente, es el eterno retorno. Hay una gran diferencia con el modelo
del tiempo occidental, el mismo es lineal e irreversible, esta concepción se
remonta hasta San Agustín quien veía el tiempo de forma
lineal, desde la creación del mundo hasta el Apocalipsis; San Agustín al mirar
el horizonte veía la ciudad de Dios.
La cultura andina ve un mundo vivo que late al ritmo de los ciclos
cósmicos y de los ciclos telúricos y que es el ritmo de la vida, su
"tiempo", por tanto, es cíclico. Esta dinámica se basa en
la cultura andina y es así que cada acción tiene un momento y un espacio:
el ciclo vital marca la vida humana y la vida mítica en donde todos los seres
nacen, crecen, se reproducen, mueren para volver a nacer, pachakuti.10 Por
lo tanto esta concepción es triádica: pasado, presente y futuro.11
Pachakuti, regreso o retorno del tiempo, vuelta al lugar de
origen, revolución y transformación. Kuti es el regreso una
vez más en lo biológico, social y cósmico (Fig.
5).12
NAYRA PACHA. El pasado en la visión andina
está representado por la oscuridad (Ch'amak-Pacha), es el tiempo de la luna, es
una etapa pre-solar, es el tiempo de las chulpas donde ha predominado un tiempo
de caos y cataclismos que ha sufrido la tierra.
JICHHA PACHA. El presente se inicia con el
Pachukuiti, con la salida del sol y la aparición de la humanidad. Es el tiempo
de claridad del sol (Qhana-Pacha) y orden cósmico y social, es el florecimiento
de Tiahuanaco y del Tawantinsuyo.
JUTIRI PACHA O QHIPA PACHA. El futuro
es el tercer periodo del tiempo andino, se iniciara con el regreso de Viracocha
(la llegada de los españoles fue confundida con el retorno de Viraqocha).
En la cosmovisión andina, el concepto de tiempo y de espacio se
conjugan en uno solo: Pacha. Aimaras contemporáneos indican que Pacha es más
que esa conjunción, es el cosmos. Este cosmos es el tiempo-espacio donde
habitan todos los seres vivos, y por estar vivo, es dinámico, un fluir de
energías.
El tiempo es un concepto que en las culturas precolombinas
adquirió un papel fundamental. Tras analizar las fuentes comprendemos que,
posiblemente, el tiempo estaba vinculado al movimiento de las formas
astrales, al movimiento general de la Naturaleza. El tiempo, reconocido por el
movimiento-cambio, es perceptible, computable y cíclico; pues se basa en
secuencias repetibles, en la cosmovisión andina. Es un tiempo ilimitable, no
individual, el tiempo se mide a través del medioambiente, de los conocimientos
temporales producto de la Naturaleza.
El cómputo del año se identificó con los solsticios, entre otras
cosas, pues en esos días el sol detiene su carrera aparente. El Sol se detiene
cada seis meses en los trópicos de Cáncer y de Capricornio, vuelve sobre la
misma trayectoria.
LAS ESTACIONES EN EL MUNDO ANDINO.
Las estaciones son periodos climáticos en un año y tiene relación
con la posición de la tierra respecto al sol. En el hemisferio norte existe
cuatro estaciones en un año: primavera, verano, otoño e invierno.
"La Estación del año es el tiempo que aparentemente tarda el
sol en recorrer la eclíptica desde cualquiera de los puntos equinocciales y los
dos puntos solsticiales"13
En el mundo andino sólo existe tres estaciones: Jallu-Pacha
(tiempo de lluvia), Juypi-Pacha (tiempo de frio) y Awti-Pacha (tiempo seco) o
Wayra-Pacha (tiempo de viento). Como vemos, aquí también se cumple la trialidad
andina.14
JALLU PACHA. Tiempo de lluvia, corresponde a
los meses de diciembre, enero, febrero y marzo, se inicia con el solsticio de
verano, es decir el 21 de diciembre y termina en el equinoccio de otoño (21 de
marzo). Las lluvias favorecen los sembradíos y las buenas cosechas, es el
tiempo de la fertilidad y la abundancia (Fig.6).
