martes, 1 de julio de 2025

De la conciencia de clase a una conciencia ontológica

 

De la conciencia de clase a  una conciencia ontológica 

 

 

Sin conciencia de clase mi pareja no es mi pareja, solo una chica que no sabe a donde va. Sin conciencia de clase, tus amigos son gente que pasa el rato. Sin conciencia de clase un animalista es un sentimental que ama a los perritos y una feminista una chica que juega al fashion look de trapos a colores, la peluquería dominante fucsia y la creencia de que la realidad cambiará por una ausencia de depilación. Sin conciencia de tu posición en la distribución del trabajo y la riqueza solo eres una marioneta, un producto de mercado, una mercancía en el bolsillo de alguien. El mundo también forma parte de la división del trabajo y américa es para el imperio el socavón, el mar con peces, la tierra con productos trabajados por esclavos y un gremio de testaferros dueños de concesiones cuyas vidas ocurren al margen de la producción y el trabajo y sus familias endogámicas producen estúpidos con riqueza.

 

Javier Arévalo

 

Christian Franco Rodriguez

Sin conciencia ontológica no hay conciencia solo ideología

 

Javier le puso un me gusta a mi comentario, lo que a mí  me deja claro que no lo entendió 

Para comprender que es una conciencia ontológica comprendamos lo que es la deconstrucción mirando este video:  

 

 

https://www.facebook.com/reel/1070271647851659

Y entonces la deconstrucción es todo lo que la repuesta intenta callar

Pero supongamos que no subrayo nada o que subrayo todo entonces todo daría lo mismo es decir nada importaría.

 

Entonces la cuestión no es dejar de subrayar sino pensar porque subrayo esto y no el resto y para saberlo pasar a subrayar el resto dejando se subrayar lo uno es decir lo primero que hemos subrayado y entonces surgirá un conflicto entre lo subrayado primero y lo subrayado segundo es decir entre lo uno y la diferencia más si nos damos cuenta son lo mismo ambos son solo algo que se hace fondo y centro según nuestra cibernética.

 

Gabriela Piccini

Christian Franco Rodriguez el conflicto nunca termina. Es circular

 

Laura Alesandretti

Christian Franco Rodriguez no es conflicto todo lo contrario

 

Gabriela Piccini

Laura Alesandretti siempre es conflicto. Si no hay conflicto no hay comprensión

 

Christian Franco Rodriguez

Laura Alesandretti Por supuesto la deconstrucción no intenta ninguna dialéctica sino desmontar toda posibilidad de código binario donde se establezca un centro o un fondo más solo redecontruyendo conprendiendo que lo uno y la nada son lo mismo es que el conflicto entre lo uno y la diferencia puede superarse ya que al multiplicar la diferencia siempre habrá un centro, es decir siempre estaremos subrayando.

 

Laura Alesandretti

Gabriela Piccini puede haber compresión sin conflicto

 

Christian Franco Rodriguez

Laura Alesandretti Yo pienso que no, puede haber análisis, puede hacer cuestionamientos y hasta diversas interpretaciones pero la compresión se da cuando se vislumbra una salida al conflicto

  

Pero claro los posestructuralistas insistirán de que no hay conflicto sino múltiples diferencias, esto parte de Heidegger si leemos el Dasein como un encontrarse más allá  del dasman (de lo ser uno más del promedio), realmente no hay conflicto, pero en la realidad la cibernética del sistema no dejara que ocurra una diferencia y habrá  conflicto, más la ontología de Heidegger quería superar la unidad metafísica no entrar en conflicto con ella porque de hacerlo su ontología se quedaría atrapada en la tensión con la metafísica  lo cual es inevitable el conflicto entre lo uno y lo múltiple se dará de todas maneras y solo profundizando nuestra conciencia ontológica nos daremos cuenta que lo uno y lo múltiple son lo mismo claro en tanto superemos la herida que se causó  subrayando  a uno y no a otros.

Dostoyevsky lo comprende muy bien

https://www.youtube.com/watch?v=RaMzd1nRqHo

  

La libertad humana no es absoluta es una libertad mediada por distintas determinaciones y solo puede ser absoluta en Dios en tanto en él se supera la herida de toda mediación por lo mismo la conciencia ontológica siempre será conciencia ontoteologica porque solo en Dios los subrayados y no subrayados se dan cuenta que son lo mismo, perdonándose y superando todo cibernética es decir todo subrayado.

 

Pero analicemos ahora el subrayado marxista y su cibernética tratando de superar su gran problema ya que al no  querer saber nada del fondo onteoteológico se quedan en el conflicto entre un subrayado rojo  y uno negro fascista o uno azul liberal impidiendo tanto la unidad como la diferencia es decir el marxismo es el subrayar del conflicto.  

