martes, 5 de abril de 2022

El desafío en el capitalismo global.

 El desafío en el capitalismo global.

¿Cómo comprender la pobreza sin analizar la desigualdad?
Con este interrogante trataremos de analizar la obra El capital en el siglo XXI de Thomas
Piketty (de origen francés, 1971, es profesor en la Escuela de Economía de París y docente
investigador en la Escuela de altos Estudios de Ciencias Sociales, escribió además La economía
de las desigualdades y La crisis del capital), que aporta, desde la perspectiva europea y primer
mundo, una serie de reflexiones y propuestas para avanzar en soluciones sobre la desigualdad
creciente y amenazante de la democracia y del mercado.
Nos recuerda algunos antecedentes históricos. Citando dos importantes.
La obra de Ricardo publicada en 1817: Principios de economía política y tributación, con la
preocupación principal de cómo evolucionará el precio de la tierra y el nivel de la renta del
suelo. Ricardo dirá que la tierra se volverá cada vez más escasa (principio de escasez),
comparado con otros bienes. Su conclusión sintética será que un pequeño grupo social, los
terratenientes, serán dueños absolutos de la producción y el ingreso. La tierra: el bien más
escaso.
Medio siglo después, Carlos Marx publica el Primer tomo de El Capital (1867), estudiando la
dinámica del capitalismo: la prosperidad del capital y sus beneficios industriales, comparado con
los bajos ingresos de los trabajadores, era una realidad evidente en la década de 1840/1850.
La pregunta central de la época era ¿para qué sirvió el desarrollo de la industria, las innovaciones
técnicas, si al cabo de medio siglo, las masas están en una situación miserable? Vamos a
refrescar la memoria de Piketty, recordando estos relatos que confirman esa pregunta central.
La descripción de Engels en su obra de 1845 La condición de la clase obrera en Inglaterra es
dramática: “Por todas partes, montones de desperdicios, inmundicias y fango, entre charcas; la
atmósfera está apestada por las emanaciones y se hace oscura y pesada por el humo de una
docena de chimeneas; gran número de niños y mujeres harapientos vagan en esta localidad y
están tan sucios como los cerdos que hozan en las charcas y montones de ceniza; en pocas
palabras, todo el barrio presente un aspecto tan desagradable y repugnante como el de los
peores patios vecinos…Los habitantes de estos cottages, con las ventanas rotas cubiertas de
papel untuoso, las puertas carcomidas y desquiciadas, sótanos oscuros y húmedos, q quienes
viven entre aquella suciedad infinita, aquel hedor, en aquella atmósfera casi intencionalmente
cerrada, deben haber caído, en verdad, en el grado más bajo de la humanidad…Pero ¿qué decir
si nos enteramos que en estas casuchas, que contienen como mucho dos piezas y un desván,
quizá un sótano, habitan, término medio, veinte individuos” Así describía a la Pequeña Irlanda,
la zona de Manchester.
Podemos continuar refrescando la memoria con el padecimiento de Marx y su familia, se puede
analizar a la luz de la época, tomando la carta de Jenny Marx, su esposa a un amigo, del 20 de
mayo de 1850: “…Pero el pobre angelito absorbía con mi leche tantas ansiedades y penas
nunca expresadas que siempre estaba enfermo y con grandes dolores, de día y de noche…Al día siguiente tuvimos que dejar la casa, hacía frío, el tiempo estaba húmedo y cubierto, mi marido
fue a buscar alojamiento, al mencionar cuatro hijos, nadie nos quería alojar. Al final salió un
amigo en nuestra ayuda, pagamos y a toda prisa vendí todas mis camas para estar en paz con
boticarios, panaderos, carniceros y el lechero que…me asediaron de pronto con sus cuentas…”
El autor de El Capital, partiendo del modelo de Ricardo, analizó la dinámica del capital, ante
todo el industrial (máquinas, equipos) y su acumulación sin límites. El principio de acumulación
infinito parecería que tiene plena vigencia hoy, rescatado por los CEO y las multinacionales, de
la mano del principio de maximizar las ganancias lo atribuyen a la naturaleza del hombre ¿quién
no quiere ganar más? ¿Cuál es mi límite para ganar más? Aquí es donde la naturaleza del hombre
aparece huérfana de comunidad, es el individuo aislado, egoísta y competitivo, tal cual lo quiere
e impone el sistema neoliberal.
