jueves, 4 de noviembre de 2021

Enseñando meta expresividad


 

Enseñando meta expresividad

Si sabemos que Dios esta antes de toda dualidad advaita, antes de toda lógica es decir antes de toda afirmación y negación, afirmar que hay Dios o negar que hay Dios es un absurdo, la cuestión seria participar de su misterio pascual, pero eso escapa a nuestra manos. Porque es Dios quien elige a quien revelarse. Así que la filosofía es una teodisea trágica, al menos que tome conciencia de su absurdo y confiese que no sabe y que no es nada sin él.

 

Recuerdo las ganas que tenia de enseñar la meta expresividad a la gente en la plaza San Martin para esto  es esencial hablar del espíritu y alguien me pregunto: ¿Qué  es el espíritu? Y yo no supe responder, ahora creo que lo haría:

Nos sentaríamos a meditar largamente con el AUM…

Aum…

Aum…

Y contaría esta parábola  Hindú de la Chāndogya upaniṣad:

 

«Así habló Prajāpati (el padre de los Dioses): el ātman, el cual está libre de maldad, sin vejez, ni muerte, ni pena, ni hambre, ni sed, cuyo amor es lo real (la verdad, satya-kāmaḥ), cuya estructura intelectual es lo real (la verdad, satya-samkalpaḥ),  (este ātman) hay que buscar y desear entender”. Esto oyeron los Dioses y los demonios y, sin comunicárselo el uno al otro fueron, Indra de entre los primeros y Virocana de entre los segundos, a presentar sus respetos a Prajāpati. Durante treinta y dos años vivieron a su servicio aprendiendo la disciplina, pasados los cuales Prajāpati les preguntó su deseo y luego les respondió: “la persona (puruṣa) que es vista en el ojo, ésta es el ātman […] esto es brahman”. Luego se fueron a mirar a un espejo de agua para conocer el ātman. No sin ironía Prajāpati les aconsejó que se pusieran sus mejores prendas y que se acicalaran lo mejor que pudieran. “Lo que ‘veis’ -les dijo- es brahman.” Ambos se fueron con el ánimo sosegado. Virocana se lo creyó y por esto desde entonces la doctrina de los demonios consiste en el servicio del cuerpo. Indra, en cambio, no se satisfizo, y retornó a Prajāpati para preguntarle qué le  ocurría al ātman cuando el cuerpo era ciego, tullido o deforme. ¿Es posible que le ocurra lo mismo al ātman? Durante otros treinta y dos años estuvo de nuevo a su servicio, al cabo de los cuales Prajāpati le impartió otra ración de su doctrina: “Aquél que se mueve felizmente en el sueño, aquél es el ātman, el inmortal, el inespantable, aquél es brahman”. Indra se fue con el corazón contento, pero aún antes de llegar a la mansión de los Dioses se dio cuenta de que la respuesta no era satisfactoria porque, si bien la imagen que se tiene en los sueños no es ciega o deforme aunque el cuerpo lo sea, no obstante también en sueños se sufre y se llora y se experimentan angustias. Volvió pues a Prajāpati con su problema, estuvo con él otros treinta y dos años y recibió la tercera respuesta: “Aquél que está completamente dormido, compuesto, sereno y que no tiene sueño alguno, aquél es el ātman el inmortal…”. Se fue primero contento pero de nuevo le asaltó la duda: si ello fuese así uno no se conocería a sí mismo, ni que “yo soy él” (ayam aham asmi) ni a las cosas que nos rodean. Lo único que así se consigue es llegar a la aniquilación. Vuelto otra vez a Prajāpati, éste le dio la razón, le pidió que viviese aún cinco años más con él y por fin le comunicó la doctrina suprema y āltima: “Este cuerpo es ciertamente mortal […], pero es el soporte del ātman inmortal y sin cuerpo. Ciertamente el ātman envuelto en el cuerpo está sujeto al placer y al dolor […], pero ni el uno ni el otro toca a quien no posee cuerpo. Continúa luego con la comparación del relámpago y del trueno, que cuando aparecen en el espacio adquieren su forma propia, así este ātman perfecto y sosegado (samprasāda),  cuando se remonta por encima de este cuerpo y alcanza la luz suprema, aparece entonces en su propia forma. Él es la persona suprema”. Viene luego la descripción del ātman como el sujeto último de cualquier actividad: “Quien conoce el ātman y lo entiende, alcanza todos los mundos y todos los deseos”.»

 

Quien conoce el Espíritu  y lo entiende alcanza todos los mundos y los deseos.