 

Repitamos la cuestión para descubrir más claramente la posición metódica de Marx. No se trata de que las categorías o el orden del pensar produzcan la realidad (Hegel). No se trata de pensar que la realidad se manifiesta ya claramente en la representación plena (empirismo). No se trata tampoco de confundir el orden del pensar (categorías) con el de la realidad (en esto tiene razón Proudhon cuando distingue ambos órdenes). Pero tampoco debe pensarse que ambos órdenes están absolutamente separados, lo que determinaría que el orden de la sucesión o movimiento de las categorías es efecto del puro orden del pensar (idealismo, al fin). Pero tampoco puede pensarse que el orden de las categorías está determinado por su aparición en la historia (primero las categorías más antiguas y posteriormente las más modernas). No. El orden de las categorías (orden del pensar teórico, que surge de la realidad pero no se confunde con la realidad) debe estar determinado por su posición sincrónica y esencial en la moderna sociedad capitalista. De esta manera el orden de las categorías (aunque sea un orden teórico) reconstituye la realidad en un orden abstracto, surgiendo desde la misma realidad (no desde las ideas). Pero la realidad a la cual el orden de las categorías hace referencia es la totalidad concreta, con múltiples determinaciones, que es la moderna sociedad burguesa. Veamos esto por partes. En primer lugar, las categorías no son puras ideas que surgen de las ideas; ni son la realidad misma: Las categorías económicas… expresan formas de ser (Daseinsformen), determinaciones de existencia (Existenzbestimmungen), a menudo simples aspectos de esta sociedad determinada (27,26-31; 26,41-45). Lo real (“la moderna sociedad burguesa en este caso es algo dado tanto en la realidad (Wirklichkeit) como en la cabeza”; ibid.) es el punto de partida de la abstracción. En lo real, las determinaciones son momentos de su existencia, formas de ser de la misma sociedad. En cuanto abstractas son ya fruto de un  acto analítico de separación metódica. Las determinaciones abstractas, en tanto definidas, son “conceptos”, y en cuanto “instrumentos” o “mediaciones” interpretativas, son categorías. El orden que guardan entre sí las categorías es el mismo orden real que guardan las determinaciones como momento de la realidad de la sociedad burguesa concreta. Por otra parte, al comprender la realidad de la sociedad burguesa comprendo al mismo tiempo la realidad de las sociedades anteriores menos complejas. Pero, y es esencial, no puede confundirse la estructura de la sociedad burguesa con el “orden natural” de la economía válida para todas las épocas –es el fetichismo en el que caen los economistas burgueses: La sociedad burguesa es la más compleja y desarrollada organización histórica de la producción. Las categorías que expresan (ausdrücken) sus condiciones y la comprensión de su organización permiten al mismo tiempo comprender la organización y las relaciones de producción de todas las formas de sociedad pasadas… [Sin embargo] ellas pueden contener esas formas de un modo desarrollado, atrofiado, caricaturizado, etc., pero la diferencia será siempre esencial (wesentlichem Unterschied) (26,23- 27,5; 25,43-26,23). Si tomamos por ejemplo el trabajo, podemos comprender que se trata, en primer lugar, de una determinación real del ser humano. Al mismo tiempo se tiene del trabajo una representación cotidiana plena, confusa e imprecisa. Se puede efectuar una abstracción y considerarlo como objeto de un análisis teórico; alcanzaría así el estado de ser, por una parte, una  determinación abstracta, y, por otra, un concepto. El “trabajo en general” es el fruto de una abstracción: Esta abstracción del trabajo en general no es solamente el resultado espiritual de una totalidad concreta de trabajos… [sino que es también] la indiferencia ante un trabajo determinado que corresponde a una forma de sociedad (25,30-32; 25,10-13). El trabajo real, concreto, el del panadero, es un trabajo “determinado” –determinado por la “determinación” de la técnica y el arte de hacer o fabricar panes. Si se abstrae del trabajo del panadero el que sea un “determinado” arte o técnica (la técnica de “hacer panes”) se obtiene un trabajo indeterminado, indiferenciado, un trabajo abstracto: un trabajo “en general”. Este trabajo en general (determinación esencial abstracta) no es la suma de todos los trabajos reales (“totalidad concreta de trabajos”), sino la “esencia” del trabajo como trabajo, en cuanto tal: la “laboriosidad” esencial abstracta que comprende todas las determinaciones o notas de todo aquello que se denomina en concreto y realmente “trabajo”. El “concepto” de trabajo es el fruto de un análisis de sus determinaciones esenciales (tal como Marx indicó en el caso de la “producción”). Sólo después de tener un “concepto” del trabajo podemos constituirlo en “categoría” económica: El trabajo parece ser una categoría totalmente simple… Un inmenso progreso se dio cuando Adam Smith rechazó todo carácter determinado de la actividad creadora de riqueza, considerándola simplemente como trabajo (Arbeit schlechthin) … Con la  universalidad abstracta (abstrakten Allgemenheit) de la actividad creadora de riqueza, se da al mismo tiempo la universalidad del objeto determinado como riqueza (als Reichtum), como producto en general…” (24,30-25,13; 24,13-37). Para Marx la partícula comparativa “como” (als) tendrá una significación ontológica fundamental, ya que expresará, en su momento, la subsunción (Subsumtion) o acto por el que una parte es asumida por el todo. Sin embargo, aquí el “como” (entre los clásicos latinos el ut o in tantum) viene a indicar la reduplicación abstracta: el trabajo como trabajo (la “laboriosidad”), el producto como producto (la “productualidad”). La relación indeterminada, indiferenciada (téngase en cuenta el sentido hegeliano de las expresiones) del trabajo-objeto, pareciera ser el horizonte categorial más simple y primero de toda la economía política moderna. Es así que se habla de la “abstracción de la categoría trabajo, el trabajo en general” (25,41-42; 25,21-22). Luego de haber descrito los diversos planos (determinación real, representación confusa, determinación abstracta, concepto y categoría) es necesario volver sobre la cuestión del “orden” dentro del cual deben ser tratadas las categorías. Pareciera, por ejemplo, que la “renta del suelo” (una categoría económica) debiera ser la primera, ya que la agricultura se encuentra presente en todas las formas de producción y desde las más antiguas. Si así fuera, comenzaría (origen) siguiendo el orden del tiempo (la historia). Pero Marx se opone diciendo:  En la sociedad burguesa ocurre lo contrario. La agricultura se transforma cada vez más en una simple rama de la industria y es dominada completamente por el capital” (28,26-29; 27,31-34). Históricamente se podría comenzar por la “categoría” renta del suelo (diacrónicamente), pero en la sociedad burguesa, por ejemplo, la categoría capital es anterior a la renta del suelo –ya que la funda en la realidad histórica y la explica teóricamente (sincrónicamente): No se puede comprender la renta del suelo sin el capital (28, 33- 34; 27,37-38). De esta manera “el capital... debe constituir el punto de partida” (28,35-37; 27,38-41). Pero el capital es una categoría “compleja “, o “más concreta” que la más “simple” o “abstracta” de trabajo. Por ello, aunque el capital deba exponerse antes que la renta del suelo (porque está supuesto y la explica), antes que el capital habría que comenzar por el trabajo (y otras categorías simples) para llegar al capital como resultado. Además de la descripción esencial de una categoría y el descubrimiento del lugar que ocupa en el orden de la exposición (que es análogo al lugar que ocupa en la moderna sociedad burguesa, en la realidad), se puede todavía descubrir “las distintas posiciones (Stellung) que ocupan las categorías en los diversos estudios (Gesellschaftsstufen) de la sociedad” (29,18- 20; 28,22-23). 