De este principio de acumulación, Marx vislumbró un resultado catastrófico, a que hubiera una
baja tendencial de la tasa del rendimiento del capital y diera lugar a una lucha entre capitalistas.
Pero Piketty no puede desconocer que lo principal de la investigación de Marx es que pudo
explicar la generación de plusvalía y demostrar que el modo de producción capitalista se asienta
en la explotación del trabajo, con lo cual dio sustento científico a las demandas de los socialistas
ricardianos, que afirmaban que el producto del trabajo sea para quienes lo generan.
Claro que para Marx la pregunta central fue ¿por qué el producto del trabajo de los hombres
adopta en la sociedad capitalista la forma de mercancía, por qué el trabajo de los hombres se
presenta como un valor de cosas determinadas y concretas y no como un trabajo social? La
relación tiene sus tres términos: trabajo, mercancía, dinero.
No estuvo tan equivocada la predicción de Marx, según Piketty “la acumulación se detiene en un
punto finito, pero ese punto puede ser sumamente elevado y desestabilizador”1
Claro que Piketty apenas cita sin recordar demasiado, otros antecedentes históricos, por ejemplo
lo acontecido entre 1640 y 1660 en Inglaterra, cuando la llamada revolución inglesa, antecedente
poco resaltado de la Revolución Francesa de 1789, encabezada por un Parlamento radicalizado,
donde hombres y mujeres decidieron eliminar la corona, decapitar a su Rey Carlos I, remover al
80% de los párrocos de Londres por su pertenencia ideológica con la nobleza. Entre ellos se
destacan los “niveladores”, cuyo miembro más conocido y mejor escritor fue Gerrard
Winstanley, que escribió en 1652, dos siglos antes que Marx, La Ley de la libertad.
Esta obra de Winstanley tiene un profundo sentido religioso y anticlerical: “En el comienzo del
tiempo, el gran creador la Razón, hizo la tierra para que fuera un tesoro común” Así confirma
el principio de igualdad. “…la humanidad se ha debatido en una lucha permanente entre la
Serpiente, que es la codicia, el orgullo, la envidia, la hipocresía y Cristo, el espíritu universal
del amor. Esta lucha no se produce en algún lugar exterior al hombre, sino en el interior de
cada uno, porque Dios y el demonio no existen fuera de ti mismo, sino que habitan en cada
hombre y mujer sin excepción”.
El programa de los niveladores incluía la extensión del derecho de voto, la igualdad ante la ley,
la abolición de los monopolios y la tolerancia religiosa, su influencia fue grande al finalizar la
primera guerra civil y luego se extendió al ejército, hasta que en 1649 fueron suprimidos por un
motín, el movimiento se disolvió poco después. En ese mismo año se depuró el Parlamento, se
juzgó al rey por tirano, traidor y asesino, sentenciado a muerte y decapitado, la monarquía y la
Casa de los Lores fueron abolidas, proclamando la república.
Winstanley avanzó con el concepto Tierra, como un tesoro en común para toda la humanidad y a
principios de 1650 lo practicaban en diez colonias fundadas en los condados. También avanzó
con el concepto Trabajo: “…el Señor nos muestre el lugar para que los plebeyos trabajemos en
los terrenos comunales… y comeré el pan con el sudor de mi frente, sin pagar ni recibir un
jornal” ”Los ricos reciben todo lo que tienen de las manos de los trabajadores, y lo que dan, lo
dan las manos de estos trabajadores…no las suyas propias… ¿no es esto un mayor robo que el
del pobre hombre que roba por necesidad?” Para Winstanley la cosa maldita es la propiedad
privada, la causa de todas las guerras, derramamiento de sangre, el robo y las leyes esclavistas
que mantienen al pueblo en la miseria.
