martes, 24 de septiembre de 2024

La autoconciencia marxista

 

La autoconciencia marxista  

 

 

Le pedi a Chat GPT Simular una conversación entre Dostoyevski y Tolstói y esto me respondió:

Es fascinante, ya que ambos fueron gigantes de la literatura rusa y tenían puntos de vista filosóficos y artísticos muy distintos. Aunque no se reunieron con frecuencia en la vida real, una conversación imaginada podría tocar temas como la naturaleza del hombre, la fe, la política y la literatura.

Aquí te presento una simulación de lo que podría haber sido una charla entre ellos:

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**Fiódor Dostoyevski:**

Lev Nikoláievich, he leído tu última obra. Me ha conmovido profundamente tu capacidad para describir la vida del campesino ruso. Sin embargo, a veces siento que idealizas demasiado al hombre simple. ¿No crees que el ser humano, en su esencia, está marcado por el sufrimiento y la contradicción?

**Lev Tolstói:**

Entiendo lo que dices, Fiódor Mijáilovich. Pero veo al hombre como un ser capaz de la redención a través de la simplicidad y la conexión con la tierra y con Dios. El sufrimiento existe, claro, pero creo que es el resultado de alejarse de la verdad, de la bondad y del amor.

**Dostoyevski:**

Sin embargo, la experiencia me ha enseñado que el sufrimiento es lo que purifica al hombre. En mis personajes, intento mostrar cómo el hombre lucha con sus demonios internos, sus vicios y contradicciones. Solo a través de este conflicto interno es capaz de alcanzar una verdadera comprensión de su naturaleza.

**Tolstói:**

Tu enfoque es más sombrío. Yo prefiero pensar que el hombre, en su pureza, puede encontrar la felicidad si vive de acuerdo con los principios morales más elevados. La guerra, el poder, las riquezas... todo esto corrompe. Pero el alma humana, si es alimentada por la fe, la verdad y la no violencia, puede llegar a la paz.

**Dostoyevski:**

¿Y qué hay de la libertad, Lev? El hombre es libre, y esa libertad le lleva tanto al pecado como a la redención. El ser humano es una criatura de contradicciones, y muchas veces su búsqueda de la verdad lo lleva por caminos oscuros. En mi opinión, no se puede negar esa parte de nuestra naturaleza.

**Tolstói:**

La libertad, sí, pero no una libertad sin responsabilidad. Para mí, la verdadera libertad está en someterse a los principios morales más elevados. El hombre debe aspirar a una vida sencilla, en armonía con la naturaleza y Dios. De otra manera, su libertad lo llevará a la decadencia, como tan bien lo muestras en tus novelas.

**Dostoyevski:**

Tal vez sea cierto... pero sin el caos, sin las preguntas profundas sobre el bien y el mal, ¿cómo podemos entender el alma humana en su totalidad? Yo veo en cada hombre una batalla entre la luz y la oscuridad. Y es esa batalla la que define su existencia.

**Tolstói:**

Fiódor, en esa batalla veo también la posibilidad de la redención. Pero para mí, el camino hacia la luz no es a través del conflicto interno, sino mediante la unión con la verdad y el amor. El hombre que sirve a los demás y vive de forma pacífica ya ha encontrado la salida del laberinto que tú describes.

**Dostoyevski:**

Tal vez ambos busquemos la misma verdad, pero desde diferentes caminos. Tú buscas la redención a través de la vida sencilla, y yo la encuentro en las profundidades del alma humana, en sus momentos más oscuros. Quizá, al final, todo sea parte del mismo misterio.

**Tolstói:**

 

 

 

 

Es probable, amigo mío. La literatura nos permite explorar esos misterios desde múltiples ángulos, y aunque no coincidamos en todo, ambos buscamos una comprensión más profunda del hombre y de Dios.

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Es probable que, de haber tenido una conversación así, habrían abordado temas religiosos, sociales y personales con respeto, pero con claras diferencias en su visión de la humanidad.

 

Publicación de Edson García  Salinas  

 

 

 

Porque ¿Platón uso a Sócrates como una mascara? Eso es algo que GPT no puede comprender, el lo hace para proteger su autoconciencia, un dialogo no es un acontecer cordial es la lucha entre dos autoconciencias, una quiere dominar a la otra siempre es decir obtener el reconocimiento de la otra y entonces avanzan enmascaras así Dostoievski y Tolstoi jamás hubieran tenido un dialogo como el planteado por la inteligencia artificial posiblemente Dostoievsky hubiera empezado el dialogo así si este se hubiera dado por escrito: En aquella época, hace justo un año yo colaboraba con revistas redactaba articulos y estaba firmemente convencido de que iba a escribir algo grande y bueno estaba trabajando en una gran novela, acabe sin embargo internado en un hospital, donde al parecer moríre pronto. Aunque si me queda tan poco tiempo ¿Para que escribir unas memorias maestro? (Dense cuenta que no solo se esconde tras un personaje sino tras el porpio lenguaje, lo cual protege su autoconciencia pero además la eleva a lo espiritual desde su descender a la aflicción humana esto es lo que estamos perdiendo con la inteligencia artificial y muy pronto si ya no es ahora mismo lo humana estará fuera de lugar) Tolstoi hubiera respondido:

 

