La autoconciencia marxista
Le pedi a Chat GPT Simular una
conversación entre Dostoyevski y Tolstói y esto me respondió:
Es fascinante, ya que ambos fueron
gigantes de la literatura rusa y tenían puntos de vista filosóficos y
artísticos muy distintos. Aunque no se reunieron con frecuencia en la vida
real, una conversación imaginada podría tocar temas como la naturaleza del
hombre, la fe, la política y la literatura.
Aquí te presento una simulación de lo
que podría haber sido una charla entre ellos:
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**Fiódor Dostoyevski:**
Lev Nikoláievich, he leído tu última
obra. Me ha conmovido profundamente tu capacidad para describir la vida del
campesino ruso. Sin embargo, a veces siento que idealizas demasiado al hombre
simple. ¿No crees que el ser humano, en su esencia, está marcado por el
sufrimiento y la contradicción?
**Lev Tolstói:**
Entiendo lo que dices, Fiódor
Mijáilovich. Pero veo al hombre como un ser capaz de la redención a través de
la simplicidad y la conexión con la tierra y con Dios. El sufrimiento existe,
claro, pero creo que es el resultado de alejarse de la verdad, de la bondad y
del amor.
**Dostoyevski:**
Sin embargo, la experiencia me ha
enseñado que el sufrimiento es lo que purifica al hombre. En mis personajes,
intento mostrar cómo el hombre lucha con sus demonios internos, sus vicios y
contradicciones. Solo a través de este conflicto interno es capaz de alcanzar
una verdadera comprensión de su naturaleza.
**Tolstói:**
Tu enfoque es más sombrío. Yo
prefiero pensar que el hombre, en su pureza, puede encontrar la felicidad si
vive de acuerdo con los principios morales más elevados. La guerra, el poder,
las riquezas... todo esto corrompe. Pero el alma humana, si es alimentada por
la fe, la verdad y la no violencia, puede llegar a la paz.
**Dostoyevski:**
¿Y qué hay de la libertad, Lev? El
hombre es libre, y esa libertad le lleva tanto al pecado como a la redención.
El ser humano es una criatura de contradicciones, y muchas veces su búsqueda de
la verdad lo lleva por caminos oscuros. En mi opinión, no se puede negar esa
parte de nuestra naturaleza.
**Tolstói:**
La libertad, sí, pero no una libertad
sin responsabilidad. Para mí, la verdadera libertad está en someterse a los
principios morales más elevados. El hombre debe aspirar a una vida sencilla, en
armonía con la naturaleza y Dios. De otra manera, su libertad lo llevará a la
decadencia, como tan bien lo muestras en tus novelas.
**Dostoyevski:**
Tal vez sea cierto... pero sin el
caos, sin las preguntas profundas sobre el bien y el mal, ¿cómo podemos
entender el alma humana en su totalidad? Yo veo en cada hombre una batalla
entre la luz y la oscuridad. Y es esa batalla la que define su existencia.
**Tolstói:**
Fiódor, en esa batalla veo también la
posibilidad de la redención. Pero para mí, el camino hacia la luz no es a
través del conflicto interno, sino mediante la unión con la verdad y el amor.
El hombre que sirve a los demás y vive de forma pacífica ya ha encontrado la
salida del laberinto que tú describes.
**Dostoyevski:**
Tal vez ambos busquemos la misma
verdad, pero desde diferentes caminos. Tú buscas la redención a través de la
vida sencilla, y yo la encuentro en las profundidades del alma humana, en sus
momentos más oscuros. Quizá, al final, todo sea parte del mismo misterio.
**Tolstói:**
Es probable, amigo mío. La literatura
nos permite explorar esos misterios desde múltiples ángulos, y aunque no
coincidamos en todo, ambos buscamos una comprensión más profunda del hombre y
de Dios.
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Es probable que, de haber tenido una
conversación así, habrían abordado temas religiosos, sociales y personales con
respeto, pero con claras diferencias en su visión de la humanidad.
Publicación de Edson
García Salinas
Porque ¿Platón uso a
Sócrates como una mascara? Eso es algo que GPT no puede comprender, el lo hace
para proteger su autoconciencia, un dialogo no es un acontecer cordial es la
lucha entre dos autoconciencias, una quiere dominar a la otra siempre es decir
obtener el reconocimiento de la otra y entonces avanzan enmascaras así
Dostoievski y Tolstoi jamás hubieran tenido un dialogo como el planteado por la
inteligencia artificial posiblemente Dostoievsky hubiera empezado el dialogo
así si este se hubiera dado por escrito: En aquella época, hace justo un año yo
colaboraba con revistas redactaba articulos y estaba firmemente convencido de
que iba a escribir algo grande y bueno estaba trabajando en una gran novela,
acabe sin embargo internado en un hospital, donde al parecer moríre pronto.
Aunque si me queda tan poco tiempo ¿Para que escribir unas memorias maestro?