El tercer antecedente histórico analizado por Piketty es la hipótesis de Simón Kuznets, 1955, que
la desigualdad del ingreso tiende a disminuir en las fases avanzadas del desarrollo capitalista. No
sería otra cosa que la teoría del derrame actual. Se basa en lo que pasó en el período los “Treinta
Gloriosos”, es decir los treinta años posteriores a la segunda guerra mundial. El mismo Piketty
lo aclara “basta con ser paciente y esperar un poco que el desarrollo beneficie a todos”. 2
Esta hipótesis se basa en que la desigualdad en cualquier lugar estaría destinada a seguir una
curva de campana, es decir primero crecería y luego decrecería. Su fundamento empírico fue
muy frágil y concluye Piketty: “Veremos que la fuerte reducción de las desigualdades en los
ingresos que se produce en casi todos los países ricos entre 1914 y 1943, es ante todo producto
de las guerras mundiales y de los violentos choques económicos y políticos que éstas
provocaron (sobre todo para los poseedores de fortunas importantes) y poco tiene que ver con el
proceso apacible de movilidad intersectorial descrito por Kuznets”
3
Piketty intenta reubicar el tema de la distribución en el centro del análisis económico: desde la
década de 1970 la desigualdad creció significativamente en los EEUU. Comprender cómo y por
qué disminuyó en otro período. Su predicción será casi escandalosa con un interrogante muy
cercano a la realidad: “¿Acaso el mundo de 2050 o el de 2100 será poseído por los traders, los
superejecutivos y poseedores de fortunas importantes, o bien por los países petroleros, o incluso
por el Banco de China, o quizás por los paraísos fiscales que resguarden de una u otra manera
al conjunto de esos actores? 4
El autor aclara las dos grandes fuentes utilizadas de su obra que permiten estudiar la dinámica
histórica de la distribución de la riqueza: fueron los ingresos y la desigualdad de su reparto, y los
patrimonios, su distribución y la relación que mantiene con los ingresos.El objeto de la obra fue estudiar las estructuras de las desigualdades, el origen de las disparidades
en los ingresos y en los patrimonios. Con una paradoja ideológica, dado que el autor defiende el
sistema capitalista: la desigualdad no es necesariamente mala en sí, el tema es saber si se
justifica, si tiene razones de ser. Este sería su límite ideológico, aunque luego veremos cómo se
ingenia para ver una superación futura del sistema.
La distribución del PIB mundial en 2012
Nota: el PIB mundial estimado en paridad de poder adquisitivo, en 2012 era de 71,20 billones de Euros.
Fuente: Piketty obra citada. Extracto de Página 111.-
Los resultados obtenidos de su obra son dos: desconfiar de todo determinismo económico y que
no existe ningún proceso natural y espontáneo que permita evitar que las tendencias
desestabilizadoras y no igualitarias prevalezcan en forma permanente.
Tampoco cree que la convergencia tecnológica, la racionalidad técnica conduce mecánicamente
al triunfo del capital humano sobre el financiero e inmobiliario. No es nada mecánico pasar de la
racionalidad económica a la racionalidad democrática.
Analiza que en este proceso histórico hay fuerzas de convergencia, la principal es la difusión de
los conocimientos. En cambio las fuerzas de la divergencia descansan en las remuneraciones más
altas y sobre todo, en la concentración de la riqueza, en un mundo de bajo crecimiento
económico y elevado rendimiento del capital.
El análisis de las elevadas remuneraciones de los ejecutivos refleja el desnivel de ingresos y un
peligro latente que otros países centrales europeos lo imiten.
La principal fuerza de divergencia descansa en una fórmula: r > g
Es la fórmula central de la desigualdad, donde r es la tasa del rendimiento del capital y g es la
tasa del crecimiento de los ingresos o producción.
Es decir r es lo que produce en promedio el capital a lo largo de un año, en forma de beneficios,
dividendos, intereses, rentas y demás ingresos del capital, como porcentaje de su valor.
En cambio g indica la tasa de crecimiento, incremento anual del ingreso y de la producción.