JUYPI PACHA. Tiempo de frio, corresponde a los
meses de abril mayo, junio y julio, su expresión máxima coincide con el
solsticio de inviernos, es decir el 21 de junio (wilkacuti, regreso del sol).
En este tiempo la madre naturaleza o Pachamama duerme o descansa.
AWTI PACHA. Tiempo de los vientos (Wayra-pacha)
o época seca Awti-pacha. Se inicia a finales del mes de julio (21 de julio) y
continúa los meses de agosto y parte de septiembre (hasta el 21 de septiembre).
En el mes de agosto la Pachamama despierta; agosto es el mes de dar ofrendas a
la madre tierra, porque ésta despierta con apetito.
ETICA Y MORAL EN LA COSMOVISIÓN ANDINA
Los principios éticos del mundo occidental, desde la antigua
Grecia, son de carácter individual o personal. Uno de los principios éticos era
la búsqueda del bien (ética socrática) o la búsqueda de la felicidad
(eudemonismo, gr. eídemonía = felicidad) o la búsqueda del
placer (hedonismo, gr. hedoné= placer).
La ética andina es colectiva o comunitaria, es la búsqueda del
"Buen Vivir" o "Suma Qamaña", los principios éticos se traduce
en una trialidad de: 1) reciprocidad, 2 correspondencias, y 3)
complementariedad.
RECIPROCIDAD. La reciprocidad, entendida como
la solidaridad, es decir, la mutua prestación de servicios e intercambio de
bienes. Aquel que recibe algo debe devolver cuando el otro lo necesite. Por lo
tanto, en el hecho de dar lo que importa es el prójimo, no el afán de
beneficio. Estermann define:9
"La reciprocidad normalmente se establece entre dos actores,
sean estos individuales o colectivos, racionales o irracionales, humanos o no
humanos. Un acto éticamente bueno se califica por el grado de su conformidad
con la normatividad de la reciprocidad, y un acto éticamente malo por la
violación (total o parcial) de la misma. 'Reciprocidad' significa: a cada
'bien' o 'mal', como resultado del acto de un elemento cósmico, corresponde de
manera proporcional un 'bien'o 'mal' por parte del elemento beneficiado o
perjudicado. En el fondo, se trata de un principio cósmico
y universal de 'justicia', en el sentido de un equilibrio ético".
La forma más conocida de reciprocidad en el mundo andino es
el ayni, que se traduce en la ayuda mutua recíproca. Al
momento de la siembra, cosecha, construcción de la morada y en las fiestas
particulares (matrimonio o bautizo) o comunitarias (fiestas patronales), los
demás miembros del ayllu le ayudan a un comunero; pero como retribución
recíproca, éste también les ayudará a los demás en el momento oportuno.
CORRESPONDENCIA. La correspondencia es otro de los
principios éticos andinos, es de corresponder o devolver todos los bienes o
favores recibidos del prójimo o la comunidad. Estermann resume este principio
en una máxima de la siguiente manera:9
"Actúa de tal manera que contribuyas a la conservación y
perpetuación del orden cósmico de las relaciones vitales, evitando trastornos
del mismo"
COMPLEMENTARIEDAD. La complementariedad se
traduce en la armonía de la pareja y esta a su vez en el respeto hacia la
pareja o conviviente. La complementariedad conyugal, que implica una justicia
entre elementos diferentes, pero equivalentes como son el hombre y la mujer
(chacha-warmi). Los deberes de la pareja o los cónyuges son recíprocos y a la
vez complementarios, es decir: se complementan (juntos llegan a la plenitud que
contribuye en el bienestar del ayllu).9
CÓDIGO MORAL EN LA COSMOVISIÓN ANDINA.
El código moral andino se compone en un tricálogo de normas
simples pero fundamentales: ama sua (no seas ladrón), ama qella (no seas
flojo), y ama llulla (no seas mentiroso) (Fig.
