Enseñando meta expresividad
Si sabemos que Dios esta
antes de toda dualidad advaita, antes de toda lógica es decir antes de toda
afirmación y negación, afirmar que hay Dios o negar que hay Dios es un absurdo,
la cuestión seria participar de su misterio pascual, pero eso escapa a nuestra
manos. Porque es Dios quien elige a quien revelarse. Así que la filosofía es
una teodisea trágica, al menos que tome conciencia de su absurdo y confiese que
no sabe y que no es nada sin él.
Recuerdo las ganas que tenia de enseñar la meta expresividad
a la gente en la plaza San Martin para esto
es esencial hablar del espíritu y alguien me pregunto: ¿Qué es el espíritu? Y yo no supe responder, ahora
creo que lo haría:
Nos sentaríamos a meditar largamente con el AUM…
Aum…
Aum…
Y contaría esta parábola Hindú de la Chāndogya upaniṣad:
«Así habló Prajāpati (el padre de los Dioses): el ātman, el
cual está libre de maldad, sin vejez, ni muerte, ni pena, ni hambre, ni sed,
cuyo amor es lo real (la verdad, satya-kāmaḥ), cuya estructura intelectual es
lo real (la verdad, satya-samkalpaḥ), (este ātman) hay que buscar y desear
entender”. Esto oyeron los Dioses y los demonios y, sin comunicárselo el uno al
otro fueron, Indra de entre los primeros y Virocana de entre los segundos, a
presentar sus respetos a Prajāpati. Durante treinta y dos años vivieron a su
servicio aprendiendo la disciplina, pasados los cuales Prajāpati les preguntó
su deseo y luego les respondió: “la persona (puruṣa) que es vista en el ojo,
ésta es el ātman […] esto es brahman”. Luego se fueron a mirar a un espejo de
agua para conocer el ātman. No sin ironía Prajāpati les aconsejó que se
pusieran sus mejores prendas y que se acicalaran lo mejor que pudieran. “Lo que
‘veis’ -les dijo- es brahman.” Ambos se fueron con el ánimo sosegado. Virocana
se lo creyó y por esto desde entonces la doctrina de los demonios consiste en
el servicio del cuerpo. Indra, en cambio, no se satisfizo, y retornó a Prajāpati
para preguntarle qué le ocurría al ātman
cuando el cuerpo era ciego, tullido o deforme. ¿Es posible que le ocurra lo
mismo al ātman? Durante otros treinta y dos años estuvo de nuevo a su servicio,
al cabo de los cuales Prajāpati le impartió otra ración de su doctrina: “Aquél
que se mueve felizmente en el sueño, aquél es el ātman, el inmortal, el
inespantable, aquél es brahman”. Indra se fue con el corazón contento, pero aún
antes de llegar a la mansión de los Dioses se dio cuenta de que la respuesta no
era satisfactoria porque, si bien la imagen que se tiene en los sueños no es
ciega o deforme aunque el cuerpo lo sea, no obstante también en sueños se sufre
y se llora y se experimentan angustias. Volvió pues a Prajāpati con su
problema, estuvo con él otros treinta y dos años y recibió la tercera
respuesta: “Aquél que está completamente dormido, compuesto, sereno y que no
tiene sueño alguno, aquél es el ātman el inmortal…”. Se fue primero contento
pero de nuevo le asaltó la duda: si ello fuese así uno no se conocería a sí
mismo, ni que “yo soy él” (ayam aham asmi) ni a las cosas que nos rodean. Lo
único que así se consigue es llegar a la aniquilación. Vuelto otra vez a
Prajāpati, éste le dio la razón, le pidió que viviese aún cinco años más con él
y por fin le comunicó la doctrina suprema y āltima: “Este cuerpo es ciertamente
mortal […], pero es el soporte del ātman inmortal y sin cuerpo. Ciertamente el
ātman envuelto en el cuerpo está sujeto al placer y al dolor […], pero ni el
uno ni el otro toca a quien no posee cuerpo. Continúa luego con la comparación
del relámpago y del trueno, que cuando aparecen en el espacio adquieren su
forma propia, así este ātman perfecto y sosegado (samprasāda), cuando se remonta por encima de este cuerpo y
alcanza la luz suprema, aparece entonces en su propia forma. Él es la persona
suprema”. Viene luego la descripción del ātman como el sujeto último de
cualquier actividad: “Quien conoce el ātman y lo entiende, alcanza todos los
mundos y todos los deseos”.»
Quien conoce el Espíritu y lo entiende alcanza todos los mundos y los
deseos.
Conociendo a la gente en la plaza me dirían que no se puede
equiparar el ātman Hindu al Espíritu, que
el espíritu tiene un desarrollo conceptual mientras que el ātman es simbólico pero si yo les pregunto ¿Cuál es
el desarrollo conceptual del Espíritu? De todas maneras llegaríamos a: Hebreo: ruach y nephesh, Persa: ahu y urvan, Arabe: monuhmed y gyan, Griego: pneuma y psique,que se puede equiparar al Brahman ātman o ¿El concepto de espíritu como razón,
intelecto, conciencia supera su formulación simbólica? No ni aun Hegel me puede
dar una concepción de Espíritu mayor a
su simbolismo contrapuesto con alma siendo el espíritu el ruach el soplo
trascendente y nephesh la respiración inmanente
y entonces partamos de esa primera respiración inmanente, del A en el Aum… y
tenemos lo que yo llamo el espíritu objetivo lo que los hindus llamarían el vaiśvānara
el mundo físico y he aquí nuestra conciencia objetiva fenomenológica,
respiremos más profundo vamos al u del Aum… y tenemos el mundo de las ideas el
Espíritu subjetivo los hindús dirían taijasa el mundo ideal ,que ellos tiene la
suerte de comprenderlo como el mundo de los sueños, nosotros recién con el
psicoanálisis parecemos darnos cuenta, que nuestros conceptos devienen del
registro de nuestros imaginarios, más respiremos aún más profundo y vayamos al
m del Aum… y entremos al espíritu revelado mitico al prajñā el mundo espiritual
«Éste es el estado de sueño profundo en el que el durmiente no tiene ya ningún
deseo ni ve ningún sueño. El tercer cuarto es prajñā, cuya esfera es el sueño
profundo y en el cual todo está unificado, todo se ha reducido a una masa de
[pura] conciencia, a una plenitud de gozo y a una experiencia del mismo y cuya
faz es [puro] pensamiento.» Aquí deviene la gran conversión la gran transferencia,
la renuncia ultima para entrar al Espíritu absoluto, aquí está el total
silencio los 3 puntos del Aum… turīya «No es el conocimiento
interior (prajñā) [de los objetos del mundo interior], ni conoce lo exterior
[objetos exteriores], ni tampoco lo que conoce a ambos, ni siquiera es una masa
de [pura] conciencia; no es conocimiento ni no-conocimiento. Es invisible,
inefable, incomprensible, indeductible, impensable, indescriptible. Constituye
la esencia de la conciencia del ātman, cesación de cualquier manifestación, paz, benignidad [gozo, śiva], sin dualismo. Es el ātmanBrahman; él tiene que ser
sabido.»
Saborearlo
Más la gente de la plaza se negaría a saborear el Espíritu a
tomar de mi caldo de filosofía y manejar la meta expresividad más no es a mí a
quien estarían negando sino a Dios.
Espíritu objetivo
El
primer grado en la vida espiritual consiste en descubrir a Dios en las cosas
del mundo sensible. La vía de la acción, el karma-mārga, es el camino adecuado
para este estado. Dios se manifiesta en lo contingente, es el primer pie o
cuarto de brahman.
Espíritu subjetivo
El segundo grado es un camino de interioridad y descubre la
nihilidad de las cosas de este mundo tales como aparecen a nuestros sentidos y
sentimientos. La verdadera realidad empieza a aparecer allende las apariencias.
El salto se verifica por el amor. El amor necesita apoyo y quiere un objeto,
pero éste ya no es más del mundo fenoménico. Es el camino de la bhakti. Dios
sigue siendo en todas las cosas, pero éstas no son ya queridas por sí mismas
sino en cuanto peldaños que nos hacen remontarnos hasta Él – y que le
pertenecen.
Espíritu revelado
El tercer grado viene representado por el descubrimiento del
Creador. No se ven ya las cosas en Dios, sino que se ve a Dios en las cosas. Lo
que interesa ya no son las cosas sino Dios. Lo que rapta la mente es Dios en
cuanto creador, en cuanto Ser. Es el camino de la sabiduría, es el jñāna-mārga.
Junto a la vivencia de la nonada de las cosas aparece la plenitud divina. Dios
lo abarca todo y lo “es” todo. El amor se reduce porque no encuentra soporte y
la inteligencia se hace transparente porque le desaparecen los objetos. El
mundo desaparece y Dios lo invade todo. La oración ha dejado atrás el pensar y
el amor en cuanto deseo está desapareciendo. La confianza no está ya en el
intelecto, ni en el corazón, no está en la acción ni en una contemplación de
algo, sino en la desnudez total. Pero hay todavía un cuarto grado.
Espíritu absoluto
En éste, Dios no aparece
ya como creador sino en Sí mismo, o, mejor dicho, Dios no aparece – y ni
siquiera podemos decir que es. El cordón umbilical que le unía con las
criaturas se ha roto, su relación con el mundo ha desaparecido de la vista.
Dios ya no es Señor, ni Creador, ni siquiera Dios, pues no tiene nadie para
quien ser Dios. La sabiduría desaparece porque no tiene objeto alguno y el amor
está quieto porque no hay deseo ninguno, la criatura no es, ni está. La
experiencia ya no es experiencia, ni el camino, camino, pues no hay camino ni
caminante. El problema de la personalidad no se pone, ni el del mundo, ni el de
la creación, ni el del tiempo. La libertad es absoluta, no está ligada ni
siquiera al Ser; pues no hay No-ser que lo limite. El silencio es total, pero tampoco
hay silencio. Dios que ya no es Dios, pues no tiene criaturas, está consigo
mismo. La identidad no existe, porque no hay segundo que se le pueda poner al
lado para igualársele. Empieza la vida eterna... Los maestros se callan.
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