Demuestra el autor que cuando r (tasa de rendimiento del capital) supera de manera muy
significativa a g, (la tasa de crecimiento), la desigualdad crece. Pero también demuestra que la
riqueza originada en el pasado se recapitaliza más rápido que el ritmo del crecimiento de la
producción y los ingresos, así se marcha hacia una desigualdad sumamente elevada. Para
nosotros es simple: un estanciero mediano del siglo XIX con sus tierras, hoy ya es un rentista
que vive en Europa y ahorra en un paraíso fiscal, su acumulación de ganancias fue y es muy
superior a un ingreso por salarios o por pequeña producción propia. Inalcanzable.
Aclara que por más perfecto que sea el mercado, más posibilidades de cumplirse esta
desigualdad perpetua.
Piketty escribe que en su objeto teórico le interesa tratar de contribuir a determinar los modos de
organización social, las instituciones y las políticas públicas más apropiadas que permitan
instaurar real y en forma eficaz una sociedad justa, en el marco de un Estado de derecho, cuyas
reglas se conocen por adelantado y se aplican a todos y que puedan ser debatidas
democráticamente.
Vamos a analizar ahora el principal interrogante de alarma que plantea Piketty: “¿Podemos
imaginar para el siglo XXI algo que trascienda al capitalismo y que sea al mismo tiempo más
pacífico y duradero, o bien debemos simplemente esperar las próximas crisis o las próximas
guerras, esta vez, verdaderamente mundiales? A partir de estas investigaciones y experiencias
históricas analizadas en su obra se pregunta: ¿qué instituciones y políticas públicas podrían
permitir regular, de manera tanto justa como eficaz, el capitalismo patrimonial globalizado del
siglo que comienza?5
Y remarcará como substancial el papel del gobierno en la producción y distribución de la riqueza
y la construcción de un Estado Social apropiado para el siglo XXI.
La crisis del 2008 obliga a un regreso al Estado, ya que no será la última. Si Roosevelt llevó al
80% el impuesto federal sobre la renta, declinó con Clinton al 40% en los noventa, con lo cual
invita a pensar en nuevas herramientas para el control del capitalismo financiero que se ha vuelto
loco, modernizando los sistemas impositivos y de gastos.
Como antecedente de este Estado Social demostrará cómo crecieron las contribuciones
obligatorias desde 1920/30 hasta 1970/80 en los países ricos, por ejemplo en los EEUU tributaban menos del 10% y llegan en el 2010 al 30%, Suecia en 1930 estaba en el 20% y en
2010 se eleva a 54%. Hoy en Europa las contribuciones obligatorias representan casi la mitad
del ingreso nacional. En el inicio del siglo XXI el gasto público en salud y educación representa
entre el 10 y 15% del ingreso nacional. Las jubilaciones en Europa rondan el 12/13% del ingreso
nacional. Y aquí el autor reivindica los sistema públicos de jubilación, ya que permitieron
erradicar la pobreza en la tercera edad, que era endémica entre 1950/60 que, junto a la salud y la
educación, resultaron la tercera revolución social del siglo XX.
El autor se inclina por destacar que el desarrollo de un Estado fiscal a lo largo del siglo pasado
corresponde en esencia a la constitución de un Estado Social.
Define que la redistribución moderna se edifica en torno a una lógica de derechos y a un
principio de igualdad de acceso a cierto número de bienes considerados fundamentales.
Predica modernizar el Estado social sin desmantelarlo, por ejemplo en Europa los países más
ricos son los que tienen los impuestos más elevados, entre el 50 y 60% del ingreso nacional en
Suecia y Dinamarca; en cambio en los países más pobres, como Bulgaria y Rumania, los
impuestos rondan el 30% del ingreso nacional.
Entre el Estado y las empresas privadas, han surgido otras formas jurídicas, asociaciones,
fundaciones, que se dedican a la salud y la educación por ejemplo y la tendencia es aumentar esa
economía mixta, dado que, estos dos ámbitos generan más del 20% del empleo.
Aquí cabe recordar a Perón y su II Plan Quinquenal de 1953/57, que establecía que todo el
comercio exterior e interior quedaría en manos de una federación de cooperativas agrarias
regionales.