 

 

Para resumir, provisoriamente, podemos indicar entonces que las categorías más simples (determinaciones abstractas o conceptos construidos) pueden, por su parte, constituir categorías más complejas (así la categoría trabajo puede constituir un supuesto de la categoría dinero, y la categoría dinero constituye por su parte un supuesto del capital). Y las categorías más complejas o concretas (“totalidad construida en general”, nivel 4 del esquema 5) pueden explicar, por medio de las categorías que la componen (por ejemplo “capital constante” o “capital variable”), a la “totalidad concreta histórica explicada” (nivel 6), la moderna sociedad burguesa. Las categorías son así elementos o mediaciones de construcción (constitución) o explicación; momentos hermenéuticos esenciales del método. Marx será sumamente cuidadoso en la construcción de las categorías y en el establecimiento de su orden. Desde ya podemos indicar que los tomos II y III de El capital no pudieron ser terminados porque la construcción y el orden de las categorías, que eran los temas de esos libros, no pudieron ser claramente expuestos. Y cuando Marx no tenía “ante los ojos” la totalidad de la cuestión a ser expuesta (es decir, todas las categorías necesarias y su orden respectivo) con extrema precisión, no cometía la irresponsabilidad de editar lo todavía confuso. Marx es un genial ejemplo de metodicidad, de propia exigencia intelectual, de extrema responsabilidad ética: era un teórico revolucionario que asumía su función propia con la misma disciplina con la que un albañil fabrica una pared perfectamente vertical (y cumpliendo las reglas del arte), o con la que un sindicalista prepara una huelga en la que arriesga su vida. 

 

 

El proudhonismo tenía cada vez más fuerza en el movimiento obrero y era necesario mostrar sus falacias. Marx “entra” entonces en sus investigaciones instigado por la realidad social (la praxis del mundo obrero le impulsa a clarificar cuestiones “teóricas”, como intelectual orgánico que era). Pero, al mismo tiempo, la crítica al monetarismo (“dinerarismo”) de Alfred Darimon constituyó como la ocasión de “ir calentando la máquina” –acción matutina de todo chofer de auto– para que su propio discurso fuera tomando consistencia; al comienzo con vacilaciones y después paulatinamente con más decisión. El “punto muerto” en el que había caído el Cuaderno M nos muestra cierto desconcierto acerca de “por dónde empezar”. La cuestión del “dinero” le había preocupado siempre,  y aun le parecía que era el “punto de partida” más lógico de la economía –aunque por “moda” había iniciado la reflexión en el Cuaderno M por la producción. Lo cierto es que descubrirá muy pronto que esa no era la categoría más simple por donde se debía iniciar el discurso. Ésta será, quizá, su primera conclusión en vista al “orden de la exposición” posterior –ya que, de todas maneras, el tratado sobre el dinero en los Grundrisse era el primero de cuatro que escribiría en diez años  Marx “entra” por el dinero en su discurso, pero rápidamente comienza a descubrir los supuestos (lo “puesto” “debajo” de esta categoría), lo que le llevará a ir progresivamente desarrollando su posición teórica “definitiva” sobre el asunto. 3.1. Crítica a la posición dineraria del proudhoniano Alfred Darimon (37,1-50;1; 35,1-46,8) En primer lugar, Marx expone críticamente la posición de Darimon. En una segunda parte, critica el juicio de los proudhonianos sobre las medidas tomadas por el Banco de Francia. En un tercer momento, muestra la causa de los errores del “dinerarismo” superficial. 