(Dense cuenta que no solo se esconde tras un personaje sino tras el porpio
lenguaje, lo cual protege su autoconciencia pero además la eleva a lo
espiritual desde su descender a la aflicción humana esto es lo que estamos
perdiendo con la inteligencia artificial y muy pronto si ya no es ahora mismo
lo humana estará fuera de lugar) Tolstoi hubiera respondido:
Son tantos los recuerdos del pasado que acuden a la memoria
cuando trato de resucitar en la imaginación los rasgos del ser querido, que
aparecen confusos a través de esos recuerdos, lo mismo que a través de las
lágrimas. Son las lágrimas de la imaginación. Cuando quiero recordar a mi madre
tal como era en aquella época sólo se me representan sus ojos castaños, siempre
llenos de amor y bondad; un lunar que tenía en la nuca, un poco más abajo del
nacimiento de los cabellos; el cuellecito blanco bordado de su vestido, y su
delicada mano enjuta, que tan a menudo me acariciaba y que yo solía besar con
tanta frecuencia, pero se me escapaba el conjunto de su expresión. A la
izquierda del diván había un viejo piano inglés; mi hermanita Liubochka, una
niña de tez morena, se hallaba sentada ante el piano. Tocaba con visibles
esfuerzos un estudio de Clementi con sus deditos enrojecidos, reción lavados
con agua fría. Tenía once años; llevaba un vestido corto de hilo y
pantaloncitos blancos con puntilla. Sólo podía coger las octavas en forma de
arpegio. Junto a ella, permanecía sentada de medio lado María Ivanovna. Llevaba
una cofia con cintitas rosas y una chaqueta azul. Su rostro rojo y enfadado
adoptó una expresión severa en cuanto entró Karl Ivanovich. Después de
dirigirle una mirada amenazadora y sin contestar a su saludo, siguió llevando
el compás con el pie, mientras cantaba: —"Un, deux, trois, un, deux,
trois" —en voz más alta y tono más autoritario que antes. Sin prestar
atención a esto, el preceptor saludó como de costumbre, en alemán, a mi madre,
que se recobró en el acto, y movió la cabeza como si con ese gesto quisiera
alejar las ideas tristes. Tendió la mano a Karl Ivanovich y le besó la sien
surcada de arrugas, mientras él le besaba la mano a su vez. —"Ich danke,
lieber Karl Ivanovich". Y prosiguiendo en alemán, le preguntó: —¿Han
dormido bien los niños? Nuestro preceptor era sordo de un oído. En aquel
momento, con el ruido del piano no oyó absolutamente nada. Se inclinó sobre el
diván, se apoyó en la mesa y manteniéndose con un pie esbozó una sonrisa que me
pareció entonces del más exquisito refinamiento. Luego levantó el gorrito por
encima de su cabeza y dijo: —¿Me perdonará usted, Natalia Nikolaievna? Nunca se
quitaba el gorrito rojo para no enfriarse la cabeza, pero cada vez que entraba
en el salón pedía permiso para permanecer cubierto. —Póngaselo, Karl
Ivanovich... Le pregunto si han dormido bien los niños —dijo "maman",
acercándose a él y elevando bastante la voz. Pero esta vez Karl Ivanovich
tampoco oyó nada; Se cubrió la calva con el gorrito colorado y sonrió aún más
amablemente. —Espera un momento, Mimí —dijo "maman" a María Ivanovna
con una sonrisa—. No se oye nada. Cuando mi madre sonreía, su rostro, tan bello
de por sí, tornábase incomparablemente más hermoso y todo parecía alegrarse
alrededor suyo. Si pudiese percibir esa sonrisa en los momentos penosos de la
vida, no hubiera sabido lo que es el dolor. Me parece que es precisamente en la
sonrisa donde reside lo que suele llamarse la belleza de un rostro. Si la
sonrisa le añade encanto, se trata de un semblante perfecto;si no lo altera es
corriente, y si lo estropea es feo. Después de saludarme, "maman" me
cogió la cabeza entre las manos, la echó hacia atrás, me miró fijamente y dijo:
—¿Has llorado? No le contesté. Me besó los ojos y preguntó en alemán: —¿Por qué
has llorado? Cuando nos hablaba amorosamente, lo hacía siempre en ese idioma,
que conocía a la perfección. —Ha sido en sueños —le dije, recordando el sueño inventado
con todo detalle y estremeciéndome ante esa sola idea. Karl Ivanovich confirmó
mi respuesta sin mencionar para nada el sueño. Después de cambiar unas palabras
acerca del tiempo —en cuya conversación tomó parte Mimí—, "maman"
puso seis terrones de azúcar en la bandeja para algunos criados respetables y
se acercó al bastidor que se hallaba junto a la ventana. —Bueno, ahora id a
saludar a papá y decidle que no deje de venir a verme antes de ir a la era. De
nuevo resonó el piano. María Ivanovna se puso a contar para llevar el compás y
nos acompañó con miradas amenazadoras, según nos retirábamos. Atravesamos la
habitación, que desde los tiempos del abuelito había conservado el nombre de
"ofitsianskaia"[1], y entramos en el despacho.
Con este ejemplo espero que quede claro a lo que nos
enfrentamos no estamos en el capitalismo industrial de Marx sino en un
capitalismo pos industrial cibernético y entonces porque releer a Marx, porque
Marx hace algo hermosísimo que podríamos
comprender como una observación de cibernética de segundo orden donde Marx
desde su autoconciencia reconstruye el capital, ahora esa tarea sería imposible,
claro al menos que pasemos a una cibernética de tercer orden donde no hagamos
solo una mirada teórica sino na acción biodramaturgica que altere y contra
altere todo el sistema.
Y de eso se trata la ciencia del logos por eso es tan
importante atravesar Marx con mi
autoconciencia a continuación copio y pego el texto Enrique Dussel LA PRODUCCION TEORICA DE MARX UN COMENTARIO A
LOS GRUNDRISSE ¿Por qué lo copio y pego? Porque soy una autoconciencia abierta,
no estoy escribiendo desde el entendimiento sino desde la autoconciencia es
como si ustedes pudieran entrar a mi mente pero no echo no quiero que entren a
mi mente sino a mi espíritu y entonces ustedes pueden ver lo que hay en él y es
como si al leer me leyeran y yo leyera con ustedes si lene con atención verán que iré alterando
el texto hasta traspasarlo en los textos
siguientes.
¿Porque este texto?
Porque justamente aquí Marx hace el trabajo autoconsciente
este es un estudio de sus cuadernos de sus borradores nada más
importante que esto, aquí mar se va auto conociendo y en este auto conocerse
conoce el capital.