Un papel clave del programa social demócrata ha sido el Estado social y un impuesto progresivo
sobre el ingreso, sin embargo en los momentos actuales el instrumento ideal sería un impuesto
mundial y progresivo sobre el capital, que permitiría evitar una interminable espiral de
desigualdad y regular en forma eficaz la concentración mundial de la riqueza.
En opinión de Piketty “debe ser un impuesto anual y progresivo que grave el capital en forma
individual, es decir, el valor netos de los activos que cada persona controla”6
Aclara el autor que se trata de gravar más las riquezas más grandes y de tener en cuenta el
conjunto de activos, sean estos inmobiliarios, financieros o empresariales sin excepción.
También aclara que la función principal del Impuesto sobre el capital no es financiar al Estado
Social, sino regular al capitalismo. Este impuesto debe permitir una transparencia democrática y
financiera sobre la riqueza y los activos que poseen todos en el ámbito internacional.
¿Cuál será el desafío futuro del Estado Social? Se pregunta el autor: la financiación de la
transición energética, la reconstrucción del Estado en los países en desarrollo, regular y vigilar el sistema financiero mundial. La figura sobre este impuesto sería la de un catastro financiero
mundial. Esto presupone una transmisión automática de información bancaria.
Cita el clásico ejemplo del Imperio Romano y su caída, que llevó a abandonar el impuesto
territorial imperial y los títulos de propiedad, lo que contribuyó a acrecentar el caos económico
en la alta Edad Media.
Sobre los paraísos fiscales el autor lo asemeja a un robo: dado que no enfrentan sus obligaciones
fiscales y no tienen nada que ver con los principios de la economía de mercado.
El autor fundamenta su política tributaria como una regulación al capitalismo, basado en una
lógica contributiva y otra lógica incitativa. Esta última basada en incentivos sobre el capital, que
puedan rendir en forma regular. Concluye: “De ahí que estos tres impuestos, sobre la herencia,
los ingresos y el capital, sean útiles y complementarios…”7
Uno de los ejemplos que cita es el impuesto de solidaridad sobre la fortuna (ISF) aplicado en
Francia en el 2013, afectando patrimonios superiores a 1,3 millones de euros y que en el actual
gobierno de Macrón (2018) fue suspendido, para favorecer lo que nunca ocurre: aumentar las
inversiones y el empleo, que generó la resistencia de los chalecos amarillos en contra del ajuste.
Otra forma de regular el capitalismo mundial aconseja sobre la problemática planteada por los
recursos naturales, entre ellos la renta petrolera, transformar en propiedad común una parte de
los recursos naturales.
Por lo visto nuestra reforma de la Constitución Nacional de 1949 se le adelantó más de medio
siglo al autor, cuando en el segundo párrafo del Art. 40 sanciona “Los minerales, las caídas de
agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas y las demás fuentes naturales, con
excepción de los vegetales, son propiedad imprescriptibles e inalienables de la Nación, con la
correspondiente participación en su producto que se convendrá con las provincias”
Un capítulo entero le dedica a la deuda pública, la desprecia como recurso: dado que se debe
pagar con inflación o con ajustes permanentes. Reivindica el papel del Banco Central,
indelegable en su función de redistribuir la riqueza. Otro palo para el FMI.
Plantea un interrogante que nos debe sacudir un poco los oídos a los latinoamericanos: ¿Cómo
llegó a crearse, por primera vez en la historia, a tal escala, una moneda sin Estado? Dado que el
PIB de la Unión Europea en el 2013 era casi la cuarta parte del PIB mundial.
Otra temática interesante es el que plantea el cambio climático, el posible deterioro del capital
natural a lo largo del siglo XXI. Algo que lo anticipó Perón en 1972 a su llegada al país y en
reunión con los dirigentes políticos de entonces, hablando de ecología política.
Según algunos investigadores, que el autor cita, corresponderá un 5% del PIB por año para
paliar las dificultades que ya son irreversibles, con el objetivo que las generaciones futuras
continúen disfrutando de las riquezas productivas. Está muy presente en Europa esta recuperación ecológica. Para nosotros esta previsión no figura en ningún presupuesto nacional
conocido: ¿quién pagará el deterioro del planeta? Seguramente no les corresponderá a los
trabajadores y pequeños productores. El peso total deberá caer en las multinacionales.