 

 

Pareciera que “todo el mal procede de la predominancia que se obtiene al conservar la presencia de los metales preciosos en la circulación y el intercambio” –cita de Darimon. Es decir, la circulación ha sido puesta como causa principal de la crisis que se sufre. Marx trata la cuestión en detalle (37,6-42, 17; 35,6- 39,15), para mostrar la parcialidad en el análisis económico. Si se deseara culpar de todo a la existencia de dinero metálico, se debería razonar con mayor coherencia. “A la columna de la reserva metálica y a la de documentos descontados, [se debería haber antepuesto] una columna sobre el monto de los billetes en circulación”.54Darimon sólo presenta hechos tautológicos, y no puede demostrar una causalidad directa entre el aumento de la cartera (en 101 millones de francos) y la disminución de la reserva metálica (en 144 millones). “Una disminución en la reserva metálica inferior al aumento de la cartera se explicaría entonces por el hecho de que al mismo tiempo aumentó el depósito de metal, o que una parte de los billetes emitidos al efectuar descuentos no ha sido convertida en metal y sigue circulando, o sirvieron para pagar los documentos vencidos.” En conclusión: Sus referencias a hechos económicos no sólo no ofrecen pruebas para sus teorías, sino que ofrecen muestras de cómo la no asimilación de estos hechos es lo que les permite jugar con ellos. y su modo de jugar con los hechos revela la génesis de su abstracción teórica (42,12-17; 39,10-14). 

 

¿Cuál es la génesis de dicha abstracción? Pronto lo veremos. En efecto, en segundo lugar (42,18-45,15; 39,15-42,7), Marx se dirige al origen o génesis teórica de la falacia. Para Darimon, el Banco “adoptó una serie de medidas” a fin de defender sus reservas en metales preciosos, y los sustrajo al servicio del público “en el momento mismo en que el público tiene más necesidad de sus servicios”. Pero, al fin, el mismo Darimon reconoce que “las causas que sustrajeron su metal precioso al banco fueron la mala cosecha y la consiguiente necesidad de importar trigo del exterior” –que había que comprarlo con metales preciosos. Marx agrega que ha olvidado la crisis de la seda (y sus compras a China) y la guerra en Oriente (con prestamos por 750 millones de francos). Es decir, comienza a reflexionar Marx, se ha producido un déficit “en dos de las más importantes ramas de la producción” (cursivas nuestras). La “disminución de la producción nacional” y el “empleo inusitado del capital francés en los mercados extranjeros” (por la guerra), exigía pagar en el exterior no con dinero, sino con el oro y la plata misma –moneda mundial reconocida. Todo esto significó una “disminución absoluta de la riqueza nacional”. La cuestión no se sitúa –como piensan los proudhonianos– en la necesidad de crear un “nuevo sistema bancario” que aboliera “el fondo en metal”. La cuestión estriba en crear nuevas “condiciones productivas y comerciales”. Así pasa Marx al tercer aspecto (que está en el texto incluido al inicio de este capítulo): “Hemos llegado así al problema fundamental… ¿es posible revolucionar las relaciones de producción… mediante una transformación del instrumento de circulación?” y concluye: 

 

 

Bastaría la falsedad de esa premisa fundamental para demostrar una incomprensión igual de la conexión interna de las relaciones de producción, de distribución y de circulación (45,34-36; 42,24-27). Éstas fueron las conclusiones del Cuaderno M, en cuanto a la relación entre producción, distribución e intercambio. Pero allí, como aquí, Marx dará preeminencia al momento material por excelencia de la producción. Y, por ello, los proudhonianos no han descubierto la cuestión de “la relación misma de producción expresada en la categoría dinero (Kategorie Geld)” (46,7; 42,38). Por primera vez habla en este Cuaderno I de una “categoría”, y al mismo tiempo relaciona esta “categoría” con la cuestión material: Este problema general de la relación de la circulación respecto de las otras relaciones de producción… es curioso que Proudhon y sus compañeros ni siquiera lo planteen (46,23-27; 43,10-15). Aparte de algunas críticas sobre la identificación de la circulación del dinero con el crédito, etc., Marx continúa durante tres páginas sobre el mismo tema. 3.2. Pasaje dialéctico de la circulación a la producción (50,2-61,20; 46,9-55,38) Llamamos “pasaje” al proceso metódico de ir de lo superficial a lo profundo, de lo complejo a lo simple (camino inverso de la “ascensión” propuesta en el Cuaderno M). Del dinero a la   mercancía, de la mercancía al valor, y, por último, del valor al trabajo vivo. Debo indicar que no pienso que Marx tuviera conciencia de este camino que emprende. Pareciera que lo realiza de manera “natural”, siguiendo la dirección de una reflexión habituada a buscar el fundamento de las cosas. De todas maneras puede verse claramente esa dirección en su discurso. Además, muy pronto, se advierte un uso metódico de la abstracción: Para no confundir el problema introduciendo elementos no esenciales (unwesentliche), es preciso imaginar una nación en la que existe el free trade del grano (52,28-30; 48,24-26). Como puede verse se descartan variables que producirían “ruido” en un análisis esencial (de la esencia de la cuestión). a] Del dinero a la mercancía (50,2-51,36; 46,9-47,33) Para Darimon “el oro y la plata no son mercancías (Waren) como las otras: como medio universal de cambio ellas son mercancías privilegiadas y precisamente en virtud de este privilegio degradan a las demás mercancías” (50,2-5; 46,9-12). La solución a este problema sería: elevar a todas las mercancías al nivel de dinero, o degradar al oro y la plata de dinero a meras mercancías. Pero esto es simplemente una ingenuidad: El verdadero problema es el siguiente: el sistema burgués de cambio ¿no hace necesario un instrumento de intercambio específico?” (50,22-24; 46,27-29) 

 

 

De nuevo el método: la parte se explica por el todo. Es necesario ascender de lo abstracto a lo concreto: el oro como dinero es lo abstracto (la parte); la totalidad del sistema burgués de intercambio es lo concreto (el todo). Lo que explica el comportamiento del dinero (una categoría) (nivel 3 del esquema 5 del capítulo anterior) es el todo concreto del sistema burgués (nivel 4 del mismo esquema). Si se considera la totalidad del sistema burgués de intercambio se podrá descubrir que necesita, de todas maneras – aunque no lo quiera un cierto socialismo proudhoniano– un “equivalente universal” en la figura de un “equivalente particular” (el oro). Con la pretendida abolición del dinero no se gana nada, ya que aparecerá otra forma de dinero en su lugar. La transferencia al extranjero de oro y plata en un momento de crisis no se explica sólo por el comportamiento del oro y la plata “como dinero (als Geld)” o “como moneda (als Münze)”, sino “como capital (als Kapital)” (51,5-6; 47,5-6), y, de todas maneras, en una crisis de producción interna o por una guerra en el extranjero, se transfiere siempre capital –y el dinero nada tiene que ver. Es la mercancía la que explica la cuestión: falta de producción de mercancías en el interior; venta de mercancías improductivas al exterior –pérdida de capital, por tanto. Marx entonces, para explicar la cuestión de una crisis dineraria, se dirige a la mercancía (flecha a del esquema 6) o al capital (flecha b). El déficit no es entonces de oro sino de capital y trabajo:  Una parte de su capital o de su trabajo invertido no se reproduce: déficit real en la producción. Una parte del capital reproducido debe ser destinado a cubrir estas carencias (51,21-23; 47,20-22). Es entonces en el nivel de la producción donde se encuentra el secreto de la crisis. b] De la mercancía al valor (51,37-59,3; 47,34-53,35) La crisis no se explica en el nivel de la circulación dineraria, sino en el nivel de la producción, de la mercancía, de “una mala cosecha de trigo”, dentro del horizonte de una “nación respecto a otra nación” –este tipo de problema es fundamental para la cuestión de la dependencia entre naciones. Por falta de producción (trigo) hay disminución de capital “en el interior de la nación”, de “riqueza (Reichtum)” real, o de otra manera: La capacidad productiva de su capital se vería disminuida …y disminuiría la suma de los valores (Werte) poseídos en el país (52,10-11; 48,5-8). Por falta de trigo, éste aumenta de precio. “La depreciación del oro y de la plata con relación al trigo es idéntica al encarecimiento del propio trigo.” “Independientemente del dinero la nación se encontraría entonces ante una crisis general.” Como conclusión: 

 

La exportación de oro no es la causa de la crisis del trigo, sino que, por el contrario, la crisis del trigo es la causa de la exportación de oro” (54,21-23; 50,5-7). De hecho, el monto del déficit con respecto a otras naciones es necesario pagarlo; pero “las naciones extranjeras aceptan capitales sólo y exclusivamente bajo la forma de oro”. Esto porque el mero “papel moneda” no ofrece garantías de “convertibilidad (Konvertibilität)” (55,12; 50,33). El papel moneda o el billete es el “representante (Repräsentant)” de la moneda en oro, y por lo tanto se debería poder convertir inmediatamente en oro o plata. Pero de hecho no es así, y como depende de una decisión práctica o política (que legalmente se permita esa efectiva convertibilidad), esto nos remite a la cuestión del valor (diferenciando el valor nominal del real): La convertibilidad en oro y plata es por consiguiente la medida práctica del valor de cualquier papel moneda que recibe su título del oro y de la plata … Dado que el valor nominal es solamente como la sombra al cuerpo, la posibilidad de que ambos se superpongan debe ser demostrada por su convertibilidad (intercambiabilidad [Austauschbarkeit]) real (56,33-38; 51,45-52,5). Ahora es el valor como categoría el lugar del discurso. Y, por ello, una “caída del valor real por debajo del valor nominal equivale a depreciación. Paralelismo real, permutabilidad real, equivale a convertibilidad  En realidad el dinero es “un signo de valor (Wertzeichen)” (59,2; 53,34), pero, nuevamente, el valor dice relación aun a priori fundamental que lo explica y fundamenta. c] Del valor al trabajo (59,4-61,20; 53,35-55,38) El valor se funda en el trabajo: Una x onza de oro en realidad no es sino una x hora de tiempo de trabajo materializado (materialisiert), objetivado (vergegenständlicht)… [Pero] lo que determina el valor no es el tiempo de trabajo incorporado en los productos, sino el tiempo de trabajo actualmente necesario (59,12-24; 53,42-54,19). Todo lo que “mide” es un número. En este caso el trabajo necesario es la medida o número determinantes del valor (Wertbestimmende…), en el sentido de que si es verdad que el trabajo es el fundamento del valor como tal, la cantidad de valor dice relación no al trabajo efectivamente usado (p. ej. de un trabajador inexperto y muy lento) sino el actualmente necesario (pero en el nivel medio de la productividad actual). Es decir, por el hecho de que se determina el valor (se funda) por medio del trabajo, “para mantener su convertibilidad sería preciso conservar estacionaria la productividad de la hora de trabajo” (59,40-41; 54,23-25). Es decir, al aumentar la productividad del trabajo baja el valor del oro o plata. De todas maneras hay un fundamento último de la determinación o medida:  El tiempo de trabajo pasado contenido en una determinada cantidad de oro debe o bien aumentar o bien disminuir respecto al trabajo vivo (lebendige Arbeit)… Según la ley económica general de que los costos de producción disminuyen constantemente y de que el trabajo vivo deviene constantemente más productivo y que por lo tanto el tiempo de trabajo objetivado en los productos se deprecia constantemente, una depreciación constante sería el destino inevitable de este dinero-trabajo áureo (59,37-60,6; 54,21-30). En realidad, detrás del trabajo está un horizonte (que ya no podría ni denominarse categoría simple) que es el fundamento absolutamente último de la reflexión dialéctica de Marx: la vida, la vida humana.55 Por ello, el “trabajo vivo” es aquello que no puede tener valor porque es la fuente creadora de valor.  

 

Pero Marx no reflexiona sobre esta fuente creadora de valor, Marx no reflexiona sobre la vida ¿Qué es la vida? Nos llega a decir que el capital se apropia de nuestra vida pero no llega una reflexión ontológica en la que la vida, siendo la que le da valor a todo deje de darle valor al capital  y es que en el fondo es la vida en su misterio pascual la productora de todo valor, es esa vida la que va al mercado y se convierte en capital haciendo el paso del ser 1 dinero →al no ser mercado  0  →para ser 10 capital, así si la vida no se invierte en el mercado sino en la comunidad, la vida ya no es apropiada por el capital, pero el dinero promete un valor de cambio más al valor de cambio lo podemos contra restar  con  un valor de uso 10 mercancía en uso  ← capital1← Mercancía 0  provocando así un desarrollo real que poco tiene que ver con el crecimiento del capital pero para esto la comunidad debe de reconciliarse y lo uno subrayado con las diferencia reconciliarse, esto solo es posible ene l fondo ontoteológico más es claro el mundo no es un texto sino un sistema gobernado cibernéticamente para un sentido predomine, por esto la redeconstrucción exige la lucha pero una lucha donde nos demos cuenta que lo uno y los otros son los mismo, esto pasa por integrar al Dios metafísico de la unidad con los dioses de la diferencia es decir comprender que el color blanco integra a todos los colores y que el color negro también pero en un no color y que en el fondo ambos son lo mismo, solo así la comunidad se integra superando el conflicto  develando y revelando el ser , en cambio en la conciencia de clase jamás salimos del conflicto, aunque los liberales piensen que excluyendo al proletariado la lucha de clases se ha zanjado, le proletariado se hace  un lumpen proletariado  con suficiente poder como para poner en jaque al sistema.

 

Concluimos reiterando que nos enfrentamos a un capitalismo cibernético donde la diferencia en ontológica   entre un ciborg que controla sistema pero no vive y un ser humano capaz en la nada de darse cuenta que está  vivo.   

 

 


domingo, 22 de junio de 2025

No encuentro la palabra

 

No encuentro la palabra

Después del bombardeo de Estados Unidos A Irán la gente habla de una tercera guerra mundial, para mi es claro que no hay, ni habrá  eso, pero entonces ¿Qué  es lo que hay?  Yo he dicho guerras cibernéticas, pero lo cierto es que no encuentro la palabra, sé que Las guerras mienten, ninguna guerra tiene la honestidad de confesar, yo mato para robar....   

 


Corea y China 1950-1953 (Guerra de Corea) Guatemala 1954 Indonesia 1958 Cuba 1959-1961 Guatemala 1960 Congo 1964 Laos 1964-1973 Vietnam 1961-1973 Camboya 1969-1970 Guatemala 1967-1969 Granada 1983 Líbano 1983, 1984 (ambos objetivos libaneses y sirios) Libia 1986 El Salvador, 1980 Nicaragua, 1980 Irán 1987 Panamá 1989 Irak 1991 (Guerra del Golfo Pérsico) Kuwait 1991 Somalia, 1993 Bosnia 1994, 1995 Sudán 1998 Afganistán 1998 Yugoslavia 1999 Yemen 2002 Irak 1991-2003 (EE.UU/RU de manera regular) Irak 2003-2015 Afganistán 2001-2015 Pakistán 2007-2015 Somalia 2007-8 2011 Yemen, 2009, 2011 Libia de 2011, 2015 Siria 2014-2016 Palestina (Gaza) 2023 - Actualidad (apoyo a Israel) Irán 2025

 

 

Pero esta no es una guerra cualquiera porque lo que se está  matando es lo que queda de humano en nosotros así:   

"Gaza es el símbolo de una humanidad acabada"

"Gaza es el símbolo de lo que está ocurriendo en la actual época terminal. El símbolo y el anuncio de lo que se prepara. Hablamos de Gaza, porque el acontecimiento de este genocidio, largamente preparado por Israel, reencarnación del Tercer Reich, es la prueba del destino de que la humanidad está acabada."

Me gustaría publicar otras cosas. Me gustaría publicar en Il disertore los textos que salieron hace cincuenta años en A/traverso. Me gustaría publicar un texto sobre la estética de la sordidez en el arte contemporáneo en el que llevo meses trabajando. Pero no puedo. Bertolt Brecht dijo en su poema Malos tiempos para la lírica (1939):

En mí combaten el entusiasmo por el manzano en flor y el horror por los discursos del pintor de brocha gorda. Pero solo esto últimome impulsa a escribir.

El horror que siento por los discursos de Netanyahu y por las cobardes provocaciones de los colonos israelíes es demasiado fuerte como para poder ocuparme de cualquier otra cosa. Hoy no puedo dejar de hablar de Yussuf al-Samary:

Yussuf al-Samary es un chico de 15 años, originario de la ciudad de Gaza, pero que vive con su familia desplazada en el campo de al-Mawassi, en la playa de Khan Younis. Es su último lugar de desplazamiento. Ahora toda la familia vive en una tienda de campaña hecha de listones de madera y plástico transparente. Antes estaban en una escuela de Hay Tuffah. Yussuf intentó comprar un bocadillo la semana pasada, pero costaba demasiado. Hizo cola en una cocina humanitaria, que distribuía arroz con lentejas, pero no llegó a tiempo y cuando le tocó el turno la comida ya se había terminado y las cazuelas estaban vacías. Decidió ir a la última habitación que habían ocupado en Hay Tuffah. Convenció a sus padres para que le dejaran ir a ver si su despensa allí seguía intacta y podía traerse de vuelta el saco de harina y la caja de macarrones, que habían abandonado apresuradamente bajo la presión militar del ejército israelí. Su padre intentó disuadirle: «Mira hijo, Hay Tuffah está al otro lado del corredor del Wadi», esto es, el corredor ocupado por los israelíes, que se halla completamente arrasado, exhibiendo todas sus casas demolidas, y está bajo control del ejército ocupante. Yussuf respondió sin vacilar: «Conozco el riesgo, pero si nos quedamos de brazos cruzados, moriremos de hambre con total seguridad». Yussuf llegó a la habitación que había ocupado su familia en la evacuación anterior y encontró intactas todas las provisiones, que habían dejado guardadas allí. Llenó su mochila y se cargó el saco de harina al hombro. «Estaba contento, porque lo había conseguido y esperaba con impaciencia el pan caliente, que hornearía mi madre en un horno improvisado de piedras y barro», relató en la cama del hospital.

En el viaje de regreso, Yussuf fue blanco de un dron israelí y recibió el impacto de una bomba, que le seccionó las piernas. «Sentí que volaba y luego perdí el conocimiento. No recuerdo nada hasta que me desperté en la cama del hospital con mi padre a mi lado cogiéndome la mano. No me arrepiento de nada. Estoy sin piernas, pero vivo. Es el precio de la ocupación. Los palestinos debemos luchar para vivir, no para sucumbir bajo el talón de los soldados invasores». ¿Por qué Gaza, entonces? No es la primera vez que asistimos al horror del colonialismo, Gaza no es la única área del mundo donde se está produciendo un genocidio. El genocidio se está produciendo en muchas zonas del planeta, por ejemplo, en la frontera entre el Norte y el Sur globales, en la frontera donde el supremacismo blanco lleva a cabo una guerra racial. El genocidio está teniendo lugar en el Mediterráneo, donde miles de personas se ahogan por voluntad de racistas como Piantedosi, Salvini y los gobiernos europeos en su conjunto. El genocidio se verifica en la frontera entre México y Estados Unidos. El genocidio se perpetra allí donde se programa la deportación masiva, el internamiento en el Gulag global actualmente en proceso de construcción, mientras se prepara el exterminio. El genocidio es la agenda, la única agenda, de los gobiernos blancos, tanto trumpistas como demoliberales. El genocidio es la agenda de la senescente y demente raza blanca, convertida en agresiva al olor de su senectud, de su inminente extinción.

Gaza es el símbolo de lo que está ocurriendo en la actual época terminal. El símbolo y el anuncio de lo que se prepara. Hablamos de Gaza, porque el acontecimiento de este genocidio, largamente preparado por Israel, reencarnación del Tercer Reich, es la prueba del destino de que la humanidad está acabada. Organismos conectados al autómata cognitivo, pero privados de conciencia ética y destinados a un futuro de violencia terminal.

Busco la palabra

En el primer poemario de Wisława Szimborska, Canción negra, escrito entre 1944 y 1948, pero publicado póstumamente en 2014, puede leerse este poema titulado Busco la palabra ¿No es esta quizá la mejor manera de definir la poesía misma? Una búsqueda capaz de hacer lo imposible: encontrar, o más bien crear palabras que capten el sentido.

Escrito en 1945, podemos leerlo como si estuviera escrito hoy. Leámoslo:

Busco la palabra

Quiero definirlos con una sola voz:

¿cómo eran?

Tomo palabras corrientes, robo en los diccionarios,

las mido, sopeso y examino:

con ninguna atino.

Las más valientes siguen siendo miedosas,

las más despectivas pecan aún de inocentes.

Las más despiadadas, en exceso indulgentes,

las más encarnizadas, poco irrespetuosas.

Esa palabra debe ser como un volcán,

¡golpear, arrasar, arrancar de sopetón,

como la terrible cólera de Dios,

como el odio en ebullición!

Quiero que esa sola palabra

esté empapada en sangre,

que como los muros de un penal

acoja en sí cualquier fosa común imaginada.

Que describa de forma fiel y clara

quiénes fueron ellos, qué hizo aquella gente.

Porque lo que oigo,

o lo que se escribe,

resulta insuficiente.

Es insuficiente.

Impotente esta lengua,

repentinamente pobres sus sonidos.

Me devano los sesos buscando esa palabra,

pero no lo consigo.

No lo consigo.

(Wisława Szimborska, Poesía completa, Madrid, Visor, 2023, traducción de Abel Murcia, Gerardo Beltrán y Katarzyna Mołoniewicz)

La palabra monstruoso

Szimborska había conocido a los nazis y dice que no encontraba la palabra para designarlos. Hoy nosotros conocemos a los trumpistas, a los sionistas, a los sádicos que en nombre de la superioridad blanca y occidental desatan una crueldad repugnante, y nos falta la palabra para definir la arrogancia del mal que campa a sus anchas. Vemos a Kristi Noem, dominadora que corretea sobre tacones de aguja con pantalones ajustados delante de jaulas en las que están encerrados grupos de machos tatuados. Vemos a los colonos armados de Smotrich, atacando a muchachos en las calles de Cisjordania, asaltando como una piara de cerdos los lugares sagrados de la población palestina. Asistimos al espectáculo, pero nos falta la palabra para definir el despliegue de horror. No basta la palabra «repugnante» para definir el sabor de la humillación de alguien que se halla sometido a ti, que no puede rebelarse, como el pobre Zelenskyy empujado por los estadounidenses a sacrificar al pueblo ucraniano, crucificado después por otros estadounidenses para deleite de los espectadores estadounidenses. Para definir todo el horror que invade el planeta, como si todas las cloacas hubieran reventado de repente, nos falta la palabra, pero no es una cuestión de lenguaje. El diccionario regurgita palabras como feroz, atroz, horrible, despreciable, malvado, humillante, repulsivo, desgarrador, lacerante, insoportable, repugnante, horripilante, espantoso, perverso, cruel, abyecto, abominable. Cada una de ellas se aplica al comportamiento de quienes se han hecho con el poder político y económico, y lo ejercen mediante la amenaza, el chantaje y la violencia. Lo que estas palabras no nos explican es cómo es posible que la mayoría de los pueblos elija con entusiasmo a estos monstruos.

Quizá no comprendemos, porqué seguimos pensando que la mente humana responde a una lógica humana y posee sentimientos humanos: puede que no sea así, que ya no es así. La mente humana ha sido modificada y ya no tiene casi nada de humano, porque lo humano ha sido borrado a la espera de que el autómata tome finalmente el control. La clave del éxito reside en la monstruosidad: la exhibición de la inhumanidad se ha convertido en la nueva frontera del espectáculo. Lo monstruoso es lo que fascina. La palabra «monstruoso» es la clave para comprender. Lo que hay que mostrar es lo monstruoso, lo que deseamos que nos muestren es lo monstruoso, lo que la mente agotada por la electrocución permanente a los estímulos infonerviosos desea recibir para seguir excitándose.

Casi un siglo de publicidad ha infantilizado el lenguaje, sustituyendo todo criterio de valoración lógica, ética y estética por la estupefacción. Casi un siglo de televisión ha desactivado la capacidad reactiva de la mente y ha convertido el cerebro colectivo en una papilla incapaz de distinguir la realidad del flujo que sale de la omnipresente pantalla. Por último, el bombardeo ininterrumpido de los dispositivos de la comunicación móvil ha paralizado la capacidad de la mente para percibir la existencia del otro, reduciendo a cada individuo a un átomo hiperconectado e insensible. Por eso no encontramos la palabra: porque las palabras ya no significan nada, lo monstruoso las ha sustituido. No hay que preocuparse por el peligro de extinción de la humanidad. La humanidad ya se extinguió hace tiempo, los que desfilan por las calles de Jerusalén cantando a la «muerte» son terminales pasivos del espectáculo ininterrumpido de la monstruosidad. Hoy, 22 de Junio, un pueblo de zombis desfila por las calles de la ciudad de la venganza eterna gritando «Jerusalén es nuestra», «Muerte a los árabes», «Esta ciudad es nuestra, Dios nos la dio».

A poca distancia, el genocidio continúa.