Marx cruzaba el Canal de la Mancha, hacia Londres, el 24 de
agosto de 1849. Allí pasará –salvo algunos cortos viajes– los treinta y cuatro
años restantes de su vida, hasta 1883. Podemos decir que de 1835 a 1849 (quizá
dividiendo dicho lapso en dos épocas), Marx había cumplido su juventud y una
época de “transición”. En Londres, desde 1849, tenemos ya al Marx “definitivo”,
que, de todas maneras, seguirá evolucionando profundamente. Ciertamente, desde
1849 hasta el mes de julio de 1857 –en el nivel de su elaboración teórica–, en
esta nueva época de la vida de Marx, se cumple un primer período,20 de estudios
preparatorios, de búsqueda de materiales, de hipótesis. Desde julio de 1857 a
diciembre de 1858, Marx se lanza a una de las aventuras teóricas más geniales
de la historia de la humanidad, cumpliendo así un período central en toda su
vida: la construcción fundamental de su economía política, de su visión crítica
de la realidad. Un tercer período –desde enero de 1859 con la redacción de la
Contribución–, significará una primera reelaboración total de esta construcción
teórica (que durará al menos hasta el Cuaderno XXIII de los Manuscritos de
1861- 1863). Veamos esto por partes. En efecto, después de instalarse en
Londres, comienza un largo período de estudios, que deja constancia en sus
Extractos o Cuadernos de apuntes, pues como intelectual pobre, sin recursos,
debía copiar extractos para evitarse comprar libros. Asistía diariamente a la
biblioteca del Museo Británico. Desde septiembre de 1850 nos ha dejado una
serie de 24 cuadernos, hasta agosto de 1853. Algunos de ellos han sido
incluidos en los ápendices de los Grundrisse. Como, por ejemplo, los extractos
sacados de la obra de David Ricardo, On the principles of political economy and
taxation (1821), sobre la teoría del dinero.21 En este Cuaderno IV hay
extractos de A. Boeckh, J. G. Buesch, W. Jacob. En octubre había igualmente
tratado cuestiones sobre la moneda (Cuaderno III) 22 en obras de G. Garnier, J.
Taylor, J. W. Gilbart, A. Alison, G. Graham, R. Runding, N. W. Senior y E.
Solly. El Cuaderno V (de enero de 1851) sigue tratando el mismo tema en S.
Bailey, H. C. Carey, y otros autores. En el Cuaderno VI (en febrero) continúa
siempre con la cuestión del dinero en G. Bell, J. Gray, J. Francis, R.
Hamilton, D. Hume, J. Locke, etc. Desde el Cuaderno VII (de marzo a mayo)
comienza a diversificar sus temas económicos –en el VIII vuelve nuevamente
sobre Ricardo.23 El Cuaderno XIV nos interesa particularmente como
latinoamericanos, ya que se ocupa de la cuestión colonial. Hemos visto este
Cuaderno en el archivo de Amsterdam, 24 y merecería una pronta edición. Hemos
podido traducir al castellano la reciente edición alemana del Cuaderno XVII (en
la Universidad Nacional Autónoma de Puebla, 1984), sobre tecnología y su
historia,25 y remitimos al trabajo preliminar para mayores explicaciones. Cabe
destacarse que el Cuaderno XIX trata el tema de la mujer en obras de W.
Alexander (The history of women. . .), G. Jung (Geschichte der Frauen. . .),
Ch. Meiners (Geschichte des weiblichen Geschlechts. . .), etc. Los últimos
cuadernos son sobre la India (el XXII y XXIII y sobre Rusia (XXIV). Desde 1853, en el verano, Marx comienza una
larga serie de artículos para el New York Tribune. Sus avances propiamente
teóricos caen en un compás de espera hasta julio de 1857. En esos años
(1854-1856) se ocupa de cuestiones coyunturales, no olvidando, por nuestra
parte, que en septiembre de 1854 estudia varias obras sobre España, lo que le
lleva a adentrarse en la lengua castellana.26 En todos estos trabajos podemos
observar la “técnica” (no propiamente el método) de investigación de Marx. En
primer lugar, Marx se enfrentaba a algunas obras (las que pensaba que eran
mejores, y que se encontraban en el Museo Británico) sobre el tema a estudiar.
Leía las obras en las partes que más le interesaban. Sacaba extractos y
escribía reflexiones y comentarios. Con estos Cuadernos escribía artículos para
diarios y revistas. De la misma manera procederá en sus obras teóricas
principales. Primero, realizaba “apuntes” de los clásicos. Posteriormente,
redactaba Cuadernos en los que se entremezclaban apuntes y reflexiones (a veces
más reflexiones propias que apuntes, y esto a medida que dominaba más la
cuestión y comenzaba entonces a objetivar su propia posición). En un tercer
momento, pasaba a la redacción de la obra por entero y para la imprenta –aunque
a veces fracasaba y no la daba para imprimir. Sólo dos grandes obras, sólo dos,
llegaron a feliz término con tan exigente “técnica”. La Contribución a la
crítica de la economía política (1859) y el tomo I de El capital (1867). Estas
dos únicas obras del período que podemos llamar “definitivo” de su vida, fueron
antecedidas del procedimiento de largos estudios, extractos, reflexiones y
hasta exposiciones sistemáticas preparatorias. Uno era el orden “en la
investigación” –los Grundrisse y los Manuscritos de 1861-1863 y posteriores,
son los mejores ejemplos–, y otro el orden “en la exposición” para el lector,
para la “conciencia” de la clase obrera (dicho orden es respetado en las dos
obras indicadas de 1859 y 1867). Posteriormente a la aparición del tomo I de El
capital, Marx reemprenderá desde 1870 nuevas investigaciones, pero ya nunca
podrá escribir los textos para la imprenta (en un correcto orden “en la
exposición”) de los tomos posteriores (el II, III y IV, tarea que realizarán,
por su cuenta y riesgo, Engels y Kaustky).
En esta obra pensamos ocuparnos sólo del corto período que
va desde julio de 1857 a diciembre de 1858, que podría describirse con las
siguientes fases: 1. En julio saca apuntes de una obra de Bastiat y Carey. En
la última semana de agosto de 1857 comienza el Cuaderno M que es pensado como
la “Introducción” a los Grundrisse. 2. Desde octubre de 1857 a junio de 1858,
escribe los Cuadernos I al VII de los Grundrisse. 3. Desde junio a diciembre de
1858 realiza todavía algunos apuntes, índices, escribe cartas, y una primera
redacción (el Urtext) de la Contribución, que por no satisfacer a Marx puede
considerarse como el último trabajo preparatorio a la nombrada Contribución.
Todo este período culmina con el “Índice de los siete Cuadernos”27 de junio de
1858, donde, por vez primera en sus Cuadernos, el valor encabeza ahora sus
investigaciones, antes que el tratado del dinero –que había sido desde 1843 el
tema inicial de su discurso económico. La visión definitiva sistemática de Marx
la vemos así aparecer, aunque tendrá todavía muchas variantes, en junio de
1858, como fruto de los Grundrisse. Esta culminación, sin embargo, se dejaba
ver ya desde meses antes. En la carta del 22 de febrero de 1858, de Marx a
Lasalle, se descubre, no sólo la división en seis partes de la obra futura,
sino ya de manera clara: “El conjunto se divide en seis libros: 1. El capital
(que contiene algunos capítulos introductorios). 2. De la propiedad
territorial. 3. Del trabajo asalariado. 4. Del estado. 5. Comercio
internacional. 6. Mercaso mundial. “28 Por su parte, en la carta del 11 de
marzo del mismo año, exponía de manera resumida: “Este fascículo comprende: 1.
Valor. 2. Dinero. 3. Capital en general (proceso de producción del capital,
proceso de circulación del capital, unidad de ambos o capital y ganancia,
interés).” 29 Éste será, prácticamente, el índice de la “primera redacción” de
la Contribución de 1858, que descartó, quizá no
sólo por su salud en mal estado, sino porque comprendió que el capítulo
III sobre El capital todavía no estaba maduro.
1.
SOBRE LA PRODUCCIÓN EN GENERAL (1,1-20, 39;
1,1-21,2) (Cuaderno M, hasta la página 13 del manuscrito, comenzado el 23 de
agosto de 1857) “Podría parecer. . . que para hablar de la producción en
general debiéramos o bien seguir el proceso del desarrollo histórico en sus
diferentes fases, o bien declarar desde el comienzo que estamos ante una
determinada época histórica, por ejemplo, de la moderna producción burguesa, la
cual es en realidad nuestro tema específico. Pero todas las épocas de la producción
tienen ciertas notas (Merk- male ) en común, ciertas determinaciones
(Bestimmungen) comunes. La producción en general (Produktion im Allgemeinen) es
una abstracción (Abstraktion), pero una abstracción que tiene sentido, en tanto
pone realmente de relieve lo común (das Gemeinsame), lo fija, y nos ahorra así
una repetición. Lo general o lo común, extraí- do por comparación, es por su
parte algo completamente articulado y que se despliega en diferentes
determinaciones. . . Las determina- ciones que valen para la producción en
general son precisamente las que deben ser separadas, a fin de que no se olvide
la diferencia esen- cial (die wesentliche Verschiedenheit) por atender sólo a
la unidad, la cual se desprende ya del hecho de que el sujeto, la humanidad, y
el objetivo, la naturaleza, son los mismos” (5,5-32; 6,42-7,23).1 Marx
comenzaba aquel 23 de agosto una producción teórica de fondo que le llevará –de
ello es evidente que no tenía conciencia– los mejores diez años de su vida
–hasta la aparición del tomo I de El capital en 1867. Iniciaba sus reflexiones
sobre la cuestión de la producción “en general”, ya que “está de moda incluir
como capítulo previo a la economía una parte general (allgemeinen), que es
precisamente la que figura bajo el título de Producción” (6,20-22; 8-10-11).
Sin embargo, muy pronto, sus reflexiones llegaban a un callejón sin salida, y
por ello salta abruptamente a pensar la cuestión del método (20,40ss.;
21,3ss.), ya que comenzaba a vislumbrar dificultades sistemáticas en la construcción,
el uso y la articulación de las categorías –de las que la producción misma era
una de ellas. También por ello, después de la páginas sobre el método, se
interna en un sinnúmero de cuestiones demasiado pretenciosas para una mera
introducción (30,10ss.; 29,7ss.), hasta que se le cae el lápiz de la mano, como
no sabiendo por donde continuar. . . Sólo en octubre volverá a tomar el lápiz,
en el Cuaderno I, pero sobre nuevas sendas. 1.1. EL PUNTO DE PARTIDA HISTÓRICO
Y EL ESENCIAL (3,6-4,44; 5,6-6,37) De todas maneras, esta “entrada” nos deja
muchas enseñanzas, entre ellas tres principales: una descripción marxista de la
esencia ( que será después aplicada en El capital hasta en su terminología); un
análisis de la producción, momento fundamental y primero del “materialismo” de
Marx (a diferencia del “materialismo” intuitivo e ingenuo cosmológico
posterior), y por ello el establecer una clara diferenciación entre el momento
o la instancia tecnológico-productiva, y el momento o la instancia económica
–instancia segunda, fundada (que incluye lo social y lo ético o práctico)–; y
el comienzo del uso del método, que rápidamente toma conciencia que necesita
ser clarificado, y es la tercera enseñanza. La producción es el “punto de
partida”, pero dicho punto de partida puede ser de dos tipos: por su origen en
la historia –interpretación genética, que puede caer en robinsonadas, tales
como las de Smith o Ricardo–; o por su origen lógico o su esencia. En efecto,
nunca encontramos un hombre “solo” en el que la producción significara un
primer acto anterior a toda distribución o intercambio; es decir, anterior a la
sociedad, sea la familia, el clan, la tribu. Siempre el hombre forma parte de “un todo mayor” (4, 13-14; 6, 8); siempre
es ya un “animal político” como lo definía Aristóteles. Es decir, la producción
está siempre “socialmente determinada (gesellschaftlich bestimmte)”; o de otra
manera: toda producción recibe en sus propios momentos constitutivos la marca
real de la sociedad. La producción agrícola azteca era diversa de la inca,
egipcia, europea o latinoamericana posterior. De todas maneras, metódicamente,
la cuestión no consiste en remontarse a una producción histórica individual
pre-societaria (imposible), sino en internarse por un muy diverso sendero, y
considerar a la producción en sus “notas” o “determinaciones”, esenciales,
abstractas, comunes a todo aquello que se denomina producción, sea entre
aztecas, incas, egipcios, europeos o latinoamericanos. Tampoco se trataría de
analizar las notas de un sistema actual, cayendo en el error de considerarlas
“eternas” (“eternización [Verewigung]” tan frecuente en los análisis de la
economía capitalista clásica). De todas maneras, tanto en los sistemas
económicos pasados como presentes (y aun futuros) hay ciertas notas o
componentes esenciales idénticos (abstractamente considerados) que aunque
determinados históricamente forman parte de lo que denominamos “producción”. El
punto de arranque, entonces, no será histórico –por ahora y metódicamente–,
sino esencial. 1.2. LA ESENCIA (5, 3-8, 35; 6, 40-10, 16) Si no vamos a buscar
la producción en un acto de trabajo de un individuo solitario y pre-social,
aunque siempre histórico, sino en las determinaciones esenciales comunes a todo
hombre en acto productivo,2 la primera cuestión a clarificar es: ¿Qué es la
esencia para Marx? Nos responde frecuentemente a esta pregunta –y es de la mayor importancia,
porque en El capital de lo que se trata es únicamente de la “esencia “ del
capital, primero en general y después en un grado menor de generalidad, pero
siempre abstractamente, aun en el tomo III–: “La producción tiene ciertas notas
en común, ciertas determinacio- nes comunes. La producción en general es una
abstracción. . . Lo general o lo común. . . es por su parte algo completamente
articu- lado. . . Las determinaciones que valen para la producción en general
son precisamente las que deben ser separadas a fin de que no se olvide la
diferencia esencial” (texto citado al comienzo de este capítulo). Para Marx,
entonces, hay un nivel de las notas o determinaciones esenciales. Las
determinaciones son para Marx –como para Hegel–3 lo que para Aristóteles era
definido como la “forma” (morfé): momento constitutivo esencial de la cosa. La
constitución esencial o real de la cosa, puede, por su parte, ser abstraída o
separada para construir con ella la esencia conocida o “en la cabeza” 4 de la
misma cosa. Son determinaciones esenciales aquellas que son comunes a todas las
cosas que dicen ser las mismas –o de las
que se dice que son lo mismo. Estas notas o determinaciones reales, esenciales
de la cosa, son abstraídas o fijadas (fixiert: 5,15; 7,9) a fin de ser pensadas
(denken lassen: 5,21; 7,16). Estas determinaciones esenciales con “los momentos
esenciales (wesentlichen Momente) de toda producción. Se limitan, en efecto,
como veremos, a cierto número de determinaciones muy simples” (6,27-28;
8,16-19). En el caso de la producción esas determinaciones son: un sujeto que
produce, que trabaja (la humanidad); un objeto trabajado, materia universal o
naturaleza; un instrumento con el que se trabaja, “aunque este instrumento sea
sólo la mano” (5,34; 7,28); un trabajo pasado, acumulado (aufgehäufte Arbeit).
Éstas son las determinaciones en general, más abstractas o esenciales, de toda
producción posible. Nos dice, para confirmar lo ganado: “Todos los estadios de
la producción tienen determinaciones comu- nes que el pensamiento fija como
determinaciones generales; las llamadas condiciones generales (allgemeinen
Bedingungen) de toda producción no son más que esos momentos abstractos que no
con- ceptualizan (begriffen) ningún nivel histórico real (wirkliche) de la
producción” (8,30-35; 10,12-16). Momento esencial o abstracto es para Marx lo
mismo. Momento esencial o determinación común o general (p. ej. el capital “en
general”) son idénticos. De lo que se trata, entonces, para poder fijar ante
los ojos la esencia de un fenómeno o apariencia, es abstraer las
determinaciones comunes a todos ellos y articularlas constructivamente.
Sabiendo siempre que el nivel de la abstracción no es el nivel
histórico-concreto de lo real. Lo que no quiere decir que lo abstraído
analíticamente sea irreal; pero no es real así (en abstracto) sino en concreto
(sobredeterminado por muchas otras condiciones y variables de lo concreto mismo).
Además, la esencia se encuentra en un plano profundo, mientras que lo que
aparece (el fenómeno) es lo superficial: “Esto es sólo la apariencia (Schein).
. . En esta sociedad de libre competencia cada individuo aparece (erscheint)
como indepen- diente de los lazos naturales” (3,24-25; 1,18-23). Ya veremos posteriormente esta distinción
entre un plano fundamental, de identidad o esencia, y un plano superficial del
fenómeno, de apariencia, de existencia.5 Como ya hemos indicado, esta doctrina
marxista de la esencia –enriquecida después con nuevos elementos–, permitirá
definir al capital “en general”. Lo de “en general” del capital es su esencia,
en sentido estricto y tal como ya ha sido descubierta aquí, al inicio de los
Grundrisse (véase el fin del parágrafo 1.1, supra). 1.3. LA PRODUCCIÓN “EN
GENERAL” (3,6-8,35; 5,6-10,16) En el nivel de la descripción esencial de la
producción en cuanto tal, Marx distingue todavía dos planos de abstracción: en
un primer nivel de generalidad, la producción en sí, como un todo independiente
–máxima generalidad o la esencia ensu mayor grado de esencialidad. En un
segundo nivel, la producción entra a codeterminarse, en un plano más concreto
(pero siempre abstracto), con respecto al consumo, la distri bución y el intercambio.
Es aquí donde Marx advierte la complejidad metódica que todo esto implica (y
por ello hará un paréntesis metodológico). ESQUEMA 1 ALGUNAS DETERMINACIONES
ESENCIALES DE LA PRODUCCIÓN La producción en sí, en general, como hemos ya
indicado, supone siempre y al menos un sujeto, un objeto (y en realidad doble:
la naturaleza como materia y el producto como satisfactor), un instrumento y un
trabajo pasado acumulado como pericia. Este “círculo productivo”
(sujeto-instrumento-objetosujeto) de la producción “en general”, debe ser
estudiado con detenimiento.6 Debe tenerse en cuenta que el sujeto, como Marx lo
repite continuamente, es primariamente sujeto “de necesidad” o subjetividad
necesitada. Si puede satisfacer su necesidad con un objeto-natural (una fruta a
la mano) el consumo no estará mediado por un acto productor –no habrá
producción ninguna. Sólo en el caso de que el “objeto-natural satisfactor” no
esté a la mano, habrá que producirlo. El sujeto-necesidad se transforma así en
sujeto-productor (que en realidad, y para Marx mismo, no es entonces la primera
relación del hombre con la naturaleza). Aun en el caso de la satisfacción la
relación sujeto-necesidad y naturaleza es relación “material”, pero la
naturaleza no será en este caso “materia” de trabajo (en un “materialismo”
marxista, que siempre es productivo y no
cosmológico),7 sino “materia “ de disfrute, de satisfacción (como “contenido
[Inhalt]” de la necesidad; sentido aún más esencial y fundamental del
“materialismo” del goce, la alegría y la felicidad de un Marx desconocido
frecuentemente). Para un sujeto-productor las cosas aparecen como instrumentos
para producir a partir de la naturaleza los objetossatisfactores que se
necesitan: que faltan. La producción es así negación (gasto de energía, muerte)
para negar la negación (el hambre como necesidad). La producción es actualidad
de la vida para reproducción y subsistencia de la vida –como veremos. El
“círculo” de la necesidad (a) funda el “círculo” de la producción (b), y ambos
fundarán materialmente al “círculo” económico propiamente dicho, para Marx (en
su “materialismo histórico”) el sujeto (necesitado o productor) funda a la
“materia” en su esencia (como “contenido” consumido de la necesidad o como
“con-lo-que” consumido constituye el objeto producido); el “sujeto” histórico
es anterior; el sujeto es el a priori de la “materia”.8 Primero está el sujeto
histórico como “trabajo”, y después está la naturaleza como materia –éste es el concepto del materialismo
“histórico” o productivo. Si la materia (como masa física, astronómica,
cosmológica) es lo anterior al sujeto histórico (“materialismo” ontológico,
cosmológico, intuitivo o ingenuo) es cuestión secundaria para Marx, y fuera de
su discurso “científico” –ya que son postulaciones filosóficas, en el mal
sentido de la palabra, y del que Marx nunca se ocupó en su discurso científico
central, fundamental, teórico, que tiene hoy para América Latina un sentido
político apremiante. Ya volveremos sobre el tema. Por otra parte, la
descripción de la producción “en general” (como esencia abstracta en su mayor
grado de generalidad) no excluye otras consideraciones, como, por ejemplo en un
nivel más concreto, una “rama particular (besondrer Produktionszweig)” de la
producción (6,6-7; 7,42), como es el caso de la “agricultura, la cría de
ganado, la manufactura”. Aun puede considerarse la producción, en un tercer
nivel (en sí), como una totalidad concreta, como la totalidad de la producción
en una época dada. En estos tres sentidos, de todas maneras, la producción (
como momento material por excelencia) no es la economía: “La economía política
no es la tecnología” (6,8-9; 7, 42-43). Esta cuestión (que ha pasado
frecuentemente inadvertida a las exégesis de muchos estudiosos del pensamiento
de Marx) de la clara diferenciación de
la instancia productiva o tecnológica de la economía en sentido estricto, se
expresará también de la siguiente manera: “En el consumo el producto abandona
este movimiento social, se convierte directamente en servidor y objeto de la
necesidad indivi- dual” (9,13-15; 10,31-33). Marx sabe muy bien (y aquí habría
que darle la palabra a Freud) que el “círculo” de la necesidad
(sujeto-necesidadsatisfactor-consumo) es extra económico: es el ámbito de la
puerta de la casa para adentro, el lugar del orgasmo, del placer, del goce,
ámbito que la economía condiciona pero, en sí, del que tiene poco o nada que
decir. En este sentido –como se verá después– el “valor de uso” es el “portador
material” del “valor de cambio”: la tecnología o la producción (abstracta o
esencialmente considerada) es anterior a la economía (ámbito más concreto y
fundado). Además de todo esto, en una teoría general de la producción, habría
aún que tratar, como “organismo social”, los “grados de productividad (Grade
der Produktivität) (6,34; 8,24-25) de los diferentes períodos en el tiempo, de
los diversos pueblos, etcétera.
1.4.LA PRODUCCIÓN MÁS EN CONCRETO (8,36-10,20; 10,20-11,39)
Podríamos resumir lo ya comentado y avanzar lo que nos falta considerando la
reflexión inicial de Marx: “El objeto a considerar es en primer lugar la
producción material (materielle). Individuos que producen en sociedad, o sea
producción socialmente determinada de los individuos: éste es naturalmente el
punto de partida (Ausgangspunkt)” (3,6-10; 1,6-10). La producción “material”
–no en el sentido de opuesto a lo espiritual, sino, y principalmente, en cuanto
constituye a la naturaleza como “materia” de trabajo y “contenido” de
satisfacción–, después de ser considerada en sí, debe consi derársela con
respecto a otras determinaciones: el consumo, la distribución y el intercambio.
Es un nivel más concreto –y sin embargo todavía abstracto. Se consideran estas
determinaciones porque son los “rubros con los que los economistas la asocian”
(8,39-40; 10,21-22). Lentamente, el mismo Marx va descubriendo los niveles de
abstracción. Ahora es necesario “ascender” a un grado de mayor concreción.
Procediendo en orden (y Marx poseía una disciplina teórica férrea, ejemplo de
intelectual) va tratando la cuestión por medio de relaciones coimplicantes:
producción-consumo, producción-distribución, producción-intercambio. En su
reflexión, en las templadas noches londinenses del verano que terminaba, en
medio de las angustias económicas que distraían sin embargo su concentración
–ya que su familia sufría su compromiso de teórico y revolucionario–, iba
originando, y perfeccionando al mismo tiempo, su método (todavía titubeante,
con idas y venidas). El filósofo –contra los que pensaban erróneamente que en
1845 había abandonado la “problemática” filosófica– y economista9 va forjando
sus categorías, y las va poniendo en relación unas con otras como formando un
silogismo: “Producción, distribución, intercambio y consumo forman así un
silogismo (regelrechten Schluss ): la producción es el término univer- sal
(Allgemeinheit); la distribución y el intercambio son el término particular
(Besonderheit); y el consumo es el término singular (Einzelnheit) con el cual
el todo se completa” (9,31-35; 11,7-10). Es sabido el significado para Hegel de
la “universalidad”, “particularidad” y “singularidad”.10 La producción
(relación abstracta primera persona-naturaleza) está regida por las leyes
universales de la naturaleza. La distribución es ya producto más concreto de la
contingencia social. El intercambio, “movimiento formalmente
(formalgesellschafliche) social” (10,1; 11,20), es la mediación entre la
producción y la distribución y el consumo. El consumo (como la producción en
sí) “se sitúa fuera (ausserhalb) de la economía” (10,3; 11,22). Claro que la
producción es el “fuera” de la economía ante rem, y el consumo el “fuera” de la
economía post rem (aunque el primero, en concreto, es un momento económico, no
así abstractamente) . a] Producción-consumo (10,25-15,2; 11,40-16,8) La cuestión
no es “una combinación dialéctica de los conceptos” (como para Proudhon), sino
“la comprensión de relaciones reales” (10,19-20; 11,37-39), lo que no excluye
complejas estructuras codeterminantes. En todos los casos (igualmente con la
distribución y el intercambio) Marx partirá del planteo obvio o clásico de la
economía para después mostrar su contradicción dialéctica, buscando la
anterioridad que condiciona a lo que se pensaba primero; elevándose al
fundamento de lo que pensaba que era el principio.
En primer lugar, pareciera que la producción determina el
consumo: si no hay producto producido no hay consumo posible (relación indicada
con la flecha b del esquema 2).Y Marx nos indica: “La producción produce, pues,
el consumo, 1) creando el material (das Material) de éste; 2) determinando el
modo de consumo (Weise der Konsumtion); 3) provocando en el consumidor la
necesidad (Bedürfnis) de los productos que ella ha producido primeramente como
objetos” (13,2-9; 14,9-12). Es decir, la producción crea “el objeto” del
consumo, el “modo de consumo” –y adviértase la formulación, porque habrá modos
de consumo, distribución, intercambio y producción, por lo que al “modo de
producción “ habrá que darle su sentido estricto y no mitificarlo como una supercategoría
en la que nunca Marx pensó ni construyó, como hacen algunos estructuralistas–,
y el “impulso (Trieb)” (13,7; 14,14) –aquí, nuevamente, deberíamos llamar a
Freud en nuestro auxilio (como veremos más adelante). La determinación
“material “ del materialismo de Marx es ésta y no otra. Podemos concluir,
entonces, que “la producción crea el consumidor” (12,30-31; 13,40-41). Pero, y
siempre veremos la capacidad reflexiva y teórica de Marx –habituado a las
distinciones exigidas por la complejidad de lo real y no por gusto sofístico
(filósofo siempre)–, el consumo también produce la producción: “El consumo
produce la producción de dos maneras: 1) en cuanto el producto se hace
realmente producto sólo en el consumo. Un vestido, p.ej., se convierte realmente
en vestido en el acto de llevar- lo puesto. . . ; 2) en cuanto el consumo crea
la necesidad de una nueva producción, y por lo tanto el fundamento tendencial,
ideal, interno de la producción, su presupuesto. El consumo crea la ten- dencia
(Trieb) a la producción” (11,31-12,5; 13,2-14).
El consumo, como el acto mismo por el que se usa o destruye
el objeto (por ingestión, p.ej.), es goce, satisfacción. En tanto tal es
creación de necesidad –tendencia, impulso a gozar nuevamente otro objeto. De
esta manera ( flecha a del esquema) el consumo determina ideal, representativa
o tendencialmente a la producción. Marx reconoce claramente la determinación
material o materialista de la producción sobre el consumo, y la determinación
tendencial (ideal pero no “ideológica” o “supraestructural” que no tendría
ningún sentido, ya que el “fundamento tendencial interno ideal” es anterior e
infraestante a la misma producción material). Marx nunca cayó en materialismos
simplistas. Sabía bien que la materia, abstractamente primera, era
concretamente determinada con anterioridad –en este caso– por lo tendencial: la
necesidad del objeto funda la posibilidad de su producción. Dejando ya atrás la
doctrina de la “alienación” hegeliana, define la producción como objetivación,
y el consumo como subjetivación: “En la primera [la producción], el productor
se objetiva como cosa (versachlichte); en el segundo [el consumo], la cosa
creada por él se hace persona (personifiziert)” (11,11-13; 12,27- 29). La
persona –dentro del “personalismo” de Marx, que lo veremos muy presente en su
discurso– objetiva su vida en el producto del trabajo, “materia “ del consumo.
En el consumo, la persona hace del producto un momento de su mismo ser: personifica
la cosa: el pan digerido se hace corporalidad del trabajador (no es ya pan: la
negación del producto es negación de la negación –el hambre–, y afirmación
positiva del sujeto: el goce, el “ser”, el producto consumido). Por otra parte,
“nada más simple para un hegeliano que identificar producción y consumo”
(14,11-12; 15,14-15), y esto es posible porque, efectivamente, en primer lugar,
pareciera que “la producción es inmediatamente consumo” (10, 24; 11,41).
Subjetivamente, porque el producir consume energía; objetivamente, porque el
producir consume materia prima y en él se gastan instrumentos (consumo
productivo). Pero, en segundo lugar, se podría igualmente afirmar que “el
consumo es inmediatamente producción” (11,3; 12,19), y así, p.ej., al comer el
hombre produce su cuerpo (producción consumidora). De esto podría concluirse
que “la producción es inmediatamente
consumo; el consumo es inmediatamente producción; cada uno es inmediatamente su
opuesto” (11,19-21; 12,35-36). Marx aquí nos recuerda el filosofar hegeliano,
pero como filosofía de la economía: “Cada uno de los términos –sin embargo– no
se limita a ser el otro de manera inmediata, ni tampoco el mediador del otro,
sino que, realizándose, crea el otro y se crea en cuanto otro” (13,36-38; 14,41-44).
Un comentario apretado de estos parágrafos nos llevaría muy lejos y extendería
demasiado este comentario. Simplemente queremos anotar que Marx es más profundo
de lo que ciertos pensadores –y aun por supuesto antimarxistas
latinoamericanos– suponen. De todas maneras estas distinciones son abstractas;
en concreto las cosas son aún más complejas: “En la sociedad, en cambio, la
relación entre el productor y el producto. . . es exterior, y el retorno del
objeto al sujeto depen- de de las relaciones de éste con los otros individuos”
(14,35-38; 15, 38-41). Sólo en el autoconsumo en autoproducción la
producciónconsumo pasa del productor al consumidor inmediatamente, en concreto.
Abstractamente, la relación de las categorías producción-consumo se las puede
pensar inmediatamente relacionadas. Pero en la realidad concreta, la relación
producción-consumo está mediada por la distribución y el intercambio entre
individuos en sociedad. Pasamos así a las dos consideraciones siguientes. b]
Producción-distribución (15,4-19,16; 16,8-19,35) De la misma manera es
habitual, en la economía capitalista, privilegiar la determinación de la
producción sobre la distribución: “La organización de la distribución [de
objetos] está totalmente determinada por la organización de la producción. La
distribu- ción es ella misma un producto de la producción” (15,38-40; La distribución, tanto por el objeto (ya que
se distribuyen productos de la producción) como por su forma (ya que el tipo de
participación en la producción determina la distribución: p.ej., más salario
para el ingeniero y menos para el obrero), pareciera ser un efecto de la
producción. El “modo de la distribución (Distributionsweise)” (15,35; 16,32) es
entonces un momento fundado. Pero, y aquí Marx muestra su espíritu siempre dialéctico,
la misma producción está determinada por la distribución. “Si se consideran
sociedades globales, la distribución parece desde cierto punto de vista
preceder y hasta determinar la producción: aparece en cierto modo como un fact
pre-económico (anteökono- misches). Un pueblo conquistador divide al país entre
los conquis- tadores . . . ; determina por consiguiente la producción”
(16,21-27; 17,17 -22). La producción determina materialmente a la distribución
“de objetos” (flecha c del esquema). Pero la distribución determina
prácticamente (política o éticamente) a la producción en sus “agentes” (flecha
d). Es evidente que una “revolución . . . da un carácter nuevo a la producción
por medio de (una) nueva distribución” (16,29-31; 17,24-26). Esto significa que
el nivel práctico-político (“las leyes pueden perpetuar” una cierta
distribución: 19,5; 19,24) no puede simplemente descartárselo como un nivel
supraestructural determinado por la base material. Para Marx, muy por el
contrario, el nivel político (la distribución como conquista en América o como
revolución) determina por su parte a la materialidad fundada de la producción.
Pero este discurso puede continuarse: el “modo de distribución” fundante (la
conquista) determina la producción (el “modo de producción” de la encomienda,
por ejemplo). Pero, por su parte, “el modo de producción (Produktionsweise)
–sea el del pueblo conquistador, sea el del pueblo sometido, o el que resulta
de la fusión de los dos–12 es determinante para la nueva distribución” (18,14-17;
18, 42-44). Es decir, “la subsunción (Subsumtion) de los individuos en
determinadas relaciones de producción (Produktionsverhältnisse )” (17, 4-5;
17,38-39) es un producto práctico-político (que determina la producción de los
agentes y sus relaciones de producción), pero determinación práctica por su
parte determinada por un “modo de producción “ previo de los conquistadores.
ESQUEMA 3 DETERMINACIONES MUTUAS DE FUNDAMENTALIDAD La producción determina
materialmente la distribución de objetos (flecha c). La distribución determina
práctico-políticamente a los agentes de la producción (flecha b). La producción
de los agentes políticos determina materialmente al “modo de distribución” de
los agentes. El “modo de distribución “ C es determinado por el “modo de
producción” B, el que por su parte es determinado por el “modo de distribución”
A. ¡Cuán lejos estamos de las simplificaciones ingenuas de un materialismo
determinista donde sólo B determina a C! Como conclusión, la determinación de
las “relaciones de producción” es un acto propio práctico (y no material) de la
distribución. c] Producción-intercambio (19, 23-20,37; 19, 35-21,2) Como en los
casos anteriores, el intercambio está determinado por la producción (lo mismo
que la circulación, que no es más que el intercambio como totalidad) (flecha e
del esquema 2): “No existe intercambio sin división del trabajo. . . El
intercambio privado presupone la producción privada. La intensidad del inter-
cambio. . . está determinada por el desarrollo y la organización de la
producción” (20,4-9; 20,16-21). Esto es obvio y no necesita comentario. Pero,
nuevamente, Marx encuentra que la producción puede estar determinada por la circulación o el intercambio (y sería
importante para comprender cómo el capitalismo mercantil hispánico y
latinoamericano, pudo determinar la producción capitalista posterior) (flecha
f): “Por ejemplo, cuando el mercado, o sea la esfera del intercambio, se
extiende, la producción amplía su ámbito y se subdivide más en profundidad”
(20,28-31; 20,39-42). Si la producción determina el intercambio materialmente,
¿qué tipo de determinación ejerce el intercambio sobre la producción?
Nuevamente es una determinación práctica, pero no ya política sino económica,
ya que como el intercambio es una “mediación (ein vermittelndes Moment)”
(19,25; 19,43) entre la producción y la distribución, se trata de la relación
entre personas (lo práctico-político, ético) a través de productos (lo poiético
o productivo).13 La conclusión a la que llega Marx, en este momento de sus
reflexiones iniciales, es muy importante: “El resultado al que llegamos no es
que la producción, la distribu- ción, el intercambio y el consumo sean
idénticos, sino que constitu- yen las articulaciones de una totalidad (Glieder
einer Totalitiät), diferenciaciones dentro de una unidad” (20,13-16; 20,25-27).
Estas determinaciones, de la esencia de la producción en general, pero no ya
sólo en- sí sino en relación con otras determinaciones mutuamente
determinándose, es ahora una “totalidad” construida por muchas categorías. La
producción determina a las otras determinaciones materialmente; el consumo
tendencial o idealmente; la distribución prácticamente; el intercambio
económicamente. Mutuas determinaciones que en nada nos hablan de una
infraestructura y una supraestruc tura, pero tampoco de una estructura
superficial o sin profundidad, sino de mutuas determinaciones que actuan
sincrónica y diacrónicamente, en muchos grados de determinación determinantes
determinadas: “Una producción determinada. . . [que] determina un consumo de-
terminado” (20,24; 20,35).
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