Conociendo a la gente en la plaza me dirían que no se puede equiparar el ātman  Hindu al Espíritu, que el espíritu tiene un desarrollo conceptual mientras que el ātman  es simbólico pero si yo les pregunto ¿Cuál es el desarrollo conceptual del Espíritu? De todas maneras llegaríamos a: Hebreo: ruach y nephesh, Persa: ahu y urvan, Arabe: monuhmed y gyan, Griego: pneuma y psique,que se puede equiparar al Brahman  ātman o ¿El concepto de espíritu como razón, intelecto, conciencia supera su formulación simbólica? No ni aun Hegel me puede dar una concepción de Espíritu mayor  a su simbolismo contrapuesto con alma siendo el espíritu el ruach el soplo trascendente y  nephesh la respiración inmanente y entonces partamos de esa primera respiración inmanente, del A en el Aum… y tenemos lo que yo llamo el espíritu objetivo lo que los hindus llamarían el vaiśvānara el mundo físico y he aquí nuestra conciencia objetiva fenomenológica, respiremos más profundo vamos al u del Aum… y tenemos el mundo de las ideas el Espíritu subjetivo los hindús dirían taijasa el mundo ideal ,que ellos tiene la suerte de comprenderlo como el mundo de los sueños, nosotros recién con el psicoanálisis parecemos darnos cuenta, que nuestros conceptos devienen del registro de nuestros imaginarios, más respiremos aún más profundo y vayamos al m del Aum… y entremos al espíritu revelado mitico al prajñā el mundo espiritual «Éste es el estado de sueño profundo en el que el durmiente no tiene ya ningún deseo ni ve ningún sueño. El tercer cuarto es prajñā, cuya esfera es el sueño profundo y en el cual todo está unificado, todo se ha reducido a una masa de [pura] conciencia, a una plenitud de gozo y a una experiencia del mismo y cuya faz es [puro] pensamiento.» Aquí deviene la gran conversión la gran transferencia, la renuncia ultima para entrar al Espíritu absoluto, aquí está el total silencio  los 3 puntos  del Aum… turīya «No es el conocimiento interior (prajñā) [de los objetos del mundo interior], ni conoce lo exterior [objetos exteriores], ni tampoco lo que conoce a ambos, ni siquiera es una masa de [pura] conciencia; no es conocimiento ni no-conocimiento. Es invisible, inefable, incomprensible, indeductible, impensable, indescriptible. Constituye la esencia de la conciencia del ātman, cesación de cualquier manifestación,  paz, benignidad [gozo, śiva], sin  dualismo. Es el ātmanBrahman; él tiene que ser sabido.»

 

Saborearlo

Más la gente de la plaza se negaría a saborear el Espíritu a tomar de mi caldo de filosofía y manejar la meta expresividad más no es a mí a quien estarían negando sino a Dios.

Espíritu objetivo

       El primer grado en la vida espiritual consiste en descubrir a Dios en las cosas del mundo sensible. La vía de la acción, el karma-mārga, es el camino adecuado para este estado. Dios se manifiesta en lo contingente, es el primer pie o cuarto de brahman.

Espíritu subjetivo  

El segundo grado es un camino de interioridad y descubre la nihilidad de las cosas de este mundo tales como aparecen a nuestros sentidos y sentimientos. La verdadera realidad empieza a aparecer allende las apariencias. El salto se verifica por el amor. El amor necesita apoyo y quiere un objeto, pero éste ya no es más del mundo fenoménico. Es el camino de la bhakti. Dios sigue siendo en todas las cosas, pero éstas no son ya queridas por sí mismas sino en cuanto peldaños que nos hacen remontarnos hasta Él – y que le pertenecen.

Espíritu revelado

El tercer grado viene representado por el descubrimiento del Creador. No se ven ya las cosas en Dios, sino que se ve a Dios en las cosas. Lo que interesa ya no son las cosas sino Dios. Lo que rapta la mente es Dios en cuanto creador, en cuanto Ser. Es el camino de la sabiduría, es el jñāna-mārga. Junto a la vivencia de la nonada de las cosas aparece la plenitud divina. Dios lo abarca todo y lo “es” todo. El amor se reduce porque no encuentra soporte y la inteligencia se hace transparente porque le desaparecen los objetos. El mundo desaparece y Dios lo invade todo. La oración ha dejado atrás el pensar y el amor en cuanto deseo está desapareciendo. La confianza no está ya en el intelecto, ni en el corazón, no está en la acción ni en una contemplación de algo, sino en la desnudez total. Pero hay todavía un cuarto grado.

 

Espíritu absoluto

 En éste, Dios no aparece ya como creador sino en Sí mismo, o, mejor dicho, Dios no aparece – y ni siquiera podemos decir que es. El cordón umbilical que le unía con las criaturas se ha roto, su relación con el mundo ha desaparecido de la vista. Dios ya no es Señor, ni Creador, ni siquiera Dios, pues no tiene nadie para quien ser Dios. La sabiduría desaparece porque no tiene objeto alguno y el amor está quieto porque no hay deseo ninguno, la criatura no es, ni está. La experiencia ya no es experiencia, ni el camino, camino, pues no hay camino ni caminante. El problema de la personalidad no se pone, ni el del mundo, ni el de la creación, ni el del tiempo. La libertad es absoluta, no está ligada ni siquiera al Ser; pues no hay No-ser que  lo limite. El silencio es total, pero tampoco hay silencio. Dios que ya no es Dios, pues no tiene criaturas, está consigo mismo. La identidad no existe, porque no hay segundo que se le pueda poner al lado para igualársele. Empieza la vida eterna... Los maestros se callan.

 

     

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