Piketty también escribe sobre la transparencia económica y el control democrático del capital
¿qué tal? Pero agrega nuevas figuras jurídicas a las privadas ya existentes. Sectores de
educación, salud y servicios, cultura y medios de comunicación, en organizaciones sin fines de
lucro.
También en la transparencia económica y financiera apuesta a una gobernanza democrática y de
participación en las decisiones. Es decir cuando una empresa muestra sus números oficiales,
tanto sea para sus inversores como a sus trabajadores en paritarias, deben ser claros, con
información contable y financiera transparente, dado que los trabajadores deben participar en el
consejo de administración y estar al tanto de los mismos. Agrega “Para que la democracia
llegue un día a retomar el control del capitalismo, se debe partir del principio de que las formas
concretas de la democracia y del capital siempre tienen que estarse reinventando”, con palabra
del filósofo J. Ranciere.8
En nuestra actual Constitución Nacional hay una vigencia teórica, ya que no se pudo avanzar
para reglamentar lo sancionado, que los trabajadores participen de las ganancias en las empresas,
a pesar de un proyecto de ley debatido en comisiones de Diputados.
Ya para terminar con este vasto tratado de más de 900 páginas, remarquemos algunas de las
conclusiones del autor.
La contradicción principal del capitalismo es: r > g
La principal fuerza desestabilizadora de la vida democrática es el hecho que la tasa de
rendimiento privado del capital (r) es significativamente más alta y durante más tiempo que la
tasa de crecimiento del ingreso y la producción (g)
“Esta desigualdad expresa una contradicción lógica fundamental. El empresario tiende
inevitablemente a transformarse en rentista y a dominar cada vez más a quienes sólo tienen su
trabajo. Una vez constituido, el capital se reproduce solo, más rápidamente de lo que crece la
producción. El pasado devora al porvenir. La solución correcta es un impuesto progresivo anual
sobre el capital.”
9
Rescata al Estado-Nación como el instrumento más pertinente para avanzar en la democracia,
desarrollar nuevas formas de propiedad compartida y gobernanza, recomendando la integración
regional, para ser más eficaz en el control del capitalismo patrimonial globalizado.
Queda ahora a nuestros economistas y especialistas tributarios iniciar un debate enriquecedor
sobre esta obra que analiza como ninguna hasta hora, el fenómeno de la desigualdad y la matriz
que la sustenta, para generar los instrumentos necesarios y enfrentar la pobreza desde su raíz, la fundación de un Estado del Buen vivir o un Estado Justo y solidario. Este es el desafío principal
de la hora actual. Hasta tanto se vislumbre otro modo de producción opuesto al capitalista y que
no cometa los mismos errores del capitalismo de Estado que generó el socialismo de Europa del
Este o el del socialismo empresarial de los chinos.
En forma principal, la militancia poco repara en la política tributaria, los impuestos.
Y justamente es el objetivo principal de los gobiernos neoliberales y conservadores: reducir los
impuestos al capital y gravar el consumo y los salarios. Lo han repetido siempre. Tenemos que
aprender mejor por dónde pasa el poder y cuáles son los atributos de un Estado Justo.
Bs.As. diciembre de 2018. Carlos Baraldini
Bibliografía:
El capital en el siglo XXI de Thomas Piketty, Paidós, Bs.As. 2018.-
Nueve lecciones sobre economía y política en el marxismo. José M. Aricó. FCE.Méjico.2011
La ley de la libertad. Gerrard Winstanley. Biblos. Bs. As. 2005.
Karl Marx. Francis Wheen. Debate. España. 2000.
La razón populista. E. Laclau. FCE. Bs. As. 2005.
Keynes, poskeynesianos y keynesianos neoclásicos. R. Astarita. Univ.Nac.Quilmes. 2012.
Foucault. G. Deleuze. Paidós. Bs. As, 2015
Diez pensamientos acerca de la política. R. Esposito. FCE. Bs. As. 2012.

No hay comentarios: