martes, 4 de marzo de 2025

Síntesis noumenologica

 

Síntesis noumenologica

 

 

La síntesis noumenológica se realiza en la conciencia como una integración del psicoanálisis y la fenomenología  ya en la metafísica antigua estaba presente esta síntesis, pero cuando Kant saco a la metafísica del edificio de la ciencia, volvió la fenomenología de la mano de Hegel una fenomenología dialéctica idealista  espiritual que tuvo su contra parte con una fenomenología existencial intencional  que propuso  Husserl y que llego a ser ontológica gracias a Heidegger, cuyo fundamento está  en la nada unida esta fenomenología al vitalismo de Nietzsche que es una inversión de la voluntad de Shopenhauer e invertida en el eterno retorno de Mircea Eliade    tenemos:

 

Una Noumenologia  del resien el ser que retorno a lo sagrado

Una Noumenologia  del sinsenin el ser que se encuentra en la poesía

Una Noumenologia  del Dasein  el ser que está  ahí ene l mundo  

Una Noumenologia Cibernética de tercer orden El espíritu y la voluntad integradas en el amor.

Una noumenologia Dialéctica espiritual idealista y material

Una noumenologica escolástica cuyo noumeno es Dios como  integración de Fe y razón

Una noumenologia metafísica.

 

 

Así tenemos   El noumeno del Dharma que es el camino de la redención de la vuelta a lo sagrado.

El noumeno de la poesía transferencia metafórica y retrasferencia metonímica con el que trabaja el psicoanálisis

El noúmeno de  la nada como última base de la retraferencia metonímica.

 

   Estos tres noúmenos se pueden explicar cómo la voluntad afirmándose a sí misma en el vacío. Pero no se pueden afirmar sino hacen una doble afirmación e integran el ser en el no ser.

 

10 (la afirmación de la afirmación, donde la voluntad se firma en el vacío haciendo una negación pura y en esa negación encuentra luz)    ←1 (El ser es descubierto en la negación del deseo particular 1←0←1)   ←0 (la voluntad hace un viaje de interiorización)

¿Cuál es el noúmeno?

La voluntad liberándose como luz en el vacío.

Este es el trabajo de la conciencia haciendo una adialéctica en el interior inconsciente abriéndonos así a la experiencia pura.

 

 

Vamos con los otros noúmenos

El del Espíritu  y la materia que son lo mismo, porque uno es el trabajo de abstracción para lograr una síntesis y otro es el trabajo de transformación para develar esa síntesis materialmente.

1→0→1→0→1→0→1→0→10→←10←1←0←1←0←1←0←1←0 

 

¿Cuál es el noumeno?

El trabajo que se hace para lograr la libertad, tanto el trabajo abstracto conceptual  como el trabajo material colectivo, la cuestión es que ambos trabajos entran en contra transferencia, porque van en direcciones opuestas, una para afirmar su libertad negativa de pensamiento, en una concepción absoluta donde se integra lo positivo y lo negativo y el otro para afirma su libertad positiva  en un liberación de su fuerza de trabajo, la cual no se somete a la concepción abstracta. 

El espíritu no es otra cosa que la conciencia integrada en sus dos libertades y como tal es trabajo superación de toda traba para lograr la libertad.

 

El noúmeno es el espíritu Exhala  1→0→10 y logra el concepto de su libertad.

Exhala materialmente un producto 0→1→01  y esa libertad se concretiza, en la transformación.

 

La objetividad está  en la sintransferencia de las dos síntesis

                     10←→10

 

Y entonces la objetividad está  en la libertad.

 

Y solo el amor puede integrar la libertad positiva que quiere liberar su fuerza de trabajo y la libertad negativa que afirma en una concepción su libertad de pensamiento.

El gran noúmeno es el amor.

 

Así  toda deconstrucción  y redeconstrucción se pueden encontrar en el amor.

 

Una cibernética de tercer orden integrara al observador que trabaja materialmente y al observador que trabaja abstractamente como a sus deconstrucción y redeconstrucciones.

Pero veamos los otros noúmenos en la escolástica el noúmeno es la fe y la razón 

Nosotros comprendemos a la razón como fe sagrada y la fe como razón profana es decir que la razón es sustancial y nos remite a una primera causa a un acto puro y a sus arquetipos, mientras que  la fe es una apertura de los límites de la razón y nos lleva a la praxis para que la razón haga una nueva síntesis.

Así tenemos a la razón sagrada metafísica ontoteologica donde todo queda explicando, pero de pronto la voluntad da un salto de fe hacia la nada, y la razón tiene que volverá a explicar atando cabos produciendo una síntesis.

 

1 (Razón sagrada ontoteologica)→ (fe salto a la experiencia)  0→ (síntesis de la razón volviendo a explicar) 10 (pero claro la razón profana integra a la fe y hay algo que siempre queda sin explicación) 

El noúmeno es esta integración de Razón y fe a eso le llamamos logos.

Una fe que reta a la razón sagrada y la convierte en razón profana abierta a la aventura del conocimiento.

¿Pero y si el logos va hacia atrás haciendo una anamnesis  que tenemos?

 

01←0←1

Metafísica como asintesis encontrando la fe como fundamento de todo.

Esta idea irrepresentable

 Yód, He, Vav y He.

 

No es la metafísica aristotélica, ni platónica.

Aquí está  el que hace existir.

Él es el noumeno indefinible.

El que sopla desde la fe y da vida

01→0→10

Este soplar desde una nada pura santa, santa santísima.

 

Así él nos dice:

 

ESTANDO yo curando á Israel, descubrióse la iniquidad de Ephraim, y las maldades de Samaria; porque obraron engaño: y viene el ladrón, y el salteador despoja de fuera.

2 Y no dicen en su corazón que tengo en la memoria toda su maldad: ahora los rodearán sus obras; delante de mí están.

3 Con su maldad alegran al rey, y á los príncipes con sus mentiras.

4 Todos ellos adúlteros; son como horno encendido por el hornero, el cual cesará de avivar después que esté hecha la masa, hasta que esté leuda.

5 El día de nuestro rey los príncipes lo hicieron enfermar con vasos de vino: extendió su mano con los escarnecedores.

6 Porque aplicaron su corazón, semejante á un horno, á sus artificios: toda la noche duerme su hornero; á la mañana está encendido como llama de fuego.

7 Todos ellos arden como un horno, y devoraron á sus jueces: cayeron todos sus reyes: no hay entre ellos quien á mí clame.

8 Ephraim se envolvió con los pueblos; Ephraim fué torta no vuelta.

9 Comieron extraños su sustancia, y él no lo supo; y aun vejez se ha esparcido por él, y él no lo entendió.

10 Y la soberbia de Israel testificará contra él en su cara: y no se tornaron á Jehová su Dios, ni lo buscaron con todo esto.

11 Y fué Ephraim como paloma incauta, sin entendimiento: llamarán á Egipto, acudirán al Asirio.

12 Cuando fueren, extenderé sobre ellos mi red, hacerlos he caer como aves del cielo; castigarélos conforme á lo que se ha oído en sus congregaciones.

13 Ay de ellos! porque se apartaron de mí: destrucción sobre ellos, porque contra mí se rebelaron; yo los redimí, y ellos hablaron contra mí mentiras.

14 Y no clamaron a mí con su corazón cuando aullaron sobre sus camas, para el trigo y el mosto se congregaron, rebeláronse contra mí.

15 Y yo los ceñi, esforcé sus brazos, y contra mí pensaron mal.

16 Tornáronse, mas no al Altísimo: fueron como arco engañoso: cayeron sus príncipes á cuchillo por la soberbia de su lengua: éste será su escarnio en la tierra de Egipto.

PON á tu boca trompeta. Vendrá como águila contra la casa de Jehová, porque traspasaron mi pacto, y se rebelaron contra mi ley.

2 A mí clamará Israel: Dios mío, te hemos conocido.

3 Israel desamparó el bien: enemigo lo perseguirá.

4 Ellos hicieron reyes, mas no por mí; constituyeron príncipes, mas yo no lo supe: de su plata y de su oro hicieron ídolos para sí, para ser talados.

5 Tu becerro, oh Samaria, te hizo alejar; encendióse mi enojo contra ellos, hasta que no pudieron alcanzar inocencia.

6 Porque de Israel es, y artífice lo hizo; que no es Dios: por lo que en pedazos será deshecho el becerro de Samaria.

7 Porque sembraron viento, y torbellino segarán: no tendrán mies, ni el fruto hará harina; si la hiciere, extraños la tragarán.

8 Será tragado Israel: presto serán entre las gentes como vaso en que no hay contentamiento.

9 Porque ellos subieron á Assur, asno montés para sí solo: Ephraim con salario alquiló amantes.

10 Aunque alquilen á las gentes, ahora las juntaré; y serán un poco afligidos por la carga del rey y de los príncipes.

11 Porque multiplicó Ephraim altares para pecar, tuvo altares para pecar.

12 Escribíle las grandezas de mi ley, y fueron tenidas por cosas ajenas.

13 En los sacrificios de mis dones sacrificaron carne, y comieron: no los quiso Jehová: ahora se acordará de su iniquidad, y visitará su pecado; ellos se tornarán á Egipto.

14 Olvidó pues Israel á su Hacedor, y edificó templos, y Judá multiplicó ciudades fuertes: mas yo meteré fuego en sus ciudades, el cual devorará sus palacios.

No te alegres, oh Israel, hasta saltar de gozo como los pueblos, pues has fornicado apartándote de tu Dios: amaste salario por todas las eras de trigo.

2 La era y el lagar no los mantedrán; les fallará el mosto.

3 No quedarán en la tierra de Jehová, sino que volverá Ephraim á Egipto, y á Asiria, donde comerán vianda inmunda.

4 No derramarán vino á Jehová, ni él tomará contento en sus sacrificios; como pan de enlutados le serán á ellos: todos los que comieren de él, serán inmundos. Será pues el pan de ellos para si mismos; no entrará en la casa de Jehová.

5 ¿Qué haréis el día de la solemnidad, y el día de la fiesta de Jehová?

6 Porque, he aquí se fueron ellos á causa de la destrucción: Egipto los recogerá, Memphis los enterrará: espino poseerá por heredad lo deseable de su plata, ortiga crecerá en sus moradas.

7 Vinieron los días de la visitación, vinieron los días de la paga; conocerálo Israel: necio el profeta. insensato el varón de espíritu, á causa de la multitud de tu maldad, y grande odio.

8 Atalaya es Ephraim para con mi Dios: el profeta es lazo de cazador en todos sus caminos, odio en la casa de su Dios.

9 Llegaron al profundo, corrompiéronse, como en los días de Gabaa: ahora se acordará de su iniquidad; visitará su pecado.

10 Como uvas en el desierto hallé á Israel: como la fruta temprana de la higuera en su principio vi á vuestros padres. Ellos entraron á Baal-peor, y se apartaron para vergüenza, é hiciéronse abominables como aquello que amaron.

11 Ephraim, cual ave volará su gloria desde el nacimiento, aun desde el vientre y desde la concepción.

12 Y si llegaren á grandes sus hijos, quitarélos de entre los hombre, porque ­ay de ellos también, cuando de ellos me apartare!

13 Ephraim, según veo, es semejante á Tiro, asentada en lugar delicioso: mas Ephraim sacará sus hijos al matador.

14 Dales, oh Jehová, lo que les has de dar: dales matriz expeliente, y enjutos pechos.

15 Toda la maldad de ellos fué en Gilgal; allí, pues, les tomé aversión: por la malicia de sus obras echarélos de mi casa; no los amaré más; todos sus príncipes son desleales.

16 Ephraim fué herido, secóse su cepa, no hará más fruto: aunque engendren, yo mataré lo deseable de su vientre.

17 Mi Dios los desechará, porque ellos no le oyeron; y andarán errantes entre las gentes.

 

 ES Israel una frondosa viña, haciendo fruto para sí: conforme á la multiplicación de su fruto multiplicó altares, conforme á la bondad de su tierra aumentaron sus estatuas.

2 Dividióse su corazón. Ahora serán hallados culpables: él quebrantará sus altares, asolará sus estatuas.

3 Porque dirán ahora: No tenemos rey, porque no temimos á Jehová: ¿y qué haría el rey por nosotros?

4 Han hablado palabras jurando en vano al hacer alianza: por tanto, el juicio florecerá como ajenjo en los surcos del campo.

5 Por las becerras de Beth-aven serán atemorizados los moradores de Samaria: porque su pueblo lamentará á causa del becerro, y sus sacerdotes que en él se regocijaban por su gloria, la cual será disipada.

6 Y aun será él llevado á Asiria en presente al rey Jareb: Ephraim será avergonzado, é Israel será confuso de su consejo.

7 De Samaria fué cortado su rey como la espuma sobre la superficie de las aguas.

8 Y los altares de Avén serán destruídos, el pecado de Israel; crecerá sobre sus altares espino y cardo. Y dirán á los montes: Cubridnos; y á los collados: Caed sobre nosotros.

9 Desde los días de Gabaa has pecado, oh Israel: allí estuvieron: no los tomó la batalla en Gabaa contra los inicuos.

10 Y los castigaré como deseo: y pueblos se juntarán sobre ellos cuando serán atados en sus dos surcos.

11 Ephraim es becerra domada, amadora del trillar; mas yo pasaré sobre su lozana cerviz: yo haré llevar yugo á Ephraim; arará Judá, quebrará sus terrones Jacob.

12 Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; arad para vosotros barbecho: porque es el tiempo de buscar á Jehová, hasta que venga y os enseñe justicia.

13 Habéis arado impiedad, segasteis iniquidad: comeréis fruto de mentira: porque confiaste en tu camino, en la multitud de tus fuertes.

14 Por tanto, en tus pueblos se levantará alboroto, y todas tus fortalezas serán destruídas, como destruyó Salmán á Beth-arbel el día de la batalla: la madre fué arrojada sobre los hijos.

15 Así hará á vosotros Beth-el por la maldad de vuestra maldad: en la mañana será del todo cortado el rey de Israel.

CUANDO Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé á mi hijo.

2 Como los llamaban, así ellos se iban de su presencia; á los Baales sacrificaban, y á las esculturas ofrecían sahumerios.

3 Yo con todo eso guiaba en pies al mismo Ephraim, tomándolos de sus brazos; y no conocieron que yo los cuidaba.

4 Con cuerdas humanas los traje, con cuerdas de amor: y fuí para ellos como los que alzan el yugo de sobre sus mejillas, y llegué hacia él la comida.

5 No tornará á tierra de Egipto, antes el mismo Assur será su rey, porque no se quisieron convertir.

6 Y caerá espada sobre sus ciudades, y consumirá sus aldeas; consumirálas á causa de sus consejos.

7 Entre tanto, está mi pueblo adherido á la rebelión contra mí: aunque lo llaman al Altísimo, ninguno absolutamente quiere ensalzar le.

8 ¿Cómo tengo de dejarte, oh Ehpraim? ¿he de entregarte yo, Israel? ¿cómo podré yo hacerte como Adma, ni ponerte como á Zeboim? Mi corazón se revuelve dentro de mí, inflámanse todas mis conmiseraciones.

9 No ejecutaré el furor de mi ira, no volveré para destruir á Ephraim: porque Dios soy, y no hombre; el Santo en medio de ti: y no entraré en la ciudad.

10 En pos de Jehová caminarán: él bramará como león: cual león rugirá él de cierto, y los hijos se moverán azorados del occidente.

11 Como ave se moverán velozmente de Egipto, y de la tierra de Asiria como paloma; y pondrélos en sus casas, dice Jehová.

12 CERCOME Ephraim con mentira, y la casa de Israel con engaño: mas Judá aún domina con Dios, y es fiel con los santos.

Ephraim se apacienta del viento, y sigue al solano: mentira y destrucción aumenta continuamente; porque hicieron alianza con los Asirios, y aceite se lleva á Egipto.

2 Pleito tiene Jehová con Judá para visitar á Jacob conforme á sus caminos: pagarále conforme á sus obras.

3 En el vientre tomó por el calcañar á su hermano, y con su fortaleza venció al ángel.

4 Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y rogóle: en Beth-el le halló, y allí habló con nosotros.

5 Mas Jehová es Dios de los ejércitos: Jehová es su memorial.

6 Tú pues, conviértete á tu Dios: guarda misericordia y juicio, y en tu Dios espera siempre.

7 Es mercader que tiene en su mano peso falso, amador de opresión.

8 Y dijo Ephraim: Ciertamente yo he enriquecido, hallado he riquezas para mí: nadie hallará en mí iniquidad, ni pecado en todos mis trabajos.

9 Empero yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto: aun te haré morar en tiendas, como en los días de la fiesta.

10 Y hablado he á los profetas, y yo aumenté la profecía, y por mano de los profetas puse semejanzas.

11 ¿Es Galaad iniquidad? Ciertamente vanidad han sido; en Gilgal sacrificaron bueyes: y aún son sus altares como montones en los surcos del campo.

12 Mas Jacob huyó á tierra de Aram, y sirvió Israel por mujer, y por mujer fué pastor.

13 Y por profeta hizo subir Jehová á Israel de Egipto, y por profeta fué guardado.

14 Enojado ha Ephraim á Dios con amarguras; por tanto, sus sangres se derramarán sobre él, y su Señor le pagará su oprobio.

CUANDO Ephraim hablaba, hubo temor; fué ensalzado en Israel; mas pecó en Baal, y murió.

2 Y ahora añadieron á su pecado, y de su plata se han hecho según su entendimiento, estatuas de fundición, ídolos, toda obra de artífices; acerca de los cuales dicen á los hombres que sacrifican, que besen los becerros.

3 Por tanto serán como la niebla de la mañana, y como el rocío de la madrugada que se pasa; como el tamo que la tempestad arroja de la era, y como el humo que de la chimenea sale.

4 Mas yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto: no conocerás pues Dios fuera de mí, ni otro Salvador sino á mí.

5 Yo te conocí en el desierto, en tierra seca.

6 En sus pastos se hartaron, hartáronse, y ensoberbecióse su corazón: por esta causa se olvidaron de mí.

7 Por tanto, yo seré para ellos como león; como un leopardo en el camino los espiaré.

8 Como oso que ha perdido los hijos los encontraré, y romperé las telas de su corazón, y allí los devoraré como león: bestia del campo los despedazará.

9 Te perdiste, oh Israel, mas en mí está tu ayuda.

10 ¿Dónde está tu rey, para que te guarde con todas tus ciudades? ¿y tus jueces, de los cuales dijiste: Dame rey y príncipes?

11 Díte rey en mi furor, y quitélo en mi ira.

12 Atada está la maldad de Ephraim; su pecado está guardado.

13 Dolores de mujer de parto le vendrán: es un hijo ignorante, que de otra manera no estuviera tanto tiempo en el rompimiento de los hijos.

14 De la mano del sepulcro los redimiré, librarélos de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh sepulcro; arrepentimiento será escondido de mis ojos.

15 Aunque él fructificará entre los hermanos, vendrá el solano, viento de Jehová, subiendo de la parte del desierto, y secarse ha su vena, y secaráse su manadero: él saqueará el tesoro de todas las preciosas alhajas.

16 Samaria será asolada, porque se rebeló contra su Dios: caerán á cuchillo: sus niños serán estrellados, y su preñadas serán abiertas.

CONVIÉRTETE, oh Israel, á Jehová tu Dios: porque por tu pecado has caído.

2 Tomad con vosotros palabras, y convertíos á Jehová, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y daremos becerros de nuestros labios.

3 No nos librará Assur; no subiremos sobre caballos, ni nunca más diremos á la obra de nuestras manos: Dioses nuestros: porque en ti el huérfano alcanzará misericordia.

4 Yo medicinaré su rebelión, amarélos de voluntad: porque mi furor se apartó de ellos.

5 Yo seré á Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano.

6 Extenderse han sus ramos, y será su gloria como la de la oliva, y olerá como el Líbano.

7 Volverán, y se sentarán bajo de su sombra: serán vivificados como trigo, y florecerán como la vid: su olor, como de vino del Líbano.

8 Ephraim dirá: ¿Qué más tendré ya con los ídolos? Yo lo oiré, y miraré; yo seré á él como la haya verde: de mí será hallado tu fruto.

9 ¿Quién es sabio para que entienda esto, y prudente para que los sepa? Porque los caminos del Jehová son derechos, y los justos andarán por ellos: mas los rebeldes en ellos caerán. 




 

 

lunes, 24 de febrero de 2025

La razón es fe sagrada Y la fe razón profana

 

La razón es fe sagrada

Y la fe razón profana 

 

 LA RUPTURA DE LA CADENA SIGNIFICANTE

 

La crisis de la historicidad nos obliga a retornar, de una manera renovada, al problema general de la organización temporal en el campo de fuerzas de la posmodernidad y, en definitiva, al problema de la forma del tiempo, de la temporalidad, y de la estrategia sintagmática que ha de adoptar en una cultura cada vez más dominada por el espacio y por una lógica espacial. Si es cierto que el sujeto ha perdido su capacidad activa para extender sus prótensiones y sus retenciones a través de la multiplicidad temporal y para organizar su pasado y su futuro en una experiencia coherente, sería difícil esperar que la producción cultural de tal sujeto arrojase otro resultado que las «colecciones de fragmentos» y la práctica fortuita de lo heterogéneo, lo fragmentario y lo aleatorio; En cualquier caso, tales son precisamente algunos de los términos privilegiados para el análisis de la producción cultural posmodernista (términos defendidos incluso por sus apologistas). Pero todo esto son rasgos negativos; las formulaciones fundamentales llevan nombres como textualidad, écriture o escritura esquizofrénica, y es hacia ellas hacia donde hemos de volvernos ahora.

 

Si me ha parecido útil para este fin la concepción lacaniana de la esquizofrenia, no es porque yo posea competencia suficiente como para juzgar su pertinencia clínica, sino ante todo porque —en cuanto descripción más que en cuanto diagnóstico— creo que ofrece un modelo estético muy sugerente. (Desde luego, estoy muy lejos de pensar que cualquiera de los artistas posmodernistas más importantes —Cage, Ashbery, Sollers, Robert Wilson, Ishmael Reed, Michael Snow, Warhol o incluso el propio Beckett— son esquizofrénicos en sentido clínico.) Tampoco se trata, pues, de diagnosticar la cultura y la personalidad de nuestra sociedad y su arte, como fue el caso en las críticas culturales al estilo de la influyente obra de Christopher Leach The Culture of Narcissim; la intención y la metodología que presiden mis observaciones están radicalmente distanciadas de tal punto de vista: creo que pueden decirse de nuestro sistema social cosas más incisivas que las que permite el  mero uso de unas cuantas categorías psicológicas.

 

Dicho en muy pocas palabras: Lacan describe la esquizofrenia como una ruptura en la cadena significante, es decir, en la trabazón sintagmática de la serie de significantes que constituye una aserción o un significado. Omitiré aquí todo el trasfondo familiarista o psicoanalíticamente ortodoxo que acompaña a esta situación, y que Lacan traduce a su lenguaje describiendo la rivalidad edípica, no en términos del individuo biológico con quien se rivaliza por lograr la atención materna, sino como lo que llama el Nombre-del-Padre, la autoridad paterna considerada como una función lingüística; Su concepción de la cadena significante presupone básicamente uno de los principios elementales (y de los grandes descubrimientos) del estructuralismo saussureano, esto es, la tesis de que el sentido no es una , relación lineal entre significante y significado, entre la materialidad del lenguaje (una palabra o un nombre) y un concepto o un referente. Bajo esta nueva luz, el sentido nace en la relación que liga a un Significante con otro Significante: lo que solemos llamar el Significado —el sentido o el contenido conceptual de una enunciación— ha de considerarse ahora como un efecto de sentido, como el reflejo objetivo de la significación generada y proyectada por la relación de los Significantes entre sí. Si esta relación queda rota, si se quiebra el vínculo de la cadena de significantes, se produce la esquizofrenia en la forma de una amalgama de significantes distintos y sin relación entre ellos. Puede comprenderse la conexión entre este tipo de disfunción lingúística y la mente del esquizofrénico mediante los dos extremos de una misma tesis: primero, que la propia identidad personal es el efecto de cierta unificación temporal del pasado y del futuro con el presente que tengo ante mí; y, segundo, que esta unificación temporal activa es, en cuanto tal, una función del lenguaje o, mejor dicho, de la frase, a medida que recorre a través del tiempo -:su círculo hermenéutico, Cuando somos incapaces de unificar el pasado, el presente y el futuro de la frase, también somos igualmente incapaces de unificar el pasado, el presente y el futuro de nuestra propia experiencia biográfica..de la. vida psíquica. “Al romperse la cadena del sentido, el esquizòfrénico queda reducido a una experiencia puramente material de los significantes o, en otras palabras, a una serie de meros presentes carentes de toda relación en el tiempo. Enseguida nos preguntaremos por los resultados estéticos o culturales de tal situación; observemos primero cómo se siente quien está en ella: «Recuerdo perfectamente el día en que ocurrió. Estábamos en el campo y yo había salido a dar un paseo a solas, como acostumbraba a hacer de cuando en cuando. De pronto, al pasar junto a  la escuela, escuché una canción alemana; los niños estaban recibiendo una lección de canto. Dejé de escuchar y, en ese instante, se apoderó de mí un extraño sentimiento, un sentimiento difícil de analizar pero análogo a algo que experimentaría más tarde: una sensación perturbadora de irrealidad. Me pareció que ya no reconocía la escuela, que había tomado el aspecto de una barraca; los niños que cantaban eran prisioneros obligados a cantar. Fue como si la escuela y la canción de los niños se hubieran separado del resto del universo. Al mismo tiempo, mis ojos se encontraron con un campo de trigo cuyos límites no alcanzaba a ver. La inmensa extensión amarilla, deslumbrante bajo el sol, se unió con la canción de los niños encarcelados en la escuela-barraca de piedra pulida, invadiéndome con tal ansiedad que rompí en sollozos. Corri de vuelta a casa, a nuestro jardín, y empecé a jugar ‘‘a que las cosas volvieran a ser como siempre habían sido”, es decir, a volver a la realidad. Fue la primera vez que aparecieron los elementos que luego estarían siempre presentes en sensaciones posteriores de irrealidad: inmensidad sin límites, luz brillante, y la lisura y el lustre de las cosas materiales»?,

En nuestro contexto actual, esta experiencia sugiere las observaciones siguientes: la ruptura de la temporalidad libera súbitamente este presente temporal de todas las actividades e intencionalidades que lo llenan y hacen de él un espacio para la praxis; aislado de este modo, el presente envuelve de pronto al sujeto con una indescriptible vivacidad, una materialidad perceptiva rigurosamente abrumadora que escenifica fácticamente el poder del Significante material —o, mejor dicho aún, literal — totalmente aislado. Este presente mundano o significante material se aparece al sujeto con una intensidad desmesurada, transmitiendo una carga misteriosa de afecto, descrita aquí en los términos negativos de la angustia y la pérdida de realidad, pero que puede imaginarse también en términos positivos como la prominente intensidad intoxicadora o alucinatoria de la euforia. 

 

China

 

Vivimos en el tercer mundo a partir del sol. Número tres. Nadie nos dice lo que hemos de hacer.

 

Fueron muy amables quienes nos enseñaron a contar.

 

Siempre es hora de marcharse.

 

Si llueve, puede que tengas paraguas o que no lo tengas.

 

El viento arrastra tu sombrero. También sale el sol.

| Preferiría que las estrellas no dieran a los demás nuestra descripción;

preferiría que nos describiéramos nosotros mismos.

¡Corre delante de tu sombra. |

“Una hermana que señala hacia el cielo

al menos una vez cada década es una buena hermana.

El paisaje se ha motorizado.

El tren te lleva a dónde él va.

 Puentes entre las aguas.

Las gentes se dispersan en vastas extensiones de cemento,

inclinándose hacia el plano.

No olvides el aspecto que tendrán tu sombrero

 y tus zapatos cuando tú ya no estés en ninguna parte“

i Incluso las palabras que flotan en el aire dibujan sombras azules

Si sabe bien, nos lo comemos.

Caen las hojas. Señala las cosas.

 Recoge lo adecuado. ¿Sabes una cosa? ¿Qué? He aprendido a hablar.

 Fantástico. La persona cuya cabeza estaba incompleta rompe a llorar.

 ¿Qué podía hacer la muñeca mientras caía?

Nada.

Vete a dormir

 

 

 

¿Pero que es esta ruptura del significante?  

 

Ruptura material de la cadena significante

 

El trabajo teórico en psicoanálisis se realiza principalmente en la lectura de textos. En el octavo principio del acto analítico se recuerda que “La formación analítica, desde que fue establecida como discurso, reposa en un trípode: seminarios de formación teórica (para-universitarios), la prosecución por el candidato psicoanalista de un psicoanálisis hasta el final (de ahí los efectos de formación), la transmisión pragmática de la práctica en las supervisiones (conversaciones entre pares sobre la práctica)” (LAURENT, 2006).

 

Comparemos más detenidamente la comprensión hermenéutica y la disciplina del comentario de textos. Si tomamos el camino de la primera, la teoría es un insumo del discurso para producir un sentido nuevo, si elegimos el segundo camino la teoría psicoanalítica debe ser tomada como experiencia congelada, análogamente a como se dice en la teoría de la relatividad que la materia es energía congelada. “Todo el mundo sabe que de una silla se puede obtener energía. Para ello sólo se necesita partirla en pedazos y meterla en una estufa, antes de que aparezca el dueño. Pero, ¿se convierte entonces efectivamente la materia en energía? La respuesta es negativa. Lo único que ocurre es una reordenación de los componentes de la madera. Los núcleos de los átomos y los electrones que giran alrededor de ellos no son destruidos por el fuego, sino simplemente combinados entre sí y con el oxígeno del aire de una manera distinta, proceso en el que se desprende calor.” (La teoría de la relatividad)

 

Siguiendo esta analogía, la comprensión hermenéutica consiste en una combinación de los elementos significantes para obtener un sentido alternativo al que había previamente. Como lo que hace el ladrón de sillas del ejemplo que hemos tomado, donde la recombinación de los elementos produce una liberación de calor, en esta recombinación de los elementos significantes que es la comprensión hermenéutica se produce un plus de sentido, separado del goce específico de ese sujeto. Se comprende para no saber nada.

 

En la disciplina del comentario de textos se trata de otra clase de trabajo: “…la materia no sólo puede ser transformada, sino que también es posible hacerla desaparecer por completo. Puesto que vivimos desde hace ya casi medio siglo en la era atómica, sabemos que esta transformación de masa en energía se puede conseguir por dos vías: o bien dividiendo en dos los núcleos de un átomo (fisión) o bien fundiendo entre sí los núcleos de los átomos (fusión).” (La teoría de la relatividad)

 

Se trata de la producción de un significante aislado mediante dos caminos: una separación de la cadena significante o el descubrimiento de una unidad oculta en una aparente separación, es decir, una fisión o una fusión de la cadena significante. Mediante la destrucción material de la cadena y la caída de una letra, se produce un significante aislado (S1).

 

Así como la fisión y la fusión nuclear producen la destrucción de materia y la liberación de energía pura, de esta producción del S1 resulta una modificación del sujeto que consiste en un plus de orientación. La destrucción material de la cadena significante produce una modificación en su práctica, un efecto de formación.

 

De manera colateral en la fisión y la fusión parte de la liberación de energía se transforma en calor, un calor muchísimas veces mayor, incontrolable. Así los efectos de formación llevan aparejados efectos de sentido que se muestran paradójicos, incontrolables. Efectos de contrasentido.

 

En un efecto de formación no se produce una destrucción de sentido, lo cual es imposible, sino una explosión de sentido paradójico y gozoso del cual hay que tomar distancia, del cual la presencia de la paradoja es un indicador. Puede sentirse en el cuerpo y su transmisión constituye el agalma de una enseñanza.

 

Una manera de aproximarnos al texto que no es privativa del discurso analítico, pero de la que sólo este puede dar cuenta de lo que se trata. Es una lectura que recibe los efectos de la autorización que en el dispositivo le da el analista al sujeto para el libre encadenamiento significante. La asociación libre es definida en el segundo principio de un modo amplio: “El psicoanalista autoriza a tomar distancia de los hábitos, de las normas, de las reglas a las que el psicoanalizante se somete fuera de la sesión.” (LAURENT, 2006) La regla técnica fundamental es una puesta al límite de las leyes del encadenamiento significante que al estar reprimidas, retornan creando sueños, lapsus, olvidos, así como actos fallidos y síntomas. Recordemos que Lacan subraya la ironía de Freud al llamarla libre, cuando por su despliegue se muestran precisamente las cadenas que a uno lo amarran (LACAN, La dirección de la cura y los principios de su poder, 2006, pág. 596).

 

Para que el trabajo teórico con los textos esté orientado a la formación psicoanalítica, y no se confunda con una comprensión hermenéutica, debe estar orientado por lo que constituye el corazón de esa misma formación, el análisis propiamente dicho. Un “fin del análisis” que debe ser entendido con el equívoco de que no sólo se trata de su término, sino también de su finalidad estratégica (LACAN, Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11, 2012, pág. 600). Por lo tanto en la orientación de la cura los efectos de formación se verifican desde el inicio del tratamiento y abarcan los campos político, clínico y epistémico.

 

Graciela Brodsky en su testimonio como Analista de la Escuela nos ha recordado que este fin de análisis está designado también como “reintegrar el deseo a su causa”, es decir que el analista funge como suplencia del objeto mientras se produce este acontecimiento. Un sujeto se está formando para reintegrar el deseo a su causa.

 

Para plantear que en la disciplina del comentario de textos se dan efectos de formación análogos a los que se dan en el transcurso de un análisis, lo primero es notar que si en la universidad se da por descontado que leer produce una formación, en nuestro caso hay que plantearse el problema de cómo y en qué circunstancias leer produciría formación. Según el primer principio del acto analítico “La interpretación se manifiesta tanto del lado del psicoanalizante como del lado del psicoanalista. Sin embargo, el uno y el otro no tienen la misma relación con el inconsciente pues uno ya hizo la experiencia hasta su término y el otro no.” (LAURENT, 2006). Los efectos de interpretación fuera del dispositivo, que se dan en el psicoanalizante durante su análisis también pueden tener efectos de formación, siempre que se tenga en perspectiva el fin de un análisis. Esto es algo que cualquiera que esté en el dispositivo puede verificar.

 

Lo que se llama la interpretación psicoanalítica, los efectos de verdad en psicoanálisis, lo son en la medida en que funcionan en contrasentido al trabajo del inconsciente, es decir, que la interpretación analítica, que se manifiesta según el primer principio, tanto del lado del analista como del analizante, deberá producir S1. Sólo que del lado del analizante este S1 tenderá a reencadenarse, y del lado del analista no.

 

La interpretación analítica yendo en contrasentido de las leyes del proceso primario, no debe producir un nuevo sentido, sino efectos directos en el modo en que el sujeto se relaciona con el objeto, es decir, producirá efectos de formación psicoanalítica orientados a esta reintegración, aunque ni se le haya pasado por la cabeza funcionar algún día como analista. Por ello en la orientación lacaniana el único psicoanálisis que existe es el de formación, es decir, el psicoanálisis puro. De alguna manera podemos decir que la finalidad del psicoanálisis puro no tiene nada que ver con la formación de un psicoanalista en el sentido de alguien que realice ese oficio, y el hecho verificado de que alguien decida ocuparse de ese trabajo será otro efecto colateral del único análisis.

 

Fisión y fusión como productos de la ruptura material de la cadena significante en el proceso de formación analítica, son el reverso de metáfora y metonimia como leyes del proceso primario del trabajo del inconsciente. Se trata de examinar el modo como leemos, si está orientado a la producción de sentido, o a la de efectos de formación, si apuntamos técnicamente a la fusión y fisión significante, con la consecuente destrucción material de la cadena significante con un violento despliegue de contrasentido, o si por el contrario producimos un nuevo sentido con el cual sentirnos cómodos.

 

Se trata de producir una ruptura de una continuidad muy específica, y en un momento muy específico. La ruptura de la que se trata no es una metáfora sino una analogía, pues así como en la física es un hecho material, en psicoanálisis se trata de un hecho de discurso que consiste en la ruptura material de la cadena significante en virtud de los efectos de verdad y de la interpretación psicoanalítica.

 

El psicoanálisis puede plantearse una ruptura en la continuidad de la formación analítica de un determinado sujeto. Ruptura que se manifiesta como momentos de concluir a lo largo del tiempo sin que haya conclusión definitiva en relación con la teoría.

 

Lo que buscamos son juicios resolutorios cuyo efecto de verdad, señalado por un contrasentido, abra como una llave la vía para nuevos juicios resolutorios. Significantes unarios que contienen una utilidad restringida a la propia formación, pero que modifican la propia práctica y que si pueden ser transmitidos, producen efectos de enseñanza y de escuela. Esto plantea una ruptura en la continuidad, porque para poder transmitirlos hay que remitirse a la teoría, que pasa aquí de premisa de una conclusión a soporte de una mostración frente a la Escuela. Como estos significantes pueden remitirse más a su propia materialidad que a otro significante, son equivalentes a letras que pueden dar testimonio del acto de ruptura material de la cadena significante. No representan al sujeto, sino que son el producto de la relación de causación del sujeto por un determinado objeto, cuyo lugar ocupa provisionalmente un psicoanalista, mientras se produce el acontecimiento de la reintegración del deseo del sujeto a su causa.

 

Pero y si nos negamos al sentido y al contra sentido porque ya no creemos en los meta relatos así por más que metamos a la silla al fuego ya no produce calor porque simplemente ya no queremos sentir, ni pensar, y mucho menos reflexionar, pues eso es la posmoderndad que de paso a la pos humanidad donde los significantes son instrucciones claras, pero ya no poseen sentido porque perdieron su vínculos, pero y ¿Los efectos de formación de la reintegracion del deseo del sujeto al objeto?  Pues nos llevan a la ezquizofrenia misma en la producción simulada    de miles de objetos y de la esquizofrenia al ciborg donde este vigila los objetos de su deseo   que gracias a la tecnología somos todos nosotros.

 

Pero ¿Porque se produce la ruptura en el significante?   

 

2. El delirio como intento de curación

La hipótesis de Freud sigue siendo hoy de una radicalidad pasmosa ante el furor terapéutico del discurso del Amo que identifica locura con patología: el delirio, escribe Freud, no es la enfermedad, el delirio es el intento de curación. Cuando el sujeto delira está respondiendo con un andamiaje más o menos consistente al vacío vertiginoso del sinsentido que se ha abierto en su existencia.

Pero entonces, si el delirio es el intento de curación, se plantea de inmediato la pregunta: ¿y cuál es entonces la enfermedad? Freud no es muy claro al respecto, o mejor, es tributario de un tiempo en el que no se podía ver más claro: la enfermedad sería un desarreglo fundamental en lo que dio en llamar complejo de Edipo, un desarreglo en la estructura simbólica de las funciones paterna y materna como inductoras de las significaciones del mundo y de la realidad del sujeto. Lacan partirá de esta hipótesis pero pronto señalará que hay que ir más allá, más allá del Complejo de Edipo que se revelará como un mito, para explicar ciertos fenómenos, entre ellos el de la psicosis misma.

El primer modo en que Lacan situará al sujeto de la locura es distinguiéndolo de la figura del Yo como lugar de las identificaciones. El Yo, lo que solemos llamar “la persona” o “el individuo” identificados en una colectividad, no es el sujeto del inconsciente que sólo se designa en ese Yo como una instancia imaginaria. Así, Lacan podrá escribir en su texto sobre “La agresividad en psicoanálisis” de 1948:

Solo la mentalidad antidialéctica de una cultura que, dominada por fines objetivantes, tiende a reducir al ser del yo toda la actividad subjetiva, puede justificar el asombro producido en un Van den Steinen por el boroboro que profiere: "Yo soy una guacamaya". Y todos los sociólogos de la "mentalidad primitiva" se ponen a atarearse alrededor de esta profesión de identidad, que sin embargo no tiene nada más sorprendente para la reflexión que afirmar: "Soy médico" o "Soy ciudadano de la República francesa", y presenta sin duda menos dificultades lógicas que promulgar: "Soy un hombre"”.

En efecto, sólo si distinguimos entre el ser del Yo y el sujeto que habla podemos entender la identificación del sujeto con un rasgo simbólico que siempre es relativo a la cultura en la que ha nacido, al Otro (con mayúsculas) en términos de Lacan. Entonces, “yo soy una guacamaya” puede ser una atribución de ser, una identificación del Yo, tan lógica como las que nos parecen obvias en nuestra cultura. Y la de “soy un hombre” puede ser más compleja finalmente, ya que un hombre habla y puede convencerme tal vez de que yo no soy un hombre al mismo título que él – es el principio del racismo – cosa que una guacamaya no hará nunca. Esta forma fundamental de la identificación supone simplemente que el sujeto no se confunde con su Yo, y que es por esta razón precisamente que ese sujeto no se vuelve loco. Por el contrario, el sujeto que enloquece se confunde con el Yo, o con cualquiera de sus imágenes tomadas del otro imaginario. El sujeto lacaniano es un sujeto que sólo existe dividido, como no idéntico a sí mismo, y que sólo se representa en el Yo sin creerse idéntico a él. Es por eso que puede soñar, o fantasear, sin creerse idéntico a lo que sueña o fantasea. Por el contrario, “si un hombre cualquiera que se cree rey está loco, no lo está menos un rey que se cree rey”.

Ven que por este sesgo hay una locura generalizada en la medida que el sujeto se confunde con su Yo, con lo que llamamos su personalidad, confusión a la que con frecuencia nos empuja el discurso contemporáneo. Y es por ello que el propio Lacan, cuando comenta años más tarde el título de su tesis de 1932, “La paranoia y sus relaciones con la personalidad”, dirá con cierta ironía que, en realidad, no es que la paranoia tenga relaciones con la personalidad, sino que la personalidad es la paranoia. La personalidad es paranoica en la medida en que tiende a confundir al sujeto con el Yo y hace de ese Yo el punto de referencia de toda la realidad subjetiva.

Podemos encontrar personas enteramente normales desde el punto de vista social que funcionan así, a veces a la perfección y en lugares eminentes. En realidad, la propia inercia del discurso social empuja al sujeto a ese lugar de confusión con su Yo. Y no sería osado encontrar en la realidad del discurso político funcionamientos de este orden, más allá de todo diagnóstico posible. Alguien como Manuel Vázquez Montalbán señalaba poco antes de su muerte la increíble inversión que se producía en la realidad entre los personajes de la política y las figuras del guiñol televisivo, hasta el punto de no saberse ya quién imitaba a quién.

Me dirán tal vez que poco tiene esto que ver con la locura que está encerrada entre las paredes de los hospitales psiquiátricos. Pero es que es precisamente allí, en ocasión de la práctica que llamamos “presentación de enfermos”, en la que un psicoanalista entrevista a un paciente ante un auditorio de estudiantes, donde pude escuchar de una mujer ingresada después de un intento de suicidio, quejarse de que la televisión le había robado su personalidad a base de multiplicarla, como si fuera en una industria en serie, en las mujeres de los políticos del país. Y, en efecto, era en su identificación última con La mujer del político, esa mujer que según el discurso común está detrás de todo gran hombre, como se había sostenido hasta ese momento de crisis subjetiva.

 

3. El síntoma y la invención de lenguaje

A partir de los años cincuenta, de la construcción de los tres registros y de la noción de significante, Lacan situará de una manera más precisa el sujeto de la locura como un efecto de la estructura simbólica del lenguaje. El análisis del texto freudiano sobre el famoso caso Schreber será ahora el paradigma del sujeto de la locura como respuesta a la llamada “forclusión del significante del Nombre – del – Padre”. El presidente de la corte de Dresde, Daniel Paul Schreber, había sido alguien enteramente normal hasta el momento en que se plantea la cuestión de la paternidad y desencadena un delirio paranoico como respuesta a la falta de ese significante en su mundo simbólico. Al contrario de la teoría de Kraepelin que defendía una aparición progresiva de la locura paranoica, el caso Schreber, como muchos otros casos de paranoia, demuestra la irrupción súbita del delirio a partir de un momento de “desencadenamiento”. Los fenómenos de lenguaje serán analizados como fenómenos de código y de mensaje en una trama textual que muestra un sistema lógico muy preciso y riguroso. Los fenómenos alucinatorios verbales serán estudiados como un efecto de anticipación de la significación en la cadena significante: algo del mundo exterior se impone al sujeto en una ruptura de la cadena significante que es entonces atribuida a lo real. El efecto de esta ruptura es la anticipación de la significación lo que se suele definir como la “intuición delirante”. El sujeto sabe que hay allí una significación, una “significación personal”, y aunque no sepa cuál, sí sabe que le atañe a él como sujeto y que debe descifrarla, cosa que se dedicará a hacer en el trabajo del delirio. La alucinación no es entonces un mero fenómeno de trastorno perceptivo, — “una falsa percepción” como se la define a veces todavía — sino un fenómeno de lenguaje que muestra la estructura misma del significante que se impone al sujeto en su dimensión de voz. Todos los fenómenos que se describen como “lenguaje interior” en la psicosis son en realidad la estructura significante del inconsciente a cielo abierto. El sujeto psicótico es precisamente el que tiene una relación continuada con la estructura del lenguaje que parasita su cuerpo y que experimenta como un hecho real. La pregunta que Lacan plantea entonces es ¿qué distingue al sujeto psicótico del sujeto que suponemos “normal”? Si el sujeto “normal” puede separarse de esa inercia del lenguaje es por la función del Yo que, como construcción imaginaria, hace de pantalla entre el sujeto y el Otro de la palabra. La función del Yo es la que me permite, por ejemplo, escuchar la radio o la televisión sin creer que los mensajes que se emiten van dirigidos a mí y aluden a mí. El sujeto psicótico, en el conocido fenómeno de la “alusión”, toma el significante como un mensaje dirigido en lo real a él como sujeto.

La respuesta del sujeto a este “fenómeno elemental” del lenguaje en lo real será el delirio mismo. El delirio es así el intento de curación del sujeto como respuesta a lo real del lenguaje. La figura paradigmática que encontramos en la clínica de las psicosis de esta respuesta del sujeto es el “neologismo”, es decir, la invención de nuevas palabras para designar ese real. A veces puede tratarse también de palabras comunes a las que el sujeto da una nueva significación. Vemos, por ejemplo, esta maquinaria neológica del lenguaje en la obra de un James Joyce, al que Lacan dedicará años después todo un seminario.

Por este sesgo se hace cada vez más relevante el uso particular que el sujeto psicótico hace de la letra como productora de significaciones fundamentales y como una forma situar una satisfacción extraña al cuerpo.

Quiero evocar aquí a Ramón Llull, verdadero creador de lengua y de neologismos, y alguien que operó con la letra de manera muy curiosa y anticipadora (por ejemplo de la informática). Ramón Llull, que quiso presentarse él mismo como un loco, “Ramon lo foll” o también el “Phantasticus”, tuvo en efecto crisis subjetivas importantes que lo redujeron en ciertos momentos a un estado de aniquilación subjetiva absoluta. De cada crisis salía, sin embargo, con un descubrimiento que no por más aparentemente loco incluía menos un grano de verdad histórica (como dice Freud del delirio). Uno de esos descubrimientos quedó fraguado en un neologismo que vino a designar precisamente la estructura misma del lenguaje en lo real del cuerpo. Se trata del “affatus”, neologismo que designa al lenguaje como un “sexto sentido”, tan corporal como el sentido de la vista o del tacto. Para Ramon Llull el sentido del lenguaje es tan real como el objeto percibido por el tacto. Es un ejemplo excelente de esa presencia “del significante en lo real” que Lacan estudia en los años cincuenta en la clínica de la psicosis.

Para responder a esa presencia alucinatoria del lenguaje en lo real, el sujeto construye un síntoma, una invención del lenguaje que le permita dar un sentido a ese real.

Puedo evocar también aquí a aquella mujer ingresada por primera vez en el hospital psiquiátrico después de haberse sentido echada de su puesto de trabajo y de su profesión en la empresa en la que trabajaba, empresa de una marca japonesa de automóviles. No era un despido, era un cambio de puesto, pero suficiente para hacerle entender que el gobierno japonés en peso, asociado con los líderes de la empresa, se habían organizado para hacerle cambiar la dedicación y el sentido de su vida. A partir de ese momento, su misión debía ser la investigación de la estructura genética del ADN para descubrir tanto al amo escondido en el poder oscuro que manejaba la empresa como, nada más y nada menos que al verdadero padre real de la humanidad.

La lógica de tal certeza, que hasta ese momento había quedado en silencio, pudo hacerse patente a lo largo de una larga entrevista en la que desgranó la articulación significante que existía para entre la marca de la empresa, “Hiunday”, y el “adn” cuyas letras están incluidas en esa marca. Pero sobre todo, este mensaje literal se hacía fundamental cuando manifestaba que en el “ADN” están las letras del primer padre, “Adán”. Hay que decir que el interés y la dedicación que esta mujer, de escasa formación previa, puso en su investigación no era poca cosa y que había sorprendido a todos los de su entorno con sus avances. Empezaba a ser una especialista en el tema, aunque ello implicaba periodos frecuentes de baja en la empresa, tiempo que dedicaba a su investigación. Si era ingresada de vez en cuando no era por un sufrimiento excesivo o por un posible peligro hacia ella o hacia los demás sino por la extrañeza que su delirio producía en ese entorno. El problema es que eso mismo la llevó a un asilamiento cada vez mayor y a ser medicada, debo decir que no de la mejor manera. La medicación que le administraban iba destinada a detener las alucinaciones y el delirio concomitante. Pero, como suele suceder en muchos casos, la idea delirante inicial había atravesado indemne meses de medicación, intocada. En efecto, la fuerza del delirio como intento de curación puede atravesar la vida del sujeto de manera mucho más eficaz que cualquier tratamiento farmacológico. Pero es preciso que alguien esté ahí para escucharlo y hacer, como decía Lacan, de “secretario del alienado”, de testimonio de un trabajo que no debería parecernos más loco que otro.

En los años sesenta, Lacan situará en el sujeto de la locura el lugar de una segregación producida por el discurso del Amo en su alianza con el progreso de la ciencia, y más precisamente, en sus efectos sobre la economía del goce. En ocasión de unas Jornadas sobre las psicosis en el niño volverá a leer su propia concepción de la locura de los años cuarenta en un párrafo que sigue siendo hoy memorable para entender ese sujeto de la locura:

“Lejos de que la locura sea el hecho contingente de las fragilidades de su organismo, es la virtualidad permanente de una falla abierta en su esencia. Lejos de que la locura sea un insulto para la libertad [concepción que sostenía la psiquiatría de un Henri Ey], es su más fiel compañera, sigue su movimiento como una sombra. Y el ser del hombre no sólo no puede ser comprendido sin la locura, sino que no sería el ser del hombre si no llevase en él la locura como límite de la libertad”.

Lacan extraerá ahora varias consecuencias de esta primera concepción de la locura y su sujeto.

La locura no es un fenómeno contingente del organismo, ni un azar genético ni una fragilidad somática. Es el horizonte (virtual) del ser del sujeto entendido como una falla abierta, como una división irreductible en su ser de lenguaje. El ser-para-la-muerte heideggeriano es, para Lacan, el ser dividido por el lenguaje y por el goce, el “ser-para-el-sexo” (entendiendo por sexo la articulación del lenguaje con el goce y no lo que se reduce a lo genital), el ser marcado por el sinsentido del uno y del otro. La locura es el testimonio irreductible de esa “falla abierta en su esencia” que sólo podría colmarse al precio, por una parte, de una ignorancia del ser mismo y, por otra, de la segregación de un goce que se presenta siempre como extraño a la homeostasis del principio hedonista del placer, principio en el que se funda siempre la identificación del Yo con la colectividad.

La locura como compañera, como sombra, como límite de la libertad, implica que la única pareja pensable para un sujeto que no renuncie a su deseo no será nunca la identificación con lo Uno de la norma, por bien fundada que se quiera pensarla, sino la pareja de su síntoma como verdadero límite de su libertad, en la medida en que ese sujeto se hace responsable de la elección de ese límite. Se tratará ahora para Lacan de definir ese límite en términos de goce, de la satisfacción pulsional del sujeto, goce cuya alcance no es tan simple para ese sujeto, ya que es a la vez lo que puede hacérsele más insoportable, más sintomático precisamente, hasta el punto de segregarlo como un goce de lo Otro, una alteridad imposible de tolerar. En esta perspectiva, toda construcción simbólica, toda acción humana, también la del propio síntoma, tiene “como esencia y no como accidente” refrenar el goce, ponerle un límite que será leído entonces como locura.

En todo caso, es en ese límite de la locura donde el goce de lo Otro se hace presente para cada sujeto, pero sólo es también ahí donde su ser puede ser comprendido.

4. Del síntoma al sinthoma

En este punto, el síntoma del sujeto — no como contingencia orgánica sino como mensaje cifrado de su goce más ignorado — es la construcción que le permite situar ese goce del Otro como intolerable. Y ello a través de una experiencia de sentido sólo pensable en el mundo simbólico del lenguaje.

Del mismo modo que Heidegger podía decir que, a diferencia del ser humano, un animal no muere, simplemente perece, podemos decir que no sufre de un síntoma, simplemente padece un daño. Por el contrario para el ser del lenguaje, el síntoma, como la locura es desde el principio una experiencia de sentido en el campo del goce pulsional.

En efecto, es en la relación del sujeto con el conjunto de la estructura del lenguaje como el sujeto, psicótico o no, puede construirse un síntoma que haga función de respuesta a lo real. Pero para entender esta función eminente del síntoma hay que desmarcarse de la concepción que el discurso higienista — el discurso del Amo actual sobre la salud mental — tiene de él como una mala respuesta del organismo, que hay que borrar del mapa. (Digamos de paso que cuanto más se empeña en hacerlo desaparecer por una parte, más retorna en múltiples formas, con nuevos sentidos, por otra. La proliferación de nuevas descripciones del manual de trastornos mentales “oficial” del DSM, da buena cuenta de ello). Es preciso volver aquí a la concepción que Freud introdujo del síntoma, no como una inadaptación del sujeto a la realidad, no como una respuesta del sujeto que hay que corregir o liquidar, sino como la respuesta que el sujeto tiene para responder a una realidad siempre inadaptada.

El síntoma, como la propia locura, es una construcción simbólica, una estructura significante, y es también una satisfacción substitutiva de lo que Freud definió como la pulsión. En el síntoma hay un mensaje cifrado y a la vez hay una satisfacción, un goce, que el sujeto no puede sentir como tal, que sólo siente traducido como displacer. Averiguar la cifra de ese mensaje puede ser una forma de librarse de ese displacer para hacer otro uso de su síntoma.

El síntoma tiene aquí una función positiva y es para subrayarla que Lacan construyó, a su vez, un neologismo que diera cuenta de la construcción simbólica que representa para el sujeto y de la satisfacción del goce. Fue hacia los años setenta, hacia el final de su enseñanza y siguiendo la lectura de Joyce, cuando Lacan crea el neologismo del “Sinthome”, retomando la etimología francesa del término que incluye diversas significaciones.

Se trata aquí del sujeto de la locura tal como Lacan lo aborda en el último periodo de su enseñanza, en los años setenta, cuando toma la obra y el caso de James Joyce como referencia. En el caso de Joyce, donde este síntoma tiene efectos de creación, la obra misma, el trabajo de escritura cumple la función de una suplencia, de un andamiaje simbólico, en un uso y un goce de la letra fuera de sus efectos de significado común. La escritura de Joyce, especialmente en su última obra “Finnegans Wake”, al igual que muchas otra producciones del sujeto psicótico, hace un uso del lenguaje y de la escritura fuera de las significaciones comunes.

Lacan creará otro neologismo para designar este uso y este goce de la lengua, presente en toda producción del inconsciente (presente tanto en el jeroglífico del sueño como en la metáfora de cada síntoma). Este neologismo es “lalengua” (lalangue) escrito todo junto para marcar su carácter de letra, de materia fónica fuera de los efectos de significación comunes. El sujeto de la locura es ahora el sujeto más cercano al ser de goce de “lalengua”.

A partir de esta nueva perspectiva, podemos hablar de la locura del “sinthoma”, donde el trabajo delirante puede considerarse como la construcción de un síntoma más allá de los referentes comunes del discurso, más allá de lo que hemos situado al principio como la referencia al Edipo freudiano, a los significantes del Nombre del padre establecidos.

Para decirlo en los términos de este encuentro: el “sinthoma” es la locura necesaria de cada sujeto para responder a lo real del mundo, a la imposibilidad de adaptarse a ese real, cuando los significantes paternos se muestran en un progresivo declive para ordenar el goce. El “sinthoma”, en el sentido que Jacques Lacan dio a ese término, es la locura necesaria de cada uno para no volverse loco en el campo del goce.

 

  

Lacan no responde a la pregunta lo que nos dice es que el delirio es la curación a esa ruptura y que como tal cuando el delirio es aceptado se convierte en formulación simbólica ideológica, así que todos estamos locos, solo que hay unos locos perdedores cuyos delirios no son aceptados y unos locos ganadores cuyos delirios se convierten en fundamento de  los sociocultural pero si el delirio es continuo quiere decir que la ruptura , la herida de lo real nunca se cura del todo y entonces la posmodernidad  es el máximo delirio que se niega a curar la herida y a ponerle un límite al goce llevándolo hasta la euforia.    

 

 

Todo empezó con la magia y su juego transferencial, retransferencial  así la magia contaminante metonímica que va de afuera hacia dentro fluyo en un goce infinito

←←←←←

Pero la transferencia la magia por semejanza le puso un límite construyendo la imagen de lo sagrado delimitando el paraíso.

↑←←←

Y se produjo una contra transferencia

 

→←

 

Así nació  la razón como fe sagrada provocando una ruptura en el vínculo del significante.

 

1→←0 

 

Así nació  el ser y la nada  pero claro se necesitara de la filosofía, para pasar al concepto por ahora estamos en lo real imaginario. 

 

Comprendamos que lo que estamos haciendo es un delirio, que intenta superar el máximo delirio de la posmodernidad que da paso a la poshumanidad, en este deliro la razón es la imagen metafórica de lo sagrado, la cual vinculara todo aquello que está  permitido, lo que queda por fuera será lo profano, esta razón sagrada mira hacia atrás no es progresiva, porque no quiere ningún cambio, pero una vez lograda la imagen del paraíso el paraíso se ha perdido para siempre aquí esta nuestra contradicción, la contradicción de nuestro deseo, queremos volver al paraíso pero la propia   razón nos lo impide porque ha delimitado el paraíso, prohibiéndonos el goce infinito.

 

0 0←1→←1←0 0

 

Pero ¿Quién prohíbe?

 

Para que esta imagen de lo sagrado tome la forma de Dios se necesita la repetición del misterio tremendo fascinante y es en este misterio que se forma el símbolo abstracto divino de Dios

1 misterio →tremendo 0→Fasinante 1 

 

Este es el primer gran delirio donde la herida se cura

 

Comprendamos se ha roto el goce  0 0  ya no podemos gozar del enlazamiento de los significantes y se ha roto porque hay una contradicción entre la imagen de lo sagrado y lo sagrado como paraíso de goce 1→←1 

 

Necesitamos de una imagen poderosa que nos haga temblar y que en el miedo nos unifique esa imagen será al de Dios.

1→ (Dios tremendo   nosotros nos hacemos nada) 0→10 y nos integramos con este dios fascinados adquiriendo su poder.

Para esto los sentidos deben de ser saturados al punto que la representación de lo divino se haga imposible y así seamos unificados por  la idea más allá  de toda idea, es decir por la representación no representada donde todo se unifica.   

 

He aquí el misterio pascual

  

¿Pero no hay otra manera de unificarnos?

Por supuesto así como la metáfora se convierte en la imagen sagrada y esta imagen en Dios mismo, la metonimia se hará  nada y como nada retraspasara esa imagen sagrada volviendo a la nada en un goce tanático.

 

0←1←0

 

Este es el misterio dhramico  donde la contradicción de nuestro deseo es superada

 

0←1→←1←0

 

Claro uno pensaría porque el deseo es extinguido en un nirvana lo cual es cierto se extingue nuestro deseo particular de un objeto para dar paso al deseo a todo es decir a la nada misma a la experiencia de la realidad que como tal es la experiencia de la muerte, aceptada esa nada ya no hay identificación posible con Dios ni con un yo sometido a ese Dios y al mismo tiempo en fondo ontológico de Dios es mi fondo ontológico yo gozo infinitamente.   

 

Así si unimos los dos misterios tenemos el espíritu revelado el arte mismo

1→0→1→0→1→0

 1← 0←1←0←1←0

He aquí el logos

El cristianismo lo sabe bien porque es una religión que supera a todo religión encarnando a Dios y así superando la idea abstracta prohibitiva para dar paso a la fe, es decir a la voluntad en todo su goce.

 

Así no debería de haber ningún problema para que lo encarnado material se religue con lo abstracto espiritual.

 1←0←1 iglesia →←0←1←0

Pero la iglesia se pone en medio y no permite esa religación, ese perdón de los pecados

Marcando una diferencia entre Dios y el hombre y no permitiendo que se dé  ningún nuevo Cristo, que encarne a Dios sin límite de goce ni en lo erótico ni en lo tanático.

1→0→1→←iglesia → 0→1→0

 

Pero ahí estará Francisco de Asis para encarnar a Cristo con un goce pleno de la naturaleza  y de la idea más son pocos los que aceptan la muerte y la vida en toda su continuidad y la herida recrudece.

1→0 0→1→←0←1→←1←0

El arte será la manera de curarla dando paso a una percepción creativa 

La iglesia católica en Santo tomas convierte al ser de Dios en un ser metafísico aristotélico es decir en la síntesis de la razón así la base es onteoteologica  y Dios resulta ser bueno, bello, verdadero y uno es decir que Dios es la razón misma como acto puro que se conoce así misma como motor inmóvil como causa incausada.

 

Acceder a ese Dios exige de una reflexión que nos lleve a lo sagrado inmóvil saliendo de la caverna de las apariencias, apariencias que están desgarradas por el pecado.

 

1←0←1→← 0 0←1→←1←0 0

 

Esta mezcla de platonismo y aristotelismo deconstruidos llevara a la casa de brujas y al actuar de la santa inquisición.

Hay que comprender que todo se deconstruye con el tiempo todo se degenera al perder la presencia de la unidad.

Pero asi como se deconstruye luego se redeconsruye es decir que se intenta una recuperación de esa presencia para acercarse a una interpretación más fidedigna, más toda redeconstrucción es un delirio.

Así desde los franciscanos con Dusns Scoto y Ockman se recuperara la fe como voluntad omnipotente no limitada por ninguna razón lo que llevara a la reforma de Lútero.

Y la razón se hará  moderna ilustrada y como tal limitada a toda metaficia siendo el trabajo de Kant el fundamento de la nueva razón en donde se forma el sujeto trascendental el cual limita su razón pura para darle espacio a la fe en su razón práctica gozando de los significantes sublimados  alcanzando una libertad estética   (critica del juicio), esta será la constitución del sujeto burgués, este será su delirio.

 

Así la razón queda limitada

           

 1/2→

Se perdió  la unidad metafísica

Pero la fe como voluntad divina omnipotente está  ahí mediando la razón

1/2→0→

Logrando una unidad estética teleológica

1/2→0→1 

Dios es lo sublime

Por otro lado la fe protestante tendrá esta razón partida limitada a los fenómenos como mediación

1/4←1/2←0

Donde la fe no será una apertura a la realidad sino una voluntad que busca el control de los fenómenos.

 

Lo que tenemos en kant es la estructura del entendimiento, pero Hegel no se contentara con la estructura del entendimiento siguiendo a Kant él se adentrara en la dialéctica de la razón.

1/3→-1/3→1/3-1/31/3=1 

1/3→1/3negación →1 negación de la negación

Que leído marxistamente es

1/3 tesis→-1/3 antitesis→1 síntesis

Pero Hegel nos diría

 

1/3 en si →1/3 para si→1 en si para si 

 

Recuperando la unidad metafísica y con esta unidad la libertad positiva, en una razón dialéctica pero positiva   así ahora se quiera leer a Hegel negativamente y es que si bien lo media lo negativo su síntesis es positiva estableciendo el estado burgués espiritual que invertido nos dará  al comunismo, al fascismo  y hasta al anarquismo mismo.

Marx parte de una materialidad basa en el trabajo

 

1/4→1→←1←1/3

 

Donde la contradicción realmente nunca es supera y aunque el sujeto proletariado 1/4 promete por fin la superación de la lucha de clases, la contradicción es el fundamento de toda relación.

 

Tendrán que  venir Nietzsche  y los existencialistas para volver a la nada y su eterno retorno

 

0←1←0

 

Donde el goce es máximo tanto de afuera hacia adentro como de adentro hacia afuera

 

0→1→0

 

Así tenemos el espíritu subjetivo absoluto 

 

1→0→1→0→1→0→1→0→10

Y el dasein resein

 10←1←0←1←0←1 ←0←1←0

 

    Claro si el dasen aceptara la mediación de la razón en la experiencia y el espíritu la mediación de la voluntad en la abstracción.

 

Pero no es así la heridas recrudecen 

 

1→0 0→1/2→0→1→←1←0←1/3→1/3→←1/4→1/5

1/5←1/3→←1/4←1/4←1/5←0 0←1←1/6←1→←1←0

 

Y se da paso a la posmodernidad  1/5 con su anti espíritu donde ya no se acepta la limitación abstracta.

Hay que entender que la razón progresista profana solo es posible por la mediación de la fe, la razón es sustancial sagrada inmóvil, imovilizando todo en la abstracción.

 

Pero cuando la fe  media la razón progresa

 

Si tenemos la hipótesis

1→

La experimentación

1→0

Y por fin la teoría funcional

1→0→10

Claro insertada en un paradigma dentro de un programa científico que construye un modelo de la realidad.

 

Toda las argumentaciones para justifica que la experimentación validad la hipótesis no convencen aún más todos la argumentaciones para  decir que la experimentación puede falsear la hipótesis tampoco convencen y entonces ¿Para que experimentamos?  Para formular sistemas, para hacer ritos claro funcionales que nos brinden poder, ganancia eficacia y estos ritos están basados en la fe, no hay otra manera de lidiar con la realidad y aunque la fe lo que nos devela es una razón en la realidad, esa razón nunca queda expuesta del todo al intentar exponerla volvemos a ser metafísica.

 

1→0→1→0→1  

0←1←0←1←0

De Hecho si comprendiéramos lo paradojal de la experiencia y que en esta esta la razón mediando en toda su positividad, así  como en la razón está mediando la fe  permitiéndole progresividad    podríamos recrear un delirio mucho más poderoso que el posmoderno-poshumano esquizofrénico-ciborg.

 

Algo de esto hay en la psicología de Jung el problema con Jung es que se olvida que está  delirando por esto es  tan importante retraspasarlo con Lacan.

 

https://drive.google.com/file/d/1lmpjTB0gPQiC3fAbhGs6zfs8_vw5qMyB/view?fbclid=IwY2xjawIm4q1leHRuA2FlbQIxMAABHYAuAyVPKJ-GVcVD-bxygs1tIh0YRJCoCt8qg-OA7X8Qq9tP-MBkCLSliA_aem_fa1d7xk8ZncGratTqlaTrQ   

   

 

Miremos su mapa del alma 

 

Contenido

 

Agradecimientos 11

Introducción 13

1. LA SUPERFICIE (YO Y CONSCIENCIA) 27

La relació n entr e el y o y la conscienci a 29

La ubicació n del y o 43

Tipo s psicológico s 49

La libertad persona l 53

2. EL POBLAD O INTERIOR (LOS COMPLEJOS) 56

Alcanza r el inconscient e 57

L o s complejo s 61

L o s niveles del inconscient e 71

Imágene s psíquica s 73

Fragmento s d e personalida d 76

La estructur a d e los complejo s 79

La irrupció n de los complejo s 82

3. ENERGÍA PSÍQUICA (TEORÍA D E LA LIBIDO) 86

Sexualidad y libido 88

La transformació n d e la energí a psíquic a 93

La física com o model o 100

La fuent e d e energía 106

La medició n d e la energí a psíquic a 108

La unida d de l cuerp o y la ment e 110

Energía , movimient o y dirección 112

Transformaciones y símbolo s 115

 

4. LAS FRONTERAS D E LA PSIQUE (INSTINTOS, ARQUE-

TIPOS E INCONSCIENTE COLECTIVO) 119

 

Arquetipo s (universale s psíquicos) 124

El inconsciente 129

Instinto s 133

La relación entre arquetipos e instintos

 

5. LO REVELADO Y LO OCULTO EN LAS RELACIONES CO N

OTROS (PERSONA Y SOMBRA) 144

La «sombra » del y o 145

La elaboració n de la «sombra » 148

La «persona » 151

L o s do s orígene s de la «persona » 156

Desarroll o de la «persona» 159

La s transformacione s de la «persona » 163

Integra r «persona» y «sombra » 166

6. EL CAMINO HACIA LA PROFUND A INTERIORIDAD

(ANIMA Y ANIMUS) 169

Definir anima y animus 170

El géner o del anima y el animus 179

El desarroll o del animal us 186

Eleva r la consciencia co n el anima/us 191

Sexualidad y relaciones 195

7. EL CENTRO TRASCENDENTE D E LA PSIQU E (EL SÍ

MISMO ) 201

El sí mismo en la experiencia de Jun g 202

La definición del sí mismo elaborad a po r Jun g 207

Símbolo s del sí mismo 212

El sí mism o com o misterio centra l de la psiqu e 221

8. LA EMERGENCIA DEL SÍ MISMO (INDIVIDUACIÓN ) 223

El arc o de vida psicológic a 225

Individuació n 227

Las cinco etapas de la conscienci a 233

Estudio de u n caso de individuació n 246

L o s movimiento s del sí mism o 252

9. DEL TIEMPO Y LA ETERNIDAD (SINCRONICIDAD ) 257

Patrones en el caos 258

Desarrolla r la idea de sincronicida d 261

Sincronicidad y causalidad 264

Sincronicida d y teoría de los arquetipo s 268

Mente y materia 271

Conocimiento absoluto 273

U n nuevo paradigma 277

Cosmología

Desde que comenzó a explorar el alma humana y a trazar un

mapa de su territorio, Jung se sintió fascinado por lo que

ocurría en las fronteras de la psique. Tal era su temperamento;

le gustaba avanzar más allá de los confines de lo ya conocido.

Su primer estudio importante fue una disertación sobre los

trances de los médium y los prodigiosos relatos de personajes

fallecidos narrados por su joven prima Helene Preiswerk. Se

trataba de una investigación psicológica de la relación entre

los estados normales y paranormales de la consciencia. 1

Los

trabajos posteriores sobre asociación de palabras y la teoría de

 

los complejos estudiaron las fronteras entre las partes cons-

cientes e inconscientes de la psique. Penetrando aún más en el

 

territorio del inconsciente, Jung encontró otra frontera. Esta

se hallaba entre los contenidos personales e impersonales del

inconsciente, entre el territorio de los complejos y el de las

 

combinaciones de imagen arquetípica e instinto. En sus ulte-

1. A Jung también le interesaba la evidencia de la existencia de fantas-

mas ypoltergeists, fenómenos fronterizos sin lugar a dudas. Y luego se dio

 

esa relación particular notada por él entre psique (interna) y objeto (ex-

terno) como en el «fenómeno de exteriorización catalítico» que ocurrió

 

en presencia de Freud cuando escucharon un fuerte crujido proveniente

de un armario de madera que se encontraba en la biblioteca de su casa.

Jung relata esto en Mentones, Dreams, Reflections, p. 164.

 

riores investigaciones sobre el sí mismo, encontró un punto

 

de transgresión en la frontera entre psique y no psique. Pues-

to que el arquetipo per se es psicoide y no pertenece estricta-

mente al lado interno de los confines de la psique, hace de

 

puente entre el mundo interno y el mundo externo rompien-

do así la dicotomía sujeto/objeto.

 

En última instancia, esta curiosidad por los confines llevó

a Jung a elaborar una teoría que intenta articular un sistema

 

particular y unificado que abarca tanto la materia como el es-

píritu y constituye un puente entre el tiempo y la eternidad.

 

Esa es la teoría de la sincronicidad. Como una extensión de la

teoría del sí mismo hacia la cosmología, la sincronicidad habla

del orden profundo y oculto y de la unidad de todo aquello

que existe. Esta teoría también revela a Jung el metafísico, una

identidad que fue frecuentemente negada por él. 

 

 

PATRONE S E N E L CAO S

Los escasos escritos de Jung sobre sincronicidad exploran el

 

orden significativo en acontecimientos aparentemente alea-

torios. Al igual que lo han hecho muchos otros, Jung obser-

va que las imágenes psíquicas y los sucesos objetivos están a

 

veces ordenados en patrones definidos y que esta ordena-

ción ocurre al azar y no en virtud de una cadena causal de

 

sucesos previos. En otras palabras, no existe una razón cau-

sal para que aparezca el patrón. Este ocurre por pura casuali-

dad. Surge entonces la pregunta: este acontecimiento casual

 

que produce un determinado patrón o forma característica

 

¿es completamente aleatorio o posee un significado? Las ar-

tes adivinatorias se basan en esta idea de que ciertos eventos

 

casuales tienen significado. Un pájaro vuela sobre el lugar en

que se encuentran y el adivino le dice al rey que el momento

es oportuno para la batalla. O bien tenemos el caso más

complicado del antiguo oráculo chino llamado / Cbing, el

libro de las mutaciones. Este oráculo se consulta lanzando

 

unas monedas o tallos para determinar un patrón numérico

que posteriormente se relaciona con uno.de sus sesenta y

 

cuatro hexagramas. Al estudiar ese hexagrama, se puede de-

terminar un patrón de significado en los acontecimientos del

 

presente, así como un patrón emergente que irá tomando

 

forma en el futuro. En esto uno puede encontrar un conse-

jo. Este oráculo está basado en el principio de la sincronici-

dad. Lo que se postula es que existe un orden significativo

 

que subyace al conjunto formado por el resultado casual ob-

tenido al lanzar las monedas, una cuestión candente y cier-

tos sucesos en el mundo exterior. Aquellos que han probado

 

el / Cbing han quedado a menudo sorprendidos por la mis-

teriosa precisión de sus respuestas. ¿Cómo explicar ese or-

den y esos patrones significativos que no han sido creados

 

por causas conocidas?

En un ámbito aún más cercano a la práctica analítica y a

la teoría psicológica de Jung encontramos un fenómeno que

él observó con fascinación, a saber, que la compensación

psicológica no ocurre solamente en los sueños sino también

en ciertos sucesos que no se controlan psicológicamente. A

veces la compensación proviene del mundo exterior. U n

paciente de Jung soñó una vez con un escarabajo dorado.

Mientras discurrían en el consultorio sobre ese símbolo oní-!

rico, escucharon un sonido en la ventana y se dieron cuenta \

 

de que una versión local suiza del escarabajo (Cetonia aura-

te) trataba de entrar a la habitación. 2

 

A partir de hechos

 

como este, es posible inferir que la aparición de imágenes ar-

quetípicas en los sueños puede coincidir con otros aconteci-

mientos. Los fenómenos compensatorios cruzan las fronteras

 

comúnmente aceptadas entre sujeto y objeto y se manifies-

tan en el mundo objetivo. Una vez más, lo que constituía un

 

rompecabezas para Jung era lograr explicar esto en su teoría.

 

Estrictamente hablando, semejantes sucesos no son psicoló-

gicos y, sin embargo, tienen una profunda conexión con la

vida psicológica. Los arquetipos, concluye Jung, son «trana-

gresores»; 3

 

es decir que no están limitados al ámbito psíqui-

co. Dada esa cualidad de transgresión, pueden emerger en la

 

consciencia ya sea desde la matriz psíquica o desde el mun-

do circundante o desde ambos a la vez. Cuando ocurren am-

bos al mismo tiempo, se habla de un evento sincronístico.

 

Las referencias al unus mundus (el «cosmos unificado»)

 

y a la noción (aunque no sea el término exacto) de sincroni-

cidad se encuentran esparcidas a lo largo de la Obra comple-

ta así como en otros escritos menos formales tales como sus

 

cartas, pero Jung no expresó plenamente su pensamiento so-

bre este tema hasta muy adentrado en el curso de su propia

 

vida. En 1952, él y el físico ganador del Premio Nobel,

 

Wolfgang Pauli, publicaron conjuntamente La interpreta-

ción de la naturaleza y la psique, que fue un intento de elu-

cidación de las posibles relaciones entre la naturaleza y la

 

psique. Fue algo significativo el que Jung publicara su ensa-

yo con un científico ganador del Premio Nobel y no con un

 

filósofo, un teólogo o un mitólogo. De toda la obra teórica

de Jung, esta pieza sobre la sincronicidad está expuesta a las

más burdas distorsiones. Jung quería evitar ser visto como

 

un místico o un chiflado y no cabe duda de que le preocupa-

ba particularmente la presentación de esta parte de su pensa-

miento ante el público científico moderno. El ensayo de

 

Pauli «The Influence of Archetypal Ideas on the Expression

of Scientific Theories of Kepler» («La influencia de las ideas

 

arquetípicas en la expresión de las teorías científicas de Ke-

pler»), investiga los patrones arquetípicos en el pensamiento

 

científico de Kepler y en cierto sentido prepara el camino

para la contribución algo más audaz de Jung, el ensayo

 

«Synchronicity: An Acausal Connecting Principie» («Sin-

cronicidad como principio de conexiones acausales»). 4

 

Este

trabajo sobre sincronicidad suma a la teoría psicológica de

Jung la noción de que existe un alto grado de conexión entre

 

la psique y el mundo, hasta tal punto que las imágenes psí-

quicas (que incluyen las semillas de pensamientos científicos

 

abstractos, como los de Kepler) pueden también revelar ver-

dades acerca de la realidad en el espejo reflector de la cons-

ciencia humana. La psique no es algo que se despliega sola-

mente en los seres humanos en forma aislada en el cosmos.

 

Existe una dimensión en la cual la psique y el mundo se en-

cuentran en íntima interacción y se reflejan la una al otro.

 

Esa es la tesis de Jung. 

 

 

En 1954, dos años después de la aparición del ensayo sobre

 

sincronicidad, Jung publicó una versión revisada de su deci-

sivo ensayo «On the Nature of the Psyche». En un impor-

tante suplemento, vincula la teoría de los arquetipos con el

 

principio de la sincronicidad. Esto es importante porque

junta esas dos piezas de su pensamiento y le da cuerpo a un

postulado teórico unificado. Jung utiliza el término «psique

 

objetiva» para expresar el punto de vista de que el incons-

ciente es un reino de «objetos» (complejos e imágenes ar-

quetípicas) así como el mundo circundante es un reino de

 

personas y cosas. Estos objetos internos causan un efecto en

 

la consciencia de la misma manera en que lo hacen los obje-

tos externos. N o forman parte del yo pero afectan al yo y

 

este debe relacionarse y adaptarse a ellos. Los pensamientos,

por ejemplo, se nos ocurren, «caen» en nuestra consciencia

 

(en alemán, Einfall significa literalmente algo que «cae en»

la consciencia, pero también significa «inspiración»). Para

Jung, las intuiciones y pensamientos que hacen su aparición

 

desde el inconsciente y que no son el producto de un esfuer-

zo deliberado de pensar, son objetos internos, trozos de in-

consciente que ocasionalmente aterrizan en la superficie del

 

yo. (Jung a veces decía que los pensamientos son como pája-

ros: vienen, anidan en los árboles de la consciencia por un

 

tiempo y luego vuelan y se alejan. Se olvidan y desaparecen.)

Cuanto más a fondo se penetra en la psique objetiva, más

objetiva se vuelve porque está cada vez menos relacionada

 

con la subjetividad del yo: «Es, a la vez, absoluta subjetivi-

dad y verdad universal, porque en principio es posible de-

mostrar que está presente en todas partes, algo que sin lugar

 

a dudas no se puede decir de los contenidos conscientes de

naturaleza personal. Lo elusivo, caprichoso, impreciso y

 

único que la mente del lego siempre asocia con la idea de psi-

que se aplica solo a la consciencia y no al inconsciente abso-

luto». 7

 

A diferencia de la consciencia, el inconsciente es re-

gular, predecible y colectivo. «Las unidades que se pueden

 

definir cualitativamente más que cuantitativamente con las

 

cuales opera el inconsciente, en otras palabras, los arqueti-

pos, poseen una naturaleza que no puede ser calificada con

 

certeza como psíquica»} (La cursiva es de Jung.)

En capítulos anteriores señalé que los arquetipos han de

 

ser considerados como psicoides más que puramente psíqui-

cos. En este pasaje Jung lo afirma explícitamente: «Aun cuan-

do consideraciones de índole puramente psicológica me han

 

llevado a dudar de la naturaleza exclusivamente psíquica de

los arquetipos, la psicología misma también se ve obligada a

 

revisar sus postulados "solo psíquicos" a la luz de los ha-

llazgos de la física [...]. La identidad relativa o parcial entre la

 

psique y el continuum físico es algo que reviste una gran importancia teórica, porque trae consigo una tremenda simpli-

ficación al tender un puente sobre la aparente inconmensu-

rabilidad entre el mundo físico y el mundo psíquico, no de

 

una manera concreta, claro está, pero desde el lado de lo fí-

sico mediante ecuaciones matemáticas y desde el lado psico-

lógico por medio de postulados empíricamente derivados

 

—que son los arquetipos— cuyo contenido, de haberlo, no

puede ser representado en la mente». 9

 

En otras palabras,

 

Jung observa grandes áreas de identidad entre los patro-

nes más profundos de la psique (las imágenes arquetípicas) y

 

los procesos y patrones que se evidencian en el mundo ma-

terial y que son estudiados por la física. Entonces, irónica-

mente, resulta que la participation mystique de la primera

 

etapa, la psicología primitiva, a final de cuentas no está tan

 

alejada de la realidad. La psique, definida por Jung como to-

dos aquellos contenidos o percepciones que tienen en prin-

cipio la capacidad de hacerse conscientes y de ser afectados

 

por la voluntad, incluye la consciencia del yo, los complejos,

 

las imágenes arquetípicas y las representaciones de los ins-

tintos. Pero arquetipo e instinto por sí mismos dejan de ser

 

psíquicos. Estos yacen sobre un continuum junto con el

 

mundo físico que, en sus profundidades (según las explora-

ciones de la física moderna) es tan misterioso y tan «espiri-

tual» como la psique. Ambos se disuelven en pura energía.

 

Este punto es importante porque sugiere una forma de con-

cebir cómo se relaciona la psique con el soma y con el mun-

do físico. Los dos reinos, el de la psique y el de la materia,

 

pueden ser conectados por ecuaciones matemáticas y por

«postulados deducidos empíricamente: los arquetipos». 1 0

Ni el cuerpo material ni la psique derivan el uno del otro. Son

 

dos realidades paralelas que están relacionadas y coordina-

das sincronísticamente.

 

La relación de la mente con la materia fue una fuente inago-

table de interés e intriga para Jung. Le parecía muy curioso,

 

por ejemplo, que sobre la base del mero pensamiento mate-

mático se pudiese tender un puente que resistiera los rigores

 

de la naturaleza y del tráfico humano. Las matemáticas son

 

un puro producto de la mente y no aparecen en ningún lu-

gar del mundo natural, sin embargo, hay personas que pue-

den permanecer sentadas en sus estudios y generar ecuacio-

nes que podrán predecir y capturar con gran meticulosidad

 

objetos y sucesos físicos. A Jung le causaba gran impresión

 

el hecho de que un producto puramente psíquico (una fór-

mula matemática) pudiese mantener tan extraordinaria rela-

ción con el mundo material. Por otro lado, Jung postula que

 

los arquetipos también sirven como vínculos directos entre

 

la psique y el mundo material: «Solo cuando se llega a la ex-

plicación de los fenómenos psíquicos con un grado mínimo

 

de claridad nos vemos obligados a suponer que los arqueti-

pos deben tener un aspecto que no es psíquico. Los funda-

mentos para semejante deducción son suministrados por los

 

fenómenos de sincronicidad que se asocian con la actividad

 

de los operadores inconscientes y han sido hasta ahora con-

siderados, o repudiados, como "telepatía", etc.». 1 1

 

Jung sue-

le ser muy cauteloso a la hora de adscribirle causalidad a los

 

arquetipos en relación a fenómenos de sincronicidad (si no

 

recaería en un modelo de causalidad, en el cual los arqueti-

pos serían las causas de los sucesos sincronísticos), pero en

 

este pasaje sí parece conectarlos con los «operadores» que

organizan la sincronicidad.

 

La sincronicidad se define como una coincidencia signifi-

cativa entre sucesos psíquicos y materiales. El sueño de un '

 

avión que se estrella se refleja al día siguiente en un informe

radial. N o existe conexión causal entre el sueño y el accidente

aéreo. Jung plantea que dichas coincidencias reposan en

unos organizadores que generan imágenes psíquicas por un

lado y sucesos materiales por otro lado. Ambos ocurren

aproximadamente al mismo tiempo y el vínculo entre ellos

no es causal. Adelantándose a sus críticos, Jung escribe: «El

escepticismo debería limitarse al nivel de teorías incorrectas

y no a los hechos que existen por derecho propio. Ningún

 

observador imparcial puede negar esos hechos. La resisten-

cia al reconocimiento de tales hechos se basa principalmen-

te en la repugnancia que siente la gente ante una facultad su-

puestamente sobrenatural que se le atribuye a la psique,

 

como la "clarividencia". Los aspectos tan diversos y confu-

sos de estos fenómenos, hasta donde puedo ver por el mo-

mento, son totalmente explicables según el postulado de un

 

continuum espacio-tiempo psíquicamente relativo. En cuan-

to un contenido psíquico cruza el umbral de la consciencia,

 

desaparecen los fenómenos sincronísticos marginales, el

tiempo y el espacio recobran su acostumbrado predominio

 

y la consciencia queda nuevamente aislada en su subjetivi-

dad». 1 2

 

Los fenómenos de sincronicidad suelen aparecer cuando

la psique está operando en un nivel menos consciente, como

en el sueño o la meditación. El estado de ensoñación es ideal.

En el momento en que uno se percata de lo que sucede y se

concentra en el evento de sincronicidad, las categorías de

tiempo y espacio recobran su predominio. Jung llegó a la

conclusión de que los sujetos de los experimentos de Rhine

debieron de amortiguar su nivel de consciencia a medida que

se interesaban más y se involucraban con el proyecto. De

haber intentado hacer uso de su yo racional para calcular

probabilidades, sus resultados de PES habrían caído, porque

en cuanto la función cognitiva asume el control, se cierra la

puerta para los fenómenos de sincronicidad. Asimismo, Jung

señala que la sincronicidad parece depender en gran medida

 

de la presencia de la afectividad, es decir, la sensibilidad a los

estímulos emocionales.

En sus escritos Jung propone una definición amplia y

 

una más restringida de la sincronicidad. La definición res-

tringida es «el suceder simultáneo de un cierto estado psí-

quico y uno o más sucesos externos que aparecen como pa-

ralelos significativos al estado subjetivo momentáneo». 1 3

 

Al

 

decir «simultáneo» quiere decir un acontecer que se produ-

ce más o menos dentro del mismo marco temporal, de horas

 

o días, pero no necesariamente en el mismo momento exac-

to. Simplemente ocurre un «concurrir en el tiempo» de dos

 

eventos, uno psíquico y el otro material. Por el lado de lo

psíquico, puede ser una imagen de sueño, un pensamiento o

una intuición. (Esta misteriosa correlación entre la psique y

 

el mundo de los objetos constituye la definición más restrin-

gida de la sincronicidad. Más adelante en este ensayo se dará

 

una definición más general.)

Con frecuencia la sincronicidad ocurre, como se señaló

 

anteriormente, cuando una persona se encuentra psíquica-

mente en un estado de abaissement du niveau mental (un ni-

vel más bajo de consciencia, una disminución del estado de

 

alerta del consciente), cuando el nivel de consciencia ha al-

canzado lo que hoy en día se denomina estado o ritmo alfa. •

 

Esto significa que el inconsciente está más energetizado que ;

la consciencia y que los complejos y arquetipos pasan a un'

 

estado más activo y pueden traspasar el umbral hacia la cons-

ciencia. Es posible que este material psíquico corresponda a'

 

algún dato objetivo que se encuentra fuera de la psique. 

 

CONOCIMIENTO ABSOLUTO

 

Un salto intuitivo que Jung realiza basándose en la abun-

dante y corroborativa evidencia obtenida en su propia expe-

riencia consiste en afirmar que el inconsciente posee lo que

él llama un conocimiento apriori: «¿Cómo puede un evento

remoto en el tiempo y en el espacio producir una imagen

psíquica correspondiente cuando la transmisión de energía

necesaria para ello es impensable? Por incomprensible que

 

esto pueda parecer, nos vemos finalmente obligados a postu-

lar que en el inconsciente existe algo así como un conoci-

miento apriori o una "inmediatez" de eventos que carece de

 

una base causal». 1 4

 

Esto abriría la posibilidad de reconocer

que intuitivamente somos capaces de saber cosas que no

podemos saber por la vía racional. Una intuición profunda

 

puede suministrar un conocimiento que es realmente verda-

dero y no pura especulación, adivinación o fantasía. Para

 

Jung, el inconsciente desafía las categorías kantianas del co-

nocimiento y supera a la consciencia en cuanto a los límites

 

de lo que es posible conocer. En otras palabras, en el incons-

ciente sabemos muchas cosas que no sabemos que sabemos.

 

Estas cosas podrían ser llamadas pensamientos no pensados

o conocimiento a priori. Es esta noción la que conduce a

 

Jung hasta los límites más remotos de sus especulaciones so-

bre la unidad de la psique y el mundo. Si conocemos cosas

 

que están más allá de nuestra posibilidad consciente de sa-

ber, es que también existe en nosotros un conocedor desco-

nocido, un aspecto de la psique que trasciende las categorías

 

de tiempo y espacio y que está simultáneamente presente

aquí y allá, ahora y entonces. Este sería el sí mismo.

Los junguianos a veces comentan que en el inconsciente

no hay secretos: todos lo saben todo. Esta es una manera de

hablar de ese nivel de la realidad psíquica. Aun dejando a un

lado por un momento a aquellas personas que están dotadas

 

de una extraordinaria intuición —como algunos médicos in-

tuitivos que han dado muestras de una extraordinaria preci-

sión en sus diagnósticos de personas que jamás han conoci-

do o siquiera visto— son muchas las personas que han tenido 

 

la experiencia de soñar con otras personas que les dan una

 

información a la cual no tienen acceso conscientemente. Cla-

ro está que probablemente no sepan cuan certero es el sue-

ño. También sucede que soñamos los sueños de otro. A ve-

ces otra persona sueña con nuestra propia realidad. Como

 

analista que escucha muchos sueños transferenciales, he po-

dido verificar que algunos (no todos, por supuesto) son de

 

una precisión que va más allá de lo que el paciente conscien-

temente puede saber de mí. En una ocasión, el sueño de una

 

paciente me informó de algo sobre mí mismo que yo en ese •

momento desconocía conscientemente. La paciente soñó

que yo estaba agotado y necesitaba un descanso. Yo no me

 

había percatado de ello hasta que me tomé el tiempo de re-

flexionar y, cuando al poco tiempo desarrollé los síntomas

 

de una gripe, me di cuenta de que el inconsciente de mi pa-

ciente había captado mi condición física con mayor preci-

sión de la que yo mismo era capaz de registrar desde mi

 

consciencia. Uno podría comparar a este conocedor incons-

ciente en la gente con el Ojo de Dios, una noción que utili-

zaban las monjas tiempo atrás para asustar a los alumnos

 

cuando querían inducir una conducta de estricta obediencia

a las enseñanzas de la Iglesia. N o es solamente lo que uno

hace sino también lo que uno piensa —de hecho es lo que

 

uno es— lo que Dios ve y tiene en cuenta. Esta sería una ver-

sión proyectiva de la misma idea de que en el inconsciente

 

existe algún tipo de conocimiento absoluto.

 

Para llevar aún más allá esta idea de que existe un conoci-

miento apriori, Jung toma en consideración el significado psi-

cológico de los números. ¿Qué son? Supongamos que «se de-

fine el número psicológicamente como un arquetipo del

 

orden que se ha hecho consciente». 1 5

 

Existen, claro está, vi-

siones antiguas que postulan que las estructuras cósmicas del i

 

ser se basan en los números y en las relaciones de los números \

entre sí. Las doctrinas pitagóricas son un ejemplo de enseñan- 

 

za de esos postulados. Jung adopta una posición similar, solo

que lo hace con nociones más modernas de las matemáticas

como estructuras fundamentales de la psique y del mundo.

Cuando esas estructuras básicas del ser adquieren imagen en

la psique, se presentan típicamente como círculos (mándalas)

y cuadrados (cuaternarios) a los cuales se asocian los números

uno y cuatro. El movimiento del uno (el comienzo), a través

 

de los números subsiguientes dos y tres, hasta el número cua-

tro (acabado, totalidad) simboliza un pasar de la unidad pri-

maria (aún potencial) a un estado de totalidad real. Los nú-

meros simbolizan la estructura de la individuación en la

 

psique y también simbolizan la creación de orden en el mun-

do no psíquico. De esta manera, el conocimiento humano de

 

los números se convierte en conocimiento de la estructura

cósmica. En la medida en que la gente posee un conocimiento

apriori de los números, en virtud de sus facultades cognitivas

y de su inteligencia, también posee un conocimiento a priori

del cosmos. (Es interesante notar que los antiguos griegos

como Empédocles creían que los dioses pensaban en términos

 

matemáticos y que los humanos que fueran genios de las ma-

temáticas eran como dioses. Con esta convicción, Empédo-

cles se lanzó desde la cima del Etna al cráter activo del volcán.)

 

Si bien el número representa el arquetipo del orden que

se ha hecho consciente, esto no responde a la pregunta ¿qué

es responsable en última instancia de este estado de orden?

¿Qué subyace al número y a las imágenes de orden? ¿Qué es

 

el arquetipo del orden per se} Debe existir una fuerza diná-

mica que opera entre bastidores y crea el orden que aparece

 

en los fenómenos de sincronicidad revelándose en el número

y en la imagen. Jung se está abriendo paso hacia una nueva

cosmología, una declaración sobre el principio de orden no

solo para la psique sino también para el mundo. Se trata de

una declaración que no ha de ser principalmente mitológica

en el sentido religioso o imaginal, sino más bien basada en la

visión científica del mundo en los tiempos modernos. Esto lo

conduce a la definición más amplia de la sincronicidad.

 

Hacia el final del ensayo, Jung introduce la idea con muy

 

largo alcance de incluir la sincronicidad —junto con el espa-

cio, el tiempo y la causalidad— en un paradigma que pueda

 

ofrecer una descripción completa de la realidad según la ex-

perimentan los humanos y la miden los científicos. En cier-

to sentido, lo que hace Jung aquí es insertar la psique dentro

 

de la descripción total de la realidad al decir que «la coinci-

dencia significativa de un evento psíquico y un suceso obje-

tivo»1 6

 

debe ser tomada en consideración. Esto añade el ele-

mento del sentido o significado, al paradigma científico que,

 

de otro modo, seguía sin ninguna referencia a la consciencia

humana o al valor del significado. Jung está proponiendo

que una descripción completa de la realidad debe incluir la

 

presencia de la psique humana —el observador— y el ele-

mento del sentido.

 

Ya hemos tenido la oportunidad en capítulos anteriores

de notar la tremenda importancia que le asignaba Jung a la

consciencia humana. De hecho, consideraba que el sentido

mismo de la vida humana en este planeta está vinculado a

 

nuestra capacidad de hacer consciencia, de agregarle al mun-

do una consciencia que a modo de espejo refleja las cosas y

 

los significados, pues de no ser así estos se perpetuarían du-

rante eones de tiempo sin ser vistos, ni pensados, ni recono-

cidos. Para Jung, el ascenso en la consciencia de patrones e

 

imágenes provenientes de las profundidades del inconscien-

te colectivo psicoide le da su propósito en el universo a la

 

humanidad, puesto que solo nosotros (hasta donde sabe-

mos) somos capaces de realizar esos patrones y darle expre-

sión a aquello que realizamos. Para decirlo de otra manera,

 

Dios nos necesita para ser contenido en consciencia. Los hu-

manos estamos en la posición de percatarnos de que el cos-

mos posee un principio de orden. Podemos observar y re-

gistrar el sentido que allí se encuentra. Pero Jung también

 

desea profundamente enfatizar que no está simplemente tra-

tando de filosofar especulativamente. Eso sería tradicional y

 

pasado de moda y pertenecería a un nivel de consciencia

premoderno. El se está esforzando por alcanzar la quinta

 

etapa e incluso la sexta etapa de la consciencia (véase el capí-

tulo 8) de modo que está procediendo empírica y científica-

mente. La sincronicidad no es principalmente un punto de

 

vista filosófico, argumenta Jung, sino un concepto basado en

observaciones y hechos empíricos. Puede ser comprobada

en laboratorio. 1 7

 

Solamente una cosmología de este tipo re-

sultará aceptable en el mundo contemporáneo. La nostalgia

 

por los sistemas de creencias tradicionales aún se encuentra

 

en muchos rincones del mundo de hoy, pero para el presen-

te y el futuro, para los niveles más altos de consciencia, el pa-

radigma no puede ser mitológico. Debe ser científico.

 

Como fundamento para una nueva visión del mundo, el

concepto de sincronicidad y sus implicaciones funcionan

 

porque son suficientemente fáciles de entender intuitivamen-

te y de incorporar a nuestra vida cotidiana. Todos nos per-

catamos de que ocurren cosas afortunadas y de otros días

 

que corren sin suerte en los que nada parece salir bien. Exis-

ten grupos de sucesos que se relacionan entre sí por su sig-

nificado y sus imágenes pero que carecen de una conexión

 

causal, y estos pueden ser experimentados y verificados por

todos y cada uno de nosotros. Pero, tomar seriamente este

 

concepto como principio científico no resulta para nada fá-

cil. Es revolucionario. Para comenzar, requiere de una nue-

va manera de pensar sobre la naturaleza y sobre la historia.

 

Si hemos de encontrar sentido en los sucesos históricos, por

ejemplo, eso implica que el subyacente arquetipo del orden

 

está ordenando la historia de tal manera que se pueda pro-

ducir un avance ulterior de la consciencia. Esto no quiere

 

decir progreso tal como a los humanos les gustaría concebir, 

 

sino un avance en la comprensión de la realidad. La com-

prensión puede llegar a ser u n reconocimiento del lado terri-

ble de la realidad a la vez que de su belleza y su gloria.

 

C o n esa noción rectora, Jung escribió Aion. La historia

religiosa y cultural de Occidente durante los últimos dos mil

años puede ser vista como el patrón de una consciencia que

se despliega, la consciencia de una estructura arquetípica

 

subyacente. N o hay accidentes en los meandros y vicisitu-

des del proceso histórico. Este tiene una dirección y produ-

ce una imagen específica que tiene que ser reflejada y refle-

xionada en la consciencia humana. Esta imagen tiene un lado

 

luminoso y un lado oscuro. Ese mismo modo de reflexión

puede ser aplicado a la historia de vida de un individuo al

igual que a la historia colectiva y no cabe duda de que ambas

pueden (y deberían) ser vistas en relación una con otra y ser

unidas de manera significativa. Cada uno de nosotros es

 

portador de un pedazo de consciencia que el momento ne-

cesita para el avance de la consciencia de los motivos subya-

centes que se despliegan a lo largo de la historia. Los sueños

 

individuales de naturaleza arquetípica, por ejemplo, pueden

estar al servicio del momento histórico al compensar la acti-'

 

tud unilateral de la cultura y no solamente la de la conscien-

cia del individuo. En este sentido, el individuo es un «co-

creador» de la reflexión de la realidad revelada por la historia

 

como un todo.

Son agigantados los pasos que la mente ha de dar para

pensar la cultura y la historia en términos que incluyan la

 

sincronicidad, en particular para los occidentales rígidamen-

te racionalistas y comprometidos con el principio de causa-

lidad. La Era de la Ilustración nos dejó un legado fáctico

 

despojado de significado. El cosmos y la historia, se supone,

 

están dispuestos por el azar y por las leyes causales que go-

biernan la materia. Jung reconoce el desafío. Al fin y al cabo

 

él mismo estaba profundamente arraigado en la visión cien-

tífica del mundo occidental. «La idea de la sincronicidad con

 

su inherente cualidad de sentido produce una representa-

 

ción del mundo tan irrepresentable que resulta totalmente

 

desconcertante. Sin embargo, la ventaja de agregar este con-

cepto es que hace posible una visión que incluye un factor

 

psicoide en nuestra descripción y conocimiento de la natu-

raleza—es decir, un sentido o "equivalencia" apriori»,

 

18 Jung

presenta un diagrama que fue elaborado conjuntamente por

él y el físico Wolfgang Pauli.

En el eje vertical está el continuum espacio-tiempo y en

 

el eje horizontal está el continuum entre causalidad y sincro-

nicidad. Con esto se estipula que la descripción más com-

pleta de la realidad incluye la comprensión de un fenómeno

 

i mediante la toma en consideración de cuatro factores: dón-

j de y cuándo ocurrió el suceso (continuum espacio-tiempo),

 

j qué llevó a que sucediera y qué significa (continuum causali-

\ dad-sincronicidad). En la medida en que se pueda responder

 

a estas preguntas, el suceso será comprendido en su totali-

dad. Puede haber un debate en cualquiera de estos puntos;

 

sin duda en la cuestión del significado de un suceso serán

 

Espacio

 

Causalidad Sincronicidad

 

Tiempo

 

inevitables grandes diferencias y disputas. Se generan inter-

pretaciones sin fin, en particular cuando se refieren a sucesos

 

tan significativos como la explosión de la primera bomba

atómica, por ejemplo, por no mencionar sucesos mucho más

personales como el nacimiento o la muerte de alguien en una

 

familia. Aquí hay cabida para opiniones ampliamente diver-

 

gentes. Por supuesto, también existe una gran variedad de

opiniones sobre la causalidad. El argumento de Jung es que la

respuesta a la pregunta sobre el significado exige más que

la simple descripción de la secuencia causal de sucesos

 

que condujo al suceso en cuestión. Según él, es necesario to-

mar en cuenta la sincronicidad al abordar la cuestión del

 

significado. Por el lado psicológico y psicoide, debemos in-

vestigar los patrones arquetípicos que se evidencian en la

 

constelación de una situación, porque estos proveerán los

 

parámetros necesarios para aborda r la cuestión de la sincro-

nicidad y del profundo significado estructural. Con respec-

to al aparecer de la bomba atómica en el escenario histórico

 

mundial, por ejemplo, la exploración del significado habría

 

de incluir el factor constelizante de la Segunda Guerra Mun-

dial y la polarización de opuestos generada tan violentamen-

te por la guerra. También habrían de incluirse en el análisis

 

los sueños que la humanidad contemporánea ha tenido con

 

la bomba atómica. ¿Qué le añade la bomba atómica a la acti-

tud unilateral de la consciencia humana en cuanto a las es-

tructuras del Ser?

 

Para poder traer a colación la teoría de los arquetipos y

 

ponerla en relación con los sucesos sincronísticos que trans-

greden las fronteras del mundo psíquico, Jung se vio forza-

do a extender su noción de la naturaleza no psíquica del ar-

quetipo. Por un lado, el arquetipo es psíquico y psicológico,

 

puesto que se experimenta dentro de la psique en forma de

imágenes e ideas. Por otro lado, es imposible de representar

 

en sí mismo y su esencia yace fuera de la psique. En este en-

sayo sobre sincronicidad, Jung introduce la idea de la trans-

gresividad del arquetipo. «A pesar de que se asocian a los

 

procesos causales, o son "llevados" por ellos, los arquetipos

 

incesantemente desbordan su marco de referencia, una in-

fracción a la que yo daría el nombre de "transgresividad",

 

porque los arquetipos no se encuentran exclusivamente en la

 

esfera de la psique y pueden igualmente ocurrir en circuns-

tancias que no son psíquicas (equivalencia de un proceso ma-

 

terial y uno psíquico)». 1 9

 

El arquetipo transgrede tanto las

barreras de la psique como las de la causalidad, a pesar de que

es «llevado» por ambas. Jung plantea que la transgresividad

 

significa que los patrones que ocurren en la psique están re-

lacionados con patrones y sucesos que se encuentran fuera

 

de la psique. La característica común a ambos es el arquetipo.

En el caso de la bomba atómica, el arquetipo del sí mismo se

revela en la historia dentro y fuera de la psique mediante el

suceso de su explosión, en y a través del contexto histórico

mundial en el cual apareció y en los millones (una suposición

personal, aunque ha habido investigaciones sobre esto) de

sueños en los que ha aparecido la bomba.

La idea de la transgresividad del arquetipo apunta en dos

 

direcciones. Primero, como he venido argumentando, afir-

ma que existe un significado objetivo subyacente en las

 

coincidencias entre lo psíquico y lo material que intuitiva-

mente reconocemos como significativas. Por otra parte, esta

 

idea crea la posibilidad de que haya significado donde no lo

 

encontramos de forma intuitiva, cuando por ejemplo ocu-

rren accidentes que nos impresionan y parecen ser el puro

 

producto del azar. En ambos casos, este tipo de significado

va más allá de la cadena lineal de la causalidad, la transgrede.

¿Acaso nuestro nacimiento en el seno de una determinada

familia se debe solo al azar y a la casualidad, o puede haber

también en ello un significado? O supongamos que la psique

está organizada y estructurada no solo causalmente, como lo

 

postula la psicología del desarrollo, sino también sincronís-

ticamente. Esto significaría que el desarrollo de la persona-

lidad se produce tanto por momentos de coincidencia signi-

ficativa (sincronicidad) como por una secuencia de etapas

 

epigenéticamente preestablecidas. Esto implicaría también

que los grupos de instintos y los arquetipos se unen y se

, activan tanto causalmente como sincronísticamente (signifi-

' cativamente). Un instinto como la sexualidad, por ejemplo,

 

puede activarse no solamente debido a una cadena causal de

 

eventos secuenciales (factores genéticos, fijaciones psicoló-

gicas o experiencias tempranas en la infancia), sino también

 

porque se produce la constelación de un campo arquetípico .

en un momento particular y un encuentro casual con una

persona se convierte en una relación que dura toda una vida.

En ese momento, algo del mundo psicoide se hace visible y

 

consciente (la Sicigia, la pareja de almas gemelas). La conste-

lación de la imagen del arquetipo no crea el suceso, pero la

 

correspondencia entre la preparación psicológica interna (que

puede ser totalmente inconsciente en el momento) y la apa-,

rición externa de una persona, inexplicable e impredecible,

 

es sincronística. Por qué ocurren semejantes conexiones pa-

rece ser un misterio si pensamos solamente en la causalidad,

 

pero si se introduce el factor de la sincronicidad y la dimen-

sión del significado, nos podemos acercar a una respuesta

 

más completa y más satisfactoria. Esta coincidencia de ne-

cesidad y oportunidad, o de deseo y satisfacción, sería im-

posible en un universo aleatorio, o cuando menos sería esta-

dísticamente improbable. Esos misterios inolvidables que se

 

incorporan en los sucesos sincronísticos transforman a las

 

personas. Sus vidas adquieren un nuevo rumbo y la contem-

plación de lo que está detrás de los eventos sincronísticos

 

lleva a la consciencia hacia los niveles más profundos, y tal

vez esenciales, de la realidad. Cuando se da la constelación

de un campo arquetípico y, sincronísticamente, el patrón

emerge en la psique y en el mundo objetivo no psíquico, uno

vive la experiencia de estar en tao. Lo que se hace entonces

asequible para la consciencia es la más profunda visión de la

esencia de lo real que corno seres humanos somos capaces de

 

lograr. La caída en el mundo arquetípico de los sucesos sin-

cronísticos se vive como un estar en la voluntad de Dios. 

 

 

 

Energía

indestructible

 

Conexión constante

mediante la contingencia,

(Causalidad)

 

Conexión inconstante

mediante el efecto

equivalencia, o

«significado»

 

(Sincronicidad)

Continuum

espacio-tiempo

 

 

 

Si esto es así, lo más importante es sanar la herida, porque sería la herida la causante del calentamiento global, es decir que si estamos mal adentro proyectamos el mal afuera y tendríamos que pasar de un principio de causa a un principio de transferencia y desarrollar una inteligencia transferencial pero este ¿No es un delirio? 

 

Si pero nos estaría diciendo que en todo  delirio hay verdad, que los significantes están mediados por arquetipos 

0 significante←1 arquetipo significado←0 significante

Calo solo que nuestro arquetipo está  en permanente contradicción 

   

0←1→←1←0

Lo que da como resultado la ruptura de la cadena de significantes

 

0 0 ←1→←1→0 0

 

Simbólicamente esto no es otra cosa que el pecado original

 

Que el misterio pascual resuelve desde la fe en la resurrección de Cristo

 

  1→0→10

 

 Y el misterio dhramico desde la iluminación de buda

0←1←0

 

Y si vamos a un misterio trinitario uno está  dentro del otro 

 

1→0→1→0→1

0←1←0←1←0  

Logrando reflejarse y revelando y develando la verdad

 

Al punto que nuestra consciencia podría crear materialidad

Como Cristo cuando sana, resucita, multiplica el alimento

 

Así la sintraferencia es sincronicidad, y sintergia

En una sincausualidad donde no hay cuausa ni casualidad porque se llevaron la causa y la casualidad más allá  de sus límites logrando un vínculo afectivo entre la materialidad y la consciencia.

 

¿No es acaso este el reino de Dios?

Lo es

 

Y entonces ¿Porque no se presenta? 

Porque el mundo no ha seguido ese camino sino el del significante sin sentido

El otro es el de la gran metáfora posibilitando el sentido en medio de la realidad

El arquetipo no solo en nuestra conciencia sino en el mundo físico

Y la materialidad no solo en lo físico sino en nuestro mundo psíquico 

Así nuestra conciencia podría de verdad liberar libre asociación de significantes y ser libre de verdad, sin ninguna limitación edipica esto es retraspasar a Jung con lacan yendo más allá  de lacan, al cuerpo sin órganos de Deleuze y podríamos traspasar a lacan con Jung encontrando arquetipos en la materialidad yendo más allá  de Jung como en las investigaciones de Jacobo Grinberg   volviendo así a la raíz cristiana donde la fe realmente lo puede todo integrándola con la iluminación dharmica donde la razón como síntesis unitaria posibilita la experiencia pura tu deseo es el dharma del cosmos porque tú y el cosmos son uno.

 

Y es que si vamos a estar locos seamos locos totales y que sea el apocalipsis de la esquizofrenia pos humana pasamos a la locura integrada del amor.