7).
AMA LLULLA/JAN K'ARIMTI. El ama llulla (no mientas)
establece la reciprocidad a nivel de la verdad en el sentido del equilibrio en
el intercambio de información. Para los hombres andinos, hay que distinguir
entre la mentira y la inautenticidad; la mentira (llullakuy) es una severa
falta de reciprocidad porque no devuelve en forma proporcional una información
recibida, y por lo tanto trastorna el sistema universal de verdades.
AMA SUA/JAN LUNTHATAMTI. El ama sua (no robes)
es una norma que establece la reciprocidad en cuanto a la propiedad, el robo
trastorna el equilibrio existente en la posesión de bienes y ganado, lo cual
atenta a la armonía del ayllu. El robo es una infracción que afecta la justicia
distributiva para la subsistencia del ayllu; es una falta grave, severamente
castigada.
AMA QELLA/JAN JAYRAMTI. El ama qella (no seas
flojo) es una falta de reciprocidad al trabajo, el individuo flojo no
corresponde en exacta proporción al esfuerzo de los demás miembros de la
comunidad, por lo tanto, rompe la armonía del ayllu.
SALUD Y ENFERMEDAD EN LA COSMOVISIÓN ANDINA.
El concepto de salud y enfermedad en el mundo andino se basa en
los pensamientos mítico-religiosos, es decir metafísicos, la medicina andina
dista mucho de ser racional científica.
La medicina andina es mágica religiosa y empírico-racional: 1) Es
magia porque el chamán o hechicero (colliri o callahuaya) saca los "malos
espíritus" de la persona enferma, mediante maniobras y procedimientos de
adoración a las "huacas" creyendo que estos le devolverán la salud,
asumiendo el rol de tótem para protegerse de plagas y las enfermedades. 2)
Dentro del criterio empírico-racional, se incluye a las trepanaciones craneales
y la práctica herbolaria.15
El principio del "Buen Vivir" (Suma Qamaña o Sumaq
Kawsay) se complementa con el "Suma Jakaña", que quiere decir
"Vivir Bien". Desde estos conceptos la salud en el mundo andino
es un estado de equilibrio complejo y bastante precario, que puede ser roto por
una serie de circunstancias.
La composición totalizadora del individuo fue percibida como una
combinación de:
a. ELEMENTO MATERIAL: El cuerpo.
b. ELEMENTO ESPIRITUAL: Las formas anímicas.
c. COMBINACIÓN DE DOS FLUIDOS: El fluido
frío y el fluido cálido.
La salud se considera como un equilibrio, la enfermedad es un
estado en que dicho equilibrio se rompe.16
- Como un desequilibrio del organismo hacia los
extremos de frío-cálido o seco-húmedo.
- Como un desequilibrio ocasionado por la salida del
cuerpo del elemento vital el Ajayu, en los casos de susto y
acciones mágicas.
- Por castigo de ciertas entidades demiúrgicas, tales
como la tierra, el rayo, el agua, los muertos, las chullpas.
- Por acción de traumas y accidentes que ocasionan
daño a segmentos corporales u órganos. Los accidentes y traumas son castigo de
las divinidades.
Por ejemplo, en los escritos de Huamán Poma de Ayala (Fig.8) las
enfermedades más temidas están relacionadas con potencias materializadas de la
naturaleza y provocadas por agentes situados en el hurin-pacha. Algunas de
éstas fueron, según Huamán Poma de Ayala:17
- Pucyo oncuy, enfermedad del manantial.
- Pacha panta, enfermedad del horizonte.
- Chirapa uncuy, de la lluvia con sol.
- Pacha maca, enfermedad del abrazo de tierra.
- Ayapacha oncoycona, enfermedad provocada por los
cadáveres o los ancestros.
- Uaca macasca, herido por una huaca.
- Puyop tapyascan: maldecido por un manantial.
- Sara papa acoya ormachiscan oncuycona, por el maíz
o papal malditos
Según la concepción triádica andina el hombre se compone de tres
elementos vitales que son: 1) el alma, 2) el ánimo, y 3) cuerpo material donde
se hallan encarnados los dos anteriores:
- ALMA. El alma, o
soplo divino, es lo que da la vida y que se trasmite a través de las facultades
del pensamiento, de la sensibilidad, del movimiento, si éste sale del cuerpo
sobreviene la muerte.
- ÁNIMO. El ánimo, ajayu o
espíritu, es el fluido que da consistencia al cuerpo, sin causar la vida ni la
muerte, pero es un complemento, sin cuyo elemento la persona no puede vivir con
normalidad, y es el encargado del control del cuerpo; pues, si éste sufre un
estado anormal, genera caos y desorden, y sobreviene la enfermedad. Al ser el
ajayu el elemento aglutinador del cuerpo, cuando la persona se asusta
sobreviene la pérdida de ánimo que es causa de enfermedad,18
- CUERPO. El cuerpo es la sustancia o materia de
que está compuesta la persona y comprende los músculos, los huesos, la sangre y
otras sustancias palpables, es una entidad abierta a energías externas,
existiendo una semejanza entre el hombre y la naturaleza; así las montañas
tienen caracteres antropomórficos (similares a los humanos: achacchillas:
Illampu, Illimani, sajama), contienen órganos y funciones inherentes a las
personas, por su forma pueden ser machos o hembras, tener cabeza, cuerpo,
brazos y venas interiores; los animales resultan ser un espejo en el que se
puede ver o suponer lo que ellos tiene por dentro (la prueba del cuy).
La cosmovisión andina difiere de la visión o filosofía occidental,
esta última es racional (metafísica), liberal (individual) y antropocéntrica.
La cosmovisión andina es un sistema múltiple de relaciones, es la condición de
la posibilidad de conocimientos, vida y ética en el cosmos y el ayllu
(cosmocéntrica). La relacionalidad es el principio (arché) trascendental
(reciprocidad y complementariedad) entre el hombre y el cosmos o mundo; es
decir, entre el hombre y su comunidad, entre el hombre y la naturaleza. La
filosofía andina es la reflexión integral de la relacionalidad cósmica, como
manifestación de la experiencia colectiva andina de la realidad. Los principios
filosóficos andinos se componen de una trilogía o trialidad de fundamentos para
comprender la realidad andina.
En el ámbito de la vida práctica prevalece el principio de la
dualidad centrada en el Chacha-Warmia. Dualidad que se eleva como uno de los
elementos fundamentales de la vida práctica en organización social andina. En
tanto existía división espacial entre "lo de arriba" (Hanan) y
"lo de abajo" (Hurin), divisiones que a su vez se complementa por la
derecha (qupi) y la izquierda (cheqa), estableciendo por tanto un sistema
cuatripartito. En este sistema cuatripartito se funda el Tawantinsuyo (cuatro
suyus).
Mas esta dualidad oculta al mediador
que es el logos chaupi quipu cuando ata
y condensa y Koshi kene cuando desata y desplaza así en el eje vertical el
mediado está en el kay pacha pasando del uku pacha la semilla
al hananpacha la entelequia condensado
el sentido en un chaupi quipu y horizontalmente desplazando el kama en los 4
suyos, siendo el mismo logos mediador que ahora en el koshi kene retransfiere
desplazando el kama.
El problema es en este esquema es que
no nos dice que es el espacio tiempo realmente para la cosmovisión andina y es
que como todo esquema es analítico y ese no es el logos andino cuya
complementariedad no es otra cosa que la coincidencia de opuestos, más en un
plano existencial donde se da lo eterno como
un ser integrado un sin sein desde este ser se abre una retraferencia al
pasado, para abrir y cerrar un pachakuti.
Y entonces el tiempo andino no es
lineal eso queda claro, mucho menos mecánico y que decir del tiempo algorítmico
en el que nos encontramos ahora, pero lo que realmente nos importa es si
es un tiempo karmico de deuda de pecado o un tiempo nihilista de eterno retorno
donde lo karmico queda destruído en una voluntad de poder o un tiempo redimido
que se abre a la eterno como en una voluntad de ser o una eternidad de gracia que acontece
revelando el reino de la luz eterna.
Y lo que podemos comprender es que es
un tiempo karmico pero que logra superar la deuda desde el continuo sacrificio,
en un recipocidad con las wakas con lo sagrado, logrando una renovación
constante como un volver a la semilla para reiniciar el ciclo hay entonces un
eterno retronó de voluntad de poder y
una redención de voluntad de ser pero que no llega a la raíz misma de una
potencialidad omnipotente ni tampoco de una actualidad de gracia donde ya no se
pide el sacrificio. A simple vista parece hermoso una sociedad basada en la
reciprocidad pero y si las wakas piden más, llevado el sacrificio por los
dirigentes que exigen en nombre de las wakas
más sangre, más trabajo ya no resulta para nada hermoso ese mundo
reciproco sino más bien lo que tenemos es un infierno y eso es justamente lo
que hicieron los españoles al llegar pidieron más, en nombre de la gran waka
llamada Cristo, había que renovar el ciclo el pachakutic, más ya entes los incas
y otras culturas pidieron más al punto que tuvieron que desaparecer.
Hoy el capitalismo global no solo
pide más, sino que no da nada a cambio, así volver a una cultura de la reciprocidad parece
el camino, pero la pregunta es que nos vamos a dar, si el capitalismo global lo
consume todo, al mismo tiempo que produce y contamina.
Por esto es importantísimo un proceso
comunista, comprendido como una socialización que se dé desde las comunidades y no como una socialización
dictado desde una dictadura o desde una democracia, esta socialización parte de
compartir nuestro kama y en el nuestro espacio tiempo pero no como un tiempo
karmico de deuda sino como un tiempo de gracia y aquí se requiere el fondo
cristiano pascual y como fundamento de esa pascua el fondo dharmico existencial
en eso consiste nuestra alteración, cuando Mareategui dice que el problema del
indio es el problema de la tierra no le
falta razón debemos pasar a una socialización de la tierra pero desde un fondo ontológico
donde la luz eterna se transfiera y retransfiera logrando la sintraferencia en un Ahayu donde
todo quede integrado, dirán pero el fondo cristiano es un fondo antropocéntrico
y nosotros diremos desde lo dharmico ese fondo se disuelve pero para
fundamentarse y así hacer posible el eje vertical del hombre integrándose en el
Hananpacha con Dios, no renunciamos al eje vertical nos parece importante sin
este eje simplemente no hay orden , no renunciamos al orden patriarcal pero
este orden no puede quedar fundado en la gloria de Dios, que no es otra cosa
que la gloria del ego humano, sino que se funda en la nada misma donde nos
despojamos totalmente de todo poder, así mismo no nos quedamos en el orden
patriarcal, sino que complementamos lo patriarcal con lo matriarcal superando
tanto el orden matriarcal de la diferencia horizontal retransferencial como el
orden patriarcal de la transferencia,
complementadolos en una singularidad.
Esto no lo pueden comprender los
anarquistas si revisamos este documento:
https://drive.google.com/file/d/1Gr13y72yGMJVUOStjputkqnchuqMV95t/view?fbclid=IwY2xjawKOuOVleHRuA2FlbQIxMABicmlkETFQM2NKQzI4Yjltd0ZJbUpHAR4oKqWGodpZR3YPLDVbFyGiwG4Q-apUiZ0nlS4zTtgC9R3S3D6DkMPG3ydELw_aem_AsFwu5FgTwDPnhFWb6yz-g
Fundamento del anarquismo
Donde el anarquismo trata de
encontrar una teoría que lo fundamente en la antropología, veremos que lo que
buscan son sociedades donde no haya esta línea vertical, pero siempre la va a
ver más lo que se constata es que entre más progreso se hace imposible la línea
horizontal donde nos despojamos de todo poder, al contrario estamos yendo hacia
un tecno feudalismo para terminar miremos y escuchemos con atención esta
conversación donde se reflexiona la inteligencia artificial:
https://www.youtube.com/watch?v=ieYadopst4s
Por un lado Ramón López dice que la
inteligencia artificial no es inteligente y por el otro el entrevistado se ve
sorprendido por los avances de la inteligencia artificial, no se atreve a
afirmar que la inteligencia artificial es realmente inteligente lo cual
pareciera sugerir que tiene conciencia pero se abre a esa posibilidad en un
futuro a lo cual Ramón se niega, el debate se centra en trata de comprender que
es la inteligencia artificial, y se quedan con la imagen de una caja negra lo
cual para Ramón no quiere decir que no
podamos saber que no piensan, basta unos ejemplos donde vemos que la
inteligencia artificial realmente no comprende, al cambiar patrones que no
contempla en su entrenamiento para Ramón se comprueba que la
IA no es inteligente ya que colapsa ante estas alteraciones, pero el
entrevistador cita ejemplos donde la IA ha logrado resolver problemas que no
contemplaban sus entrenamientos para el
queda claro que es una cuestión de experiencia entre más experiencia adquiera
la IA esta lograra resolver más problemas, pero tratar comprender la
Inteligencia artificial pasa por tratar de comprender que es la inteligencia y
esto no se puede hacer desde un estudio de la lógica como pretenden en esta
conversación sino desde un estudio del logos y desde ese estudio queda claro
que la IA no tiene una apertura afectiva y por lo mismo no puede comprender ni significar
, porque el significado se da en una relación afectiva, que este tipo de
relación la hayamos perdido no significa que no sea el fundamento de la
significación sino más bien comprueba que cada día somos menos inteligentes,
por esto es tan urgente volver a relaciones de transferencialidad y retransferencialidad
afectiva como las que hay en la cultura andina y en todo cultura fundamental y
fundamentada, este es el reto si queremos superar la pos humanidad y encontrar
al hombre como un mediador del cosmos y no al ciborg como un mediador que no
media sino que configura nuestras vidas en una simulación zombi.
El Inka tenía hipogeo en la chullpa, generalizando,
donde a cuclillas por cuasi no cabe. No le defienden venenos volátiles como el
Faraón; cuando a él se llega, sentimos impacto emotivo viniendo del fondo de
los milenios y de los conturbados humores, que el sistema digestivo se altera y
siéntese la necesidad del regüeldo y si no habrán de experimentarse las
consecuencias de intoxicación sin agente, seña de haber sido repulsiva la
visita a la momia [El muerto está vivo]. El muerto está allí, en la chullpa,
vivo. Le llaman el chullpa-tullu, el hueso del antropopiteco americano. Pues
bien, según la coordenada, allí se ha operado fenómeno de la naturaleza de la
transfixión mística, por el cual el espíritu supuesto de la divinidad se insta
en la naturaleza del transido, como en Teresa de Jesús, que sufría las
consecuencias enervantes de esas posesiones de amor divino que la sumían en
abismo de una muerte deleitosa. En la chullpa no habrá espíritu divino, sino el
alma del muerto (no supuesta) que apodérase del individuo actual a título de un
derecho de vida. - ¡Ahayu-watan! el alma
amarra!
PLATÓN ¡Maestro! ¡Maestro!... Llévame a donde te lleva
el hombre. ¡Te comprendo! ¡Te comprendo!... El progreso no debe adobársele en
el maniquí, sino en el seno santo de la madre... ¡Sabio Analfabeto!...
[VOCES] [Se ha
rendido Platón ¡Haylly! Triunfó el animal hombre en el Tawantinsuyu]
Más si se abre este animal ampliamente
el hijo logos, pez de oro abre a la
madre y esta no es otra que el Padre Khori puma.