Son tantos los recuerdos del pasado que acuden a la memoria cuando trato de resucitar en la imaginación los rasgos del ser querido, que aparecen confusos a través de esos recuerdos, lo mismo que a través de las lágrimas. Son las lágrimas de la imaginación. Cuando quiero recordar a mi madre tal como era en aquella época sólo se me representan sus ojos castaños, siempre llenos de amor y bondad; un lunar que tenía en la nuca, un poco más abajo del nacimiento de los cabellos; el cuellecito blanco bordado de su vestido, y su delicada mano enjuta, que tan a menudo me acariciaba y que yo solía besar con tanta frecuencia, pero se me escapaba el conjunto de su expresión. A la izquierda del diván había un viejo piano inglés; mi hermanita Liubochka, una niña de tez morena, se hallaba sentada ante el piano. Tocaba con visibles esfuerzos un estudio de Clementi con sus deditos enrojecidos, reción lavados con agua fría. Tenía once años; llevaba un vestido corto de hilo y pantaloncitos blancos con puntilla. Sólo podía coger las octavas en forma de arpegio. Junto a ella, permanecía sentada de medio lado María Ivanovna. Llevaba una cofia con cintitas rosas y una chaqueta azul. Su rostro rojo y enfadado adoptó una expresión severa en cuanto entró Karl Ivanovich. Después de dirigirle una mirada amenazadora y sin contestar a su saludo, siguió llevando el compás con el pie, mientras cantaba: —"Un, deux, trois, un, deux, trois" —en voz más alta y tono más autoritario que antes. Sin prestar atención a esto, el preceptor saludó como de costumbre, en alemán, a mi madre, que se recobró en el acto, y movió la cabeza como si con ese gesto quisiera alejar las ideas tristes. Tendió la mano a Karl Ivanovich y le besó la sien surcada de arrugas, mientras él le besaba la mano a su vez. —"Ich danke, lieber Karl Ivanovich". Y prosiguiendo en alemán, le preguntó: —¿Han dormido bien los niños? Nuestro preceptor era sordo de un oído. En aquel momento, con el ruido del piano no oyó absolutamente nada. Se inclinó sobre el diván, se apoyó en la mesa y manteniéndose con un pie esbozó una sonrisa que me pareció entonces del más exquisito refinamiento. Luego levantó el gorrito por encima de su cabeza y dijo: —¿Me perdonará usted, Natalia Nikolaievna? Nunca se quitaba el gorrito rojo para no enfriarse la cabeza, pero cada vez que entraba en el salón pedía permiso para permanecer cubierto. —Póngaselo, Karl Ivanovich... Le pregunto si han dormido bien los niños —dijo "maman", acercándose a él y elevando bastante la voz. Pero esta vez Karl Ivanovich tampoco oyó nada; Se cubrió la calva con el gorrito colorado y sonrió aún más amablemente. —Espera un momento, Mimí —dijo "maman" a María Ivanovna con una sonrisa—. No se oye nada. Cuando mi madre sonreía, su rostro, tan bello de por sí, tornábase incomparablemente más hermoso y todo parecía alegrarse alrededor suyo. Si pudiese percibir esa sonrisa en los momentos penosos de la vida, no hubiera sabido lo que es el dolor. Me parece que es precisamente en la sonrisa donde reside lo que suele llamarse la belleza de un rostro. Si la sonrisa le añade encanto, se trata de un semblante perfecto;si no lo altera es corriente, y si lo estropea es feo. Después de saludarme, "maman" me cogió la cabeza entre las manos, la echó hacia atrás, me miró fijamente y dijo: —¿Has llorado? No le contesté. Me besó los ojos y preguntó en alemán: —¿Por qué has llorado? Cuando nos hablaba amorosamente, lo hacía siempre en ese idioma, que conocía a la perfección. —Ha sido en sueños —le dije, recordando el sueño inventado con todo detalle y estremeciéndome ante esa sola idea. Karl Ivanovich confirmó mi respuesta sin mencionar para nada el sueño. Después de cambiar unas palabras acerca del tiempo —en cuya conversación tomó parte Mimí—, "maman" puso seis terrones de azúcar en la bandeja para algunos criados respetables y se acercó al bastidor que se hallaba junto a la ventana. —Bueno, ahora id a saludar a papá y decidle que no deje de venir a verme antes de ir a la era. De nuevo resonó el piano. María Ivanovna se puso a contar para llevar el compás y nos acompañó con miradas amenazadoras, según nos retirábamos. Atravesamos la habitación, que desde los tiempos del abuelito había conservado el nombre de "ofitsianskaia"[1], y entramos en el despacho.

 

 

 

 

Con este ejemplo espero que quede claro a lo que nos enfrentamos no estamos en el capitalismo industrial de Marx sino en un capitalismo pos industrial cibernético y entonces porque releer a Marx, porque Marx hace algo hermosísimo  que podríamos comprender como una observación de cibernética de segundo orden donde Marx desde su autoconciencia reconstruye el capital, ahora esa tarea sería imposible, claro al menos que pasemos a una cibernética de tercer orden donde no hagamos solo una mirada teórica sino na acción biodramaturgica que altere y contra altere todo el sistema.

Y de eso se trata la ciencia del logos por eso es tan importante atravesar  Marx con mi autoconciencia a continuación copio y pego el texto Enrique Dussel  LA PRODUCCION TEORICA DE MARX UN COMENTARIO A LOS GRUNDRISSE ¿Por qué lo copio y pego? Porque soy una autoconciencia abierta, no estoy escribiendo desde el entendimiento sino desde la autoconciencia es como si ustedes pudieran entrar a mi mente pero no echo no quiero que entren a mi mente sino a mi espíritu y entonces ustedes pueden ver lo que hay en él y es como si al leer me leyeran y yo leyera con ustedes  si lene con atención verán que iré alterando el texto  hasta traspasarlo en los textos siguientes.

 

¿Porque este texto?

Porque justamente aquí Marx hace el trabajo autoconsciente este es un estudio de sus cuadernos de sus borradores   nada más importante que esto, aquí mar se va auto conociendo y en este auto conocerse conoce el capital.   

 

 

 

Marx cruzaba el Canal de la Mancha, hacia Londres, el 24 de agosto de 1849. Allí pasará –salvo algunos cortos viajes– los treinta y cuatro años restantes de su vida, hasta 1883. Podemos decir que de 1835 a 1849 (quizá dividiendo dicho lapso en dos épocas), Marx había cumplido su juventud y una época de “transición”. En Londres, desde 1849, tenemos ya al Marx “definitivo”, que, de todas maneras, seguirá evolucionando profundamente. Ciertamente, desde 1849 hasta el mes de julio de 1857 –en el nivel de su elaboración teórica–, en esta nueva época de la vida de Marx, se cumple un primer período,20 de estudios preparatorios, de búsqueda de materiales, de hipótesis. Desde julio de 1857 a diciembre de 1858, Marx se lanza a una de las aventuras teóricas más geniales de la historia de la humanidad, cumpliendo así un período central en toda su vida: la construcción fundamental de su economía política, de su visión crítica de la realidad. Un tercer período –desde enero de 1859 con la redacción de la Contribución–, significará una primera reelaboración total de esta construcción teórica (que durará al menos hasta el Cuaderno XXIII de los Manuscritos de 1861- 1863). Veamos esto por partes. En efecto, después de instalarse en Londres, comienza un largo período de estudios, que deja constancia en sus Extractos o Cuadernos de apuntes, pues como intelectual pobre, sin recursos, debía copiar extractos para evitarse comprar libros. Asistía diariamente a la biblioteca del Museo Británico. Desde septiembre de 1850 nos ha dejado una serie de 24 cuadernos, hasta agosto de 1853. Algunos de ellos han sido incluidos en los ápendices de los Grundrisse. Como, por ejemplo, los extractos sacados de la obra de David Ricardo, On the principles of political economy and taxation (1821), sobre la teoría del dinero.21 En este Cuaderno IV hay extractos de A. Boeckh, J. G. Buesch, W. Jacob. En octubre había igualmente tratado cuestiones sobre la moneda (Cuaderno III) 22 en obras de G. Garnier, J. Taylor, J. W. Gilbart, A. Alison, G. Graham, R. Runding, N. W. Senior y E. Solly. El Cuaderno V (de enero de 1851) sigue tratando el mismo tema en S. Bailey, H. C. Carey, y otros autores. En el Cuaderno VI (en febrero) continúa siempre con la cuestión del dinero en G. Bell, J. Gray, J. Francis, R. Hamilton, D. Hume, J. Locke, etc. Desde el Cuaderno VII (de marzo a mayo) comienza a diversificar sus temas económicos –en el VIII vuelve nuevamente sobre Ricardo.23 El Cuaderno XIV nos interesa particularmente como latinoamericanos, ya que se ocupa de la cuestión colonial. Hemos visto este Cuaderno en el archivo de Amsterdam, 24 y merecería una pronta edición. Hemos podido traducir al castellano la reciente edición alemana del Cuaderno XVII (en la Universidad Nacional Autónoma de Puebla, 1984), sobre tecnología y su historia,25 y remitimos al trabajo preliminar para mayores explicaciones. Cabe destacarse que el Cuaderno XIX trata el tema de la mujer en obras de W. Alexander (The history of women. . .), G. Jung (Geschichte der Frauen. . .), Ch. Meiners (Geschichte des weiblichen Geschlechts. . .), etc. Los últimos cuadernos son sobre la India (el XXII y XXIII y sobre Rusia (XXIV).  Desde 1853, en el verano, Marx comienza una larga serie de artículos para el New York Tribune. Sus avances propiamente teóricos caen en un compás de espera hasta julio de 1857. En esos años (1854-1856) se ocupa de cuestiones coyunturales, no olvidando, por nuestra parte, que en septiembre de 1854 estudia varias obras sobre España, lo que le lleva a adentrarse en la lengua castellana.26 En todos estos trabajos podemos observar la “técnica” (no propiamente el método) de investigación de Marx. En primer lugar, Marx se enfrentaba a algunas obras (las que pensaba que eran mejores, y que se encontraban en el Museo Británico) sobre el tema a estudiar. Leía las obras en las partes que más le interesaban. Sacaba extractos y escribía reflexiones y comentarios. Con estos Cuadernos escribía artículos para diarios y revistas. De la misma manera procederá en sus obras teóricas principales. Primero, realizaba “apuntes” de los clásicos. Posteriormente, redactaba Cuadernos en los que se entremezclaban apuntes y reflexiones (a veces más reflexiones propias que apuntes, y esto a medida que dominaba más la cuestión y comenzaba entonces a objetivar su propia posición). En un tercer momento, pasaba a la redacción de la obra por entero y para la imprenta –aunque a veces fracasaba y no la daba para imprimir. Sólo dos grandes obras, sólo dos, llegaron a feliz término con tan exigente “técnica”. La Contribución a la crítica de la economía política (1859) y el tomo I de El capital (1867). Estas dos únicas obras del período que podemos llamar “definitivo” de su vida, fueron antecedidas del procedimiento de largos estudios, extractos, reflexiones y hasta exposiciones sistemáticas preparatorias. Uno era el orden “en la investigación” –los Grundrisse y los Manuscritos de 1861-1863 y posteriores, son los mejores ejemplos–, y otro el orden “en la exposición” para el lector, para la “conciencia” de la clase obrera (dicho orden es respetado en las dos obras indicadas de 1859 y 1867). Posteriormente a la aparición del tomo I de El capital, Marx reemprenderá desde 1870 nuevas investigaciones, pero ya nunca podrá escribir los textos para la imprenta (en un correcto orden “en la exposición”) de los tomos posteriores (el II, III y IV, tarea que realizarán, por su cuenta y riesgo, Engels y Kaustky).

 

En esta obra pensamos ocuparnos sólo del corto período que va desde julio de 1857 a diciembre de 1858, que podría describirse con las siguientes fases: 1. En julio saca apuntes de una obra de Bastiat y Carey. En la última semana de agosto de 1857 comienza el Cuaderno M que es pensado como la “Introducción” a los Grundrisse. 2. Desde octubre de 1857 a junio de 1858, escribe los Cuadernos I al VII de los Grundrisse. 3. Desde junio a diciembre de 1858 realiza todavía algunos apuntes, índices, escribe cartas, y una primera redacción (el Urtext) de la Contribución, que por no satisfacer a Marx puede considerarse como el último trabajo preparatorio a la nombrada Contribución. Todo este período culmina con el “Índice de los siete Cuadernos”27 de junio de 1858, donde, por vez primera en sus Cuadernos, el valor encabeza ahora sus investigaciones, antes que el tratado del dinero –que había sido desde 1843 el tema inicial de su discurso económico. La visión definitiva sistemática de Marx la vemos así aparecer, aunque tendrá todavía muchas variantes, en junio de 1858, como fruto de los Grundrisse. Esta culminación, sin embargo, se dejaba ver ya desde meses antes. En la carta del 22 de febrero de 1858, de Marx a Lasalle, se descubre, no sólo la división en seis partes de la obra futura, sino ya de manera clara: “El conjunto se divide en seis libros: 1. El capital (que contiene algunos capítulos introductorios). 2. De la propiedad territorial. 3. Del trabajo asalariado. 4. Del estado. 5. Comercio internacional. 6. Mercaso mundial. “28 Por su parte, en la carta del 11 de marzo del mismo año, exponía de manera resumida: “Este fascículo comprende: 1. Valor. 2. Dinero. 3. Capital en general (proceso de producción del capital, proceso de circulación del capital, unidad de ambos o capital y ganancia, interés).” 29 Éste será, prácticamente, el índice de la “primera redacción” de la Contribución de 1858, que descartó, quizá no  sólo por su salud en mal estado, sino porque comprendió que el capítulo III sobre El capital todavía no estaba maduro. 

 

1.       SOBRE LA PRODUCCIÓN EN GENERAL (1,1-20, 39; 1,1-21,2) (Cuaderno M, hasta la página 13 del manuscrito, comenzado el 23 de agosto de 1857) “Podría parecer. . . que para hablar de la producción en general debiéramos o bien seguir el proceso del desarrollo histórico en sus diferentes fases, o bien declarar desde el comienzo que estamos ante una determinada época histórica, por ejemplo, de la moderna producción burguesa, la cual es en realidad nuestro tema específico. Pero todas las épocas de la producción tienen ciertas notas (Merk- male ) en común, ciertas determinaciones (Bestimmungen) comunes. La producción en general (Produktion im Allgemeinen) es una abstracción (Abstraktion), pero una abstracción que tiene sentido, en tanto pone realmente de relieve lo común (das Gemeinsame), lo fija, y nos ahorra así una repetición. Lo general o lo común, extraí- do por comparación, es por su parte algo completamente articulado y que se despliega en diferentes determinaciones. . . Las determina- ciones que valen para la producción en general son precisamente las que deben ser separadas, a fin de que no se olvide la diferencia esen- cial (die wesentliche Verschiedenheit) por atender sólo a la unidad, la cual se desprende ya del hecho de que el sujeto, la humanidad, y el objetivo, la naturaleza, son los mismos” (5,5-32; 6,42-7,23).1 Marx comenzaba aquel 23 de agosto una producción teórica de fondo que le llevará –de ello es evidente que no tenía conciencia– los mejores diez años de su vida –hasta la aparición del tomo I de El capital en 1867. Iniciaba sus reflexiones sobre la cuestión de la producción “en general”, ya que “está de moda incluir como capítulo previo a la economía una parte general (allgemeinen), que es precisamente la que figura bajo el título de Producción” (6,20-22; 8-10-11). Sin embargo, muy pronto, sus reflexiones llegaban a un callejón sin salida, y por ello salta abruptamente a pensar la cuestión del método (20,40ss.; 21,3ss.), ya que comenzaba a vislumbrar dificultades sistemáticas en la construcción, el uso y la articulación de las categorías –de las que la producción misma era una de ellas. También por ello, después de la páginas sobre el método, se interna en un sinnúmero de cuestiones demasiado pretenciosas para una mera introducción (30,10ss.; 29,7ss.), hasta que se le cae el lápiz de la mano, como no sabiendo por donde continuar. . . Sólo en octubre volverá a tomar el lápiz, en el Cuaderno I, pero sobre nuevas sendas. 1.1. EL PUNTO DE PARTIDA HISTÓRICO Y EL ESENCIAL (3,6-4,44; 5,6-6,37) De todas maneras, esta “entrada” nos deja muchas enseñanzas, entre ellas tres principales: una descripción marxista de la esencia ( que será después aplicada en El capital hasta en su terminología); un análisis de la producción, momento fundamental y primero del “materialismo” de Marx (a diferencia del “materialismo” intuitivo e ingenuo cosmológico posterior), y por ello el establecer una clara diferenciación entre el momento o la instancia tecnológico-productiva, y el momento o la instancia económica –instancia segunda, fundada (que incluye lo social y lo ético o práctico)–; y el comienzo del uso del método, que rápidamente toma conciencia que necesita ser clarificado, y es la tercera enseñanza. La producción es el “punto de partida”, pero dicho punto de partida puede ser de dos tipos: por su origen en la historia –interpretación genética, que puede caer en robinsonadas, tales como las de Smith o Ricardo–; o por su origen lógico o su esencia. En efecto, nunca encontramos un hombre “solo” en el que la producción significara un primer acto anterior a toda distribución o intercambio; es decir, anterior a la sociedad, sea la familia, el clan, la tribu. Siempre el hombre forma parte  de “un todo mayor” (4, 13-14; 6, 8); siempre es ya un “animal político” como lo definía Aristóteles. Es decir, la producción está siempre “socialmente determinada (gesellschaftlich bestimmte)”; o de otra manera: toda producción recibe en sus propios momentos constitutivos la marca real de la sociedad. La producción agrícola azteca era diversa de la inca, egipcia, europea o latinoamericana posterior. De todas maneras, metódicamente, la cuestión no consiste en remontarse a una producción histórica individual pre-societaria (imposible), sino en internarse por un muy diverso sendero, y considerar a la producción en sus “notas” o “determinaciones”, esenciales, abstractas, comunes a todo aquello que se denomina producción, sea entre aztecas, incas, egipcios, europeos o latinoamericanos. Tampoco se trataría de analizar las notas de un sistema actual, cayendo en el error de considerarlas “eternas” (“eternización [Verewigung]” tan frecuente en los análisis de la economía capitalista clásica). De todas maneras, tanto en los sistemas económicos pasados como presentes (y aun futuros) hay ciertas notas o componentes esenciales idénticos (abstractamente considerados) que aunque determinados históricamente forman parte de lo que denominamos “producción”. El punto de arranque, entonces, no será histórico –por ahora y metódicamente–, sino esencial. 1.2. LA ESENCIA (5, 3-8, 35; 6, 40-10, 16) Si no vamos a buscar la producción en un acto de trabajo de un individuo solitario y pre-social, aunque siempre histórico, sino en las determinaciones esenciales comunes a todo hombre en acto productivo,2 la primera cuestión a clarificar es: ¿Qué es la esencia para Marx? Nos responde frecuentemente a esta  pregunta –y es de la mayor importancia, porque en El capital de lo que se trata es únicamente de la “esencia “ del capital, primero en general y después en un grado menor de generalidad, pero siempre abstractamente, aun en el tomo III–: “La producción tiene ciertas notas en común, ciertas determinacio- nes comunes. La producción en general es una abstracción. . . Lo general o lo común. . . es por su parte algo completamente articu- lado. . . Las determinaciones que valen para la producción en general son precisamente las que deben ser separadas a fin de que no se olvide la diferencia esencial” (texto citado al comienzo de este capítulo). Para Marx, entonces, hay un nivel de las notas o determinaciones esenciales. Las determinaciones son para Marx –como para Hegel–3 lo que para Aristóteles era definido como la “forma” (morfé): momento constitutivo esencial de la cosa. La constitución esencial o real de la cosa, puede, por su parte, ser abstraída o separada para construir con ella la esencia conocida o “en la cabeza” 4 de la misma cosa. Son determinaciones esenciales aquellas que son comunes a todas las cosas  que dicen ser las mismas –o de las que se dice que son lo mismo. Estas notas o determinaciones reales, esenciales de la cosa, son abstraídas o fijadas (fixiert: 5,15; 7,9) a fin de ser pensadas (denken lassen: 5,21; 7,16). Estas determinaciones esenciales con “los momentos esenciales (wesentlichen Momente) de toda producción. Se limitan, en efecto, como veremos, a cierto número de determinaciones muy simples” (6,27-28; 8,16-19). En el caso de la producción esas determinaciones son: un sujeto que produce, que trabaja (la humanidad); un objeto trabajado, materia universal o naturaleza; un instrumento con el que se trabaja, “aunque este instrumento sea sólo la mano” (5,34; 7,28); un trabajo pasado, acumulado (aufgehäufte Arbeit). Éstas son las determinaciones en general, más abstractas o esenciales, de toda producción posible. Nos dice, para confirmar lo ganado: “Todos los estadios de la producción tienen determinaciones comu- nes que el pensamiento fija como determinaciones generales; las llamadas condiciones generales (allgemeinen Bedingungen) de toda producción no son más que esos momentos abstractos que no con- ceptualizan (begriffen) ningún nivel histórico real (wirkliche) de la producción” (8,30-35; 10,12-16). Momento esencial o abstracto es para Marx lo mismo. Momento esencial o determinación común o general (p. ej. el capital “en general”) son idénticos. De lo que se trata, entonces, para poder fijar ante los ojos la esencia de un fenómeno o apariencia, es abstraer las determinaciones comunes a todos ellos y articularlas constructivamente. Sabiendo siempre que el nivel de la abstracción no es el nivel histórico-concreto de lo real. Lo que no quiere decir que lo abstraído analíticamente sea irreal; pero no es real así (en abstracto) sino en concreto (sobredeterminado por muchas otras condiciones y variables de lo concreto mismo). Además, la esencia se encuentra en un plano profundo, mientras que lo que aparece (el fenómeno) es lo superficial: “Esto es sólo la apariencia (Schein). . . En esta sociedad de libre competencia cada individuo aparece (erscheint) como indepen- diente de los lazos naturales” (3,24-25; 1,18-23).  Ya veremos posteriormente esta distinción entre un plano fundamental, de identidad o esencia, y un plano superficial del fenómeno, de apariencia, de existencia.5 Como ya hemos indicado, esta doctrina marxista de la esencia –enriquecida después con nuevos elementos–, permitirá definir al capital “en general”. Lo de “en general” del capital es su esencia, en sentido estricto y tal como ya ha sido descubierta aquí, al inicio de los Grundrisse (véase el fin del parágrafo 1.1, supra). 1.3. LA PRODUCCIÓN “EN GENERAL” (3,6-8,35; 5,6-10,16) En el nivel de la descripción esencial de la producción en cuanto tal, Marx distingue todavía dos planos de abstracción: en un primer nivel de generalidad, la producción en sí, como un todo independiente –máxima generalidad o la esencia ensu mayor grado de esencialidad. En un segundo nivel, la producción entra a codeterminarse, en un plano más concreto (pero siempre abstracto), con respecto al consumo, la distri bución y el intercambio. Es aquí donde Marx advierte la complejidad metódica que todo esto implica (y por ello hará un paréntesis metodológico). ESQUEMA 1 ALGUNAS DETERMINACIONES ESENCIALES DE LA PRODUCCIÓN La producción en sí, en general, como hemos ya indicado, supone siempre y al menos un sujeto, un objeto (y en realidad doble: la naturaleza como materia y el producto como satisfactor), un instrumento y un trabajo pasado acumulado como pericia. Este “círculo productivo” (sujeto-instrumento-objetosujeto) de la producción “en general”, debe ser estudiado con detenimiento.6 Debe tenerse en cuenta que el sujeto, como Marx lo repite continuamente, es primariamente sujeto “de necesidad” o subjetividad necesitada. Si puede satisfacer su necesidad con un objeto-natural (una fruta a la mano) el consumo no estará mediado por un acto productor –no habrá producción ninguna. Sólo en el caso de que el “objeto-natural satisfactor” no esté a la mano, habrá que producirlo. El sujeto-necesidad se transforma así en sujeto-productor (que en realidad, y para Marx mismo, no es entonces la primera relación del hombre con la naturaleza). Aun en el caso de la satisfacción la relación sujeto-necesidad y naturaleza es relación “material”, pero la naturaleza no será en este caso “materia” de trabajo (en un “materialismo” marxista, que siempre es  productivo y no cosmológico),7 sino “materia “ de disfrute, de satisfacción (como “contenido [Inhalt]” de la necesidad; sentido aún más esencial y fundamental del “materialismo” del goce, la alegría y la felicidad de un Marx desconocido frecuentemente). Para un sujeto-productor las cosas aparecen como instrumentos para producir a partir de la naturaleza los objetossatisfactores que se necesitan: que faltan. La producción es así negación (gasto de energía, muerte) para negar la negación (el hambre como necesidad). La producción es actualidad de la vida para reproducción y subsistencia de la vida –como veremos. El “círculo” de la necesidad (a) funda el “círculo” de la producción (b), y ambos fundarán materialmente al “círculo” económico propiamente dicho, para Marx (en su “materialismo histórico”) el sujeto (necesitado o productor) funda a la “materia” en su esencia (como “contenido” consumido de la necesidad o como “con-lo-que” consumido constituye el objeto producido); el “sujeto” histórico es anterior; el sujeto es el a priori de la “materia”.8 Primero está el sujeto histórico como “trabajo”, y después está la naturaleza como materia  –éste es el concepto del materialismo “histórico” o productivo. Si la materia (como masa física, astronómica, cosmológica) es lo anterior al sujeto histórico (“materialismo” ontológico, cosmológico, intuitivo o ingenuo) es cuestión secundaria para Marx, y fuera de su discurso “científico” –ya que son postulaciones filosóficas, en el mal sentido de la palabra, y del que Marx nunca se ocupó en su discurso científico central, fundamental, teórico, que tiene hoy para América Latina un sentido político apremiante. Ya volveremos sobre el tema. Por otra parte, la descripción de la producción “en general” (como esencia abstracta en su mayor grado de generalidad) no excluye otras consideraciones, como, por ejemplo en un nivel más concreto, una “rama particular (besondrer Produktionszweig)” de la producción (6,6-7; 7,42), como es el caso de la “agricultura, la cría de ganado, la manufactura”. Aun puede considerarse la producción, en un tercer nivel (en sí), como una totalidad concreta, como la totalidad de la producción en una época dada. En estos tres sentidos, de todas maneras, la producción ( como momento material por excelencia) no es la economía: “La economía política no es la tecnología” (6,8-9; 7, 42-43). Esta cuestión (que ha pasado frecuentemente inadvertida a las exégesis de muchos estudiosos del pensamiento de Marx)  de la clara diferenciación de la instancia productiva o tecnológica de la economía en sentido estricto, se expresará también de la siguiente manera: “En el consumo el producto abandona este movimiento social, se convierte directamente en servidor y objeto de la necesidad indivi- dual” (9,13-15; 10,31-33). Marx sabe muy bien (y aquí habría que darle la palabra a Freud) que el “círculo” de la necesidad (sujeto-necesidadsatisfactor-consumo) es extra económico: es el ámbito de la puerta de la casa para adentro, el lugar del orgasmo, del placer, del goce, ámbito que la economía condiciona pero, en sí, del que tiene poco o nada que decir. En este sentido –como se verá después– el “valor de uso” es el “portador material” del “valor de cambio”: la tecnología o la producción (abstracta o esencialmente considerada) es anterior a la economía (ámbito más concreto y fundado). Además de todo esto, en una teoría general de la producción, habría aún que tratar, como “organismo social”, los “grados de productividad (Grade der Produktivität) (6,34; 8,24-25) de los diferentes períodos en el tiempo, de los diversos pueblos, etcétera.

 

1.4.LA PRODUCCIÓN MÁS EN CONCRETO (8,36-10,20; 10,20-11,39) Podríamos resumir lo ya comentado y avanzar lo que nos falta considerando la reflexión inicial de Marx: “El objeto a considerar es en primer lugar la producción material (materielle). Individuos que producen en sociedad, o sea producción socialmente determinada de los individuos: éste es naturalmente el punto de partida (Ausgangspunkt)” (3,6-10; 1,6-10). La producción “material” –no en el sentido de opuesto a lo espiritual, sino, y principalmente, en cuanto constituye a la naturaleza como “materia” de trabajo y “contenido” de satisfacción–, después de ser considerada en sí, debe consi derársela con respecto a otras determinaciones: el consumo, la distribución y el intercambio. Es un nivel más concreto –y sin embargo todavía abstracto. Se consideran estas determinaciones porque son los “rubros con los que los economistas la asocian” (8,39-40; 10,21-22). Lentamente, el mismo Marx va descubriendo los niveles de abstracción. Ahora es necesario “ascender” a un grado de mayor concreción. Procediendo en orden (y Marx poseía una disciplina teórica férrea, ejemplo de intelectual) va tratando la cuestión por medio de relaciones coimplicantes: producción-consumo, producción-distribución, producción-intercambio. En su reflexión, en las templadas noches londinenses del verano que terminaba, en medio de las angustias económicas que distraían sin embargo su concentración –ya que su familia sufría su compromiso de teórico y revolucionario–, iba originando, y perfeccionando al mismo tiempo, su método (todavía titubeante, con idas y venidas). El filósofo –contra los que pensaban erróneamente que en 1845 había abandonado la “problemática” filosófica– y economista9 va forjando sus categorías, y las va poniendo en relación unas con otras como formando un silogismo: “Producción, distribución, intercambio y consumo forman así un silogismo (regelrechten Schluss ): la producción es el término univer- sal (Allgemeinheit); la distribución y el intercambio son el término particular (Besonderheit); y el consumo es el término singular (Einzelnheit) con el cual el todo se completa” (9,31-35; 11,7-10). Es sabido el significado para Hegel de la “universalidad”, “particularidad” y “singularidad”.10 La producción (relación abstracta primera persona-naturaleza) está regida por las leyes universales de la naturaleza. La distribución es ya producto más concreto de la contingencia social. El intercambio, “movimiento formalmente (formalgesellschafliche) social” (10,1; 11,20), es la mediación entre la producción y la distribución y el consumo. El consumo (como la producción en sí) “se sitúa fuera (ausserhalb) de la economía” (10,3; 11,22). Claro que la producción es el “fuera” de la economía ante rem, y el consumo el “fuera” de la economía post rem (aunque el primero, en concreto, es un momento económico, no así abstractamente) . a] Producción-consumo (10,25-15,2; 11,40-16,8) La cuestión no es “una combinación dialéctica de los conceptos” (como para Proudhon), sino “la comprensión de relaciones reales” (10,19-20; 11,37-39), lo que no excluye complejas estructuras codeterminantes. En todos los casos (igualmente con la distribución y el intercambio) Marx partirá del planteo obvio o clásico de la economía para después mostrar su contradicción dialéctica, buscando la anterioridad que condiciona a lo que se pensaba primero; elevándose al fundamento de lo que pensaba que era el principio.

 

En primer lugar, pareciera que la producción determina el consumo: si no hay producto producido no hay consumo posible (relación indicada con la flecha b del esquema 2).Y Marx nos indica: “La producción produce, pues, el consumo, 1) creando el material (das Material) de éste; 2) determinando el modo de consumo (Weise der Konsumtion); 3) provocando en el consumidor la necesidad (Bedürfnis) de los productos que ella ha producido primeramente como objetos” (13,2-9; 14,9-12). Es decir, la producción crea “el objeto” del consumo, el “modo de consumo” –y adviértase la formulación, porque habrá modos de consumo, distribución, intercambio y producción, por lo que al “modo de producción “ habrá que darle su sentido estricto y no mitificarlo como una supercategoría en la que nunca Marx pensó ni construyó, como hacen algunos estructuralistas–, y el “impulso (Trieb)” (13,7; 14,14) –aquí, nuevamente, deberíamos llamar a Freud en nuestro auxilio (como veremos más adelante). La determinación “material “ del materialismo de Marx es ésta y no otra. Podemos concluir, entonces, que “la producción crea el consumidor” (12,30-31; 13,40-41). Pero, y siempre veremos la capacidad reflexiva y teórica de Marx –habituado a las distinciones exigidas por la complejidad de lo real y no por gusto sofístico (filósofo siempre)–, el consumo también produce la producción: “El consumo produce la producción de dos maneras: 1) en cuanto el producto se hace realmente producto sólo en el consumo. Un vestido, p.ej., se convierte realmente en vestido en el acto de llevar- lo puesto. . . ; 2) en cuanto el consumo crea la necesidad de una nueva producción, y por lo tanto el fundamento tendencial, ideal, interno de la producción, su presupuesto. El consumo crea la ten- dencia (Trieb) a la producción” (11,31-12,5; 13,2-14).

 

El consumo, como el acto mismo por el que se usa o destruye el objeto (por ingestión, p.ej.), es goce, satisfacción. En tanto tal es creación de necesidad –tendencia, impulso a gozar nuevamente otro objeto. De esta manera ( flecha a del esquema) el consumo determina ideal, representativa o tendencialmente a la producción. Marx reconoce claramente la determinación material o materialista de la producción sobre el consumo, y la determinación tendencial (ideal pero no “ideológica” o “supraestructural” que no tendría ningún sentido, ya que el “fundamento tendencial interno ideal” es anterior e infraestante a la misma producción material). Marx nunca cayó en materialismos simplistas. Sabía bien que la materia, abstractamente primera, era concretamente determinada con anterioridad –en este caso– por lo tendencial: la necesidad del objeto funda la posibilidad de su producción. Dejando ya atrás la doctrina de la “alienación” hegeliana, define la producción como objetivación, y el consumo como subjetivación: “En la primera [la producción], el productor se objetiva como cosa (versachlichte); en el segundo [el consumo], la cosa creada por él se hace persona (personifiziert)” (11,11-13; 12,27- 29). La persona –dentro del “personalismo” de Marx, que lo veremos muy presente en su discurso– objetiva su vida en el producto del trabajo, “materia “ del consumo. En el consumo, la persona hace del producto un momento de su mismo ser: personifica la cosa: el pan digerido se hace corporalidad del trabajador (no es ya pan: la negación del producto es negación de la negación –el hambre–, y afirmación positiva del sujeto: el goce, el “ser”, el producto consumido). Por otra parte, “nada más simple para un hegeliano que identificar producción y consumo” (14,11-12; 15,14-15), y esto es posible porque, efectivamente, en primer lugar, pareciera que “la producción es inmediatamente consumo” (10, 24; 11,41). Subjetivamente, porque el producir consume energía; objetivamente, porque el producir consume materia prima y en él se gastan instrumentos (consumo productivo). Pero, en segundo lugar, se podría igualmente afirmar que “el consumo es inmediatamente producción” (11,3; 12,19), y así, p.ej., al comer el hombre produce su cuerpo (producción consumidora). De esto podría concluirse que “la producción es  inmediatamente consumo; el consumo es inmediatamente producción; cada uno es inmediatamente su opuesto” (11,19-21; 12,35-36). Marx aquí nos recuerda el filosofar hegeliano, pero como filosofía de la economía: “Cada uno de los términos –sin embargo– no se limita a ser el otro de manera inmediata, ni tampoco el mediador del otro, sino que, realizándose, crea el otro y se crea en cuanto otro” (13,36-38; 14,41-44). Un comentario apretado de estos parágrafos nos llevaría muy lejos y extendería demasiado este comentario. Simplemente queremos anotar que Marx es más profundo de lo que ciertos pensadores –y aun por supuesto antimarxistas latinoamericanos– suponen. De todas maneras estas distinciones son abstractas; en concreto las cosas son aún más complejas: “En la sociedad, en cambio, la relación entre el productor y el producto. . . es exterior, y el retorno del objeto al sujeto depen- de de las relaciones de éste con los otros individuos” (14,35-38; 15, 38-41). Sólo en el autoconsumo en autoproducción la producciónconsumo pasa del productor al consumidor inmediatamente, en concreto. Abstractamente, la relación de las categorías producción-consumo se las puede pensar inmediatamente relacionadas. Pero en la realidad concreta, la relación producción-consumo está mediada por la distribución y el intercambio entre individuos en sociedad. Pasamos así a las dos consideraciones siguientes. b] Producción-distribución (15,4-19,16; 16,8-19,35) De la misma manera es habitual, en la economía capitalista, privilegiar la determinación de la producción sobre la distribución: “La organización de la distribución [de objetos] está totalmente determinada por la organización de la producción. La distribu- ción es ella misma un producto de la producción” (15,38-40;  La distribución, tanto por el objeto (ya que se distribuyen productos de la producción) como por su forma (ya que el tipo de participación en la producción determina la distribución: p.ej., más salario para el ingeniero y menos para el obrero), pareciera ser un efecto de la producción. El “modo de la distribución (Distributionsweise)” (15,35; 16,32) es entonces un momento fundado. Pero, y aquí Marx muestra su espíritu siempre dialéctico, la misma producción está determinada por la distribución. “Si se consideran sociedades globales, la distribución parece desde cierto punto de vista preceder y hasta determinar la producción: aparece en cierto modo como un fact pre-económico (anteökono- misches). Un pueblo conquistador divide al país entre los conquis- tadores . . . ; determina por consiguiente la producción” (16,21-27; 17,17 -22). La producción determina materialmente a la distribución “de objetos” (flecha c del esquema). Pero la distribución determina prácticamente (política o éticamente) a la producción en sus “agentes” (flecha d). Es evidente que una “revolución . . . da un carácter nuevo a la producción por medio de (una) nueva distribución” (16,29-31; 17,24-26). Esto significa que el nivel práctico-político (“las leyes pueden perpetuar” una cierta distribución: 19,5; 19,24) no puede simplemente descartárselo como un nivel supraestructural determinado por la base material. Para Marx, muy por el contrario, el nivel político (la distribución como conquista en América o como revolución) determina por su parte a la materialidad fundada de la producción. Pero este discurso puede continuarse: el “modo de distribución” fundante (la conquista) determina la producción (el “modo de producción” de la encomienda, por ejemplo). Pero, por su parte, “el modo de producción (Produktionsweise) –sea el del pueblo conquistador, sea el del pueblo sometido, o el que resulta de la fusión de los dos–12 es determinante para la nueva distribución” (18,14-17; 18, 42-44). Es decir, “la subsunción (Subsumtion) de los individuos en determinadas relaciones de producción (Produktionsverhältnisse )” (17, 4-5; 17,38-39) es un producto práctico-político (que determina la producción de los agentes y sus relaciones de producción), pero determinación práctica por su parte determinada por un “modo de producción “ previo de los conquistadores. ESQUEMA 3 DETERMINACIONES MUTUAS DE FUNDAMENTALIDAD La producción determina materialmente la distribución de objetos (flecha c). La distribución determina práctico-políticamente a los agentes de la producción (flecha b). La producción de los agentes políticos determina materialmente al “modo de distribución” de los agentes. El “modo de distribución “ C es determinado por el “modo de producción” B, el que por su parte es determinado por el “modo de distribución” A. ¡Cuán lejos estamos de las simplificaciones ingenuas de un materialismo determinista donde sólo B determina a C! Como conclusión, la determinación de las “relaciones de producción” es un acto propio práctico (y no material) de la distribución. c] Producción-intercambio (19, 23-20,37; 19, 35-21,2) Como en los casos anteriores, el intercambio está determinado por la producción (lo mismo que la circulación, que no es más que el intercambio como totalidad) (flecha e del esquema 2): “No existe intercambio sin división del trabajo. . . El intercambio privado presupone la producción privada. La intensidad del inter- cambio. . . está determinada por el desarrollo y la organización de la producción” (20,4-9; 20,16-21). Esto es obvio y no necesita comentario. Pero, nuevamente, Marx encuentra que la producción puede estar determinada  por la circulación o el intercambio (y sería importante para comprender cómo el capitalismo mercantil hispánico y latinoamericano, pudo determinar la producción capitalista posterior) (flecha f): “Por ejemplo, cuando el mercado, o sea la esfera del intercambio, se extiende, la producción amplía su ámbito y se subdivide más en profundidad” (20,28-31; 20,39-42). Si la producción determina el intercambio materialmente, ¿qué tipo de determinación ejerce el intercambio sobre la producción? Nuevamente es una determinación práctica, pero no ya política sino económica, ya que como el intercambio es una “mediación (ein vermittelndes Moment)” (19,25; 19,43) entre la producción y la distribución, se trata de la relación entre personas (lo práctico-político, ético) a través de productos (lo poiético o productivo).13 La conclusión a la que llega Marx, en este momento de sus reflexiones iniciales, es muy importante: “El resultado al que llegamos no es que la producción, la distribu- ción, el intercambio y el consumo sean idénticos, sino que constitu- yen las articulaciones de una totalidad (Glieder einer Totalitiät), diferenciaciones dentro de una unidad” (20,13-16; 20,25-27). Estas determinaciones, de la esencia de la producción en general, pero no ya sólo en- sí sino en relación con otras determinaciones mutuamente determinándose, es ahora una “totalidad” construida por muchas categorías. La producción determina a las otras determinaciones materialmente; el consumo tendencial o idealmente; la distribución prácticamente; el intercambio económicamente. Mutuas determinaciones que en nada nos hablan de una infraestructura y una supraestruc tura, pero tampoco de una estructura superficial o sin profundidad, sino de mutuas determinaciones que actuan sincrónica y diacrónicamente, en muchos grados de determinación determinantes determinadas: “Una producción determinada. . . [que] determina un consumo de- terminado” (20,24; 20,35).